Crítica de cine

La Palma de Oro de Cannes es una excelente disección de la descomposición de un matrimonio (y del patriarcado)

La prodigiosa actriz Sandra Hüller protagoniza la película de Justine Triet

2 min
Una imagen de la película 'Anatomía de una caída'.
  • Dirección: Justine Triet. Guion: Justine Triet y Arthur Harari.
  • 150 minutos. Francia (2023).
  • Con Sandra Hüller, Samuel Theis, Swann Arlaud y Milo Machado Graner

En la flamante ganadora de la Palma de Oro de este año en Cannes todo gira en torno a un hecho que nunca veremos: la caída de Samuel Maleski, padre de familia y escritor frustrado, desde una ventana de su chalet. A partir del hundimiento de esta masculinidad en crisis, que podría ser un suicidio o un asesinato, Justine Triet (autora de la asombrosa La batalla de Solferino) construye un riguroso drama judicial tan pendiente de lo que muestra como de lo que deja fuera de campo –al fin y al cabo, este es un filme sobre la construcción subjetiva de la realidad– y en el que no solo sube al estrado lo posible asesina, sino también una pareja en avanzado estado de descomposición.

La película utiliza ciertas estrategias canónicas del cine judicial –los diversos puntos de vista y posiciones de cámara con las que se filma el proceso, que subrayan la naturaleza múltiple de la verdad– para después subvertirlas al poner el foco no sobre los esfuerzos del abogado o el fiscal, sino en el retrato poliédrico e íntimo de la acusada y de su entorno familiar, cuyo centro emocional es el hijo adolescente y con discapacidad visual –fabuloso hallazgo de guion– del matrimonio. La acusada es Sandra Voyter, novelista de éxito y personaje femenino lleno de puntiagudas aristas, que ha cometido, al menos, un crimen imperdonable: no encajar en el perfil normativo de esposa y madre. La prodigiosa Sandra Hüller (Toni Erdmann) la interpreta a partir de una combinación desconcertante de opuestos –entre la opacidad y la determinación, entre la distancia gélida y el derrumbe emocional– que evidencia no solo la complejidad del personaje sino, sobre todo, las diferentes visiones (y prejuicios) que los demás lanzan sobre ella.

Triet, autora también del guion, parece plantear que, ante la caída simbólica del patriarcado (y de la noción tradicional de familia), de la que es culpable Sandra, aquello porque realmente se la juzga es por atreverse a ocupar un espacio de autoridad tradicionalmente reservado a los hombres.

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