50 sombras de Nicole Kidman
La actriz rompe las representaciones tradicionales del placer femenino en 'Babygirl', que protagoniza con Harris Dickinson y Antonio Banderas

'Babygirl'
- Dirección y guion: Halina Reijn
- 114 minutos. Estados Unidos (2024)
- Con Nicole Kidman, Harris Dickinson, Antonio Banderas y Sophie Wilde
Babygirl parece querer resolver, de una vez por todas, la agotada pregunta freudiana "¿Qué quiere la mujer?" Ante la nueva película de la actriz y directora neerlandesa Halina Reijn, la respuesta es sencilla: un buen vaso de leche acompañado, si cabe, de Harris Dickinson bailando sin camiseta al ritmo del Father figure de George Michael. Si esto suena a cliché es porque, ciertamente, lo es: Reijn aborda la dialéctica entre sumisión y dominación implícita en todo acto sexual, pero no con el cerebral nihilismo de La pianista, una de sus referencias, sino con el erotismo satinado de anuncio de perfume del thriller sexual de los ochenta.
De todas formas, hay poco de thriller en un filme juguetón y de vocación comercial que parece utilizar el sexo como metáfora de emancipación femenina. La odisea vital de Romy, una poderosa ejecutiva que mantiene una relación turbulenta con un becario al que dobla la edad, su tenue resistencia a la pulsión animal (y canina) que la devora, se sitúa más cerca del melodrama femenino por la disyuntiva de la protagonista entre el deber y el deseo, entre la seguridad familiar y el vértigo erótico. Por eso desconcierta que el sexo sea más implícito que explícito a lo largo del filme, con una notable excepción: el prolongado primer plano en el que Nicole Kidman, tumbada boca abajo sobre una moqueta roñosa, tiene un orgasmo cuya intensidad amenaza con romper los límites de las representaciones tradicionales del placer femenino.
La capacidad subversiva de la película no reside en su tibia crítica a las servidumbres del matrimonio heterosexual ni en el confuso discurso sobre cuestiones actuales como el consentimiento, sino en la osadía de una estrella, Kidman, que parece no tener límites, y que encarna a Romy como una mujer profundamente contradictoria que combina la vulnerabilidad y la ferocidad de una perra callejera.