Crítica de cine

Ridley Scott reinstaura la grandiosidad del cine bélico de la mano de Napoleón

El 'biopic' del emperador francés sobresale en la puesta en escena al estilo clásico de las batallas

2 min
Joaquin Phoenix es Napoleón en la película de Ridley Scott.
  • Dirección: Ridley Scott. Guion: David Scarpa.
  • 158 minutos. Reino Unido y Estados Unidos (2023)
  • Con Joaquín Phoenix, Vanessa Kirby y Tahar Rahim

El último plan del nuevo biopic alrededor de Napoleón Bonaparte es un cartel con el número de fallecidos en las batallas que comandó, que contrasta con las víctimas de otras guerras. Esta información abre el interrogante sobre lo que miden estos datos, la grandeza del general o su ineptitud mortífera. Toda la película que hemos visto antes no aclara la perspectiva. Porque el retrato de Napoleón que ofrece Ridley Scott combina lo que sería una inevitable fascinación por esta figura de poder absoluto en la Europa del cambio del siglo XVIII al XIX con cierta desmitificación de su aura a través de detalles de la vida íntima con Josefina y de los errores en las últimas campañas.

De Stanley Kubrick a Steven Spielberg, el emperador francés ha sido objeto del deseo de muchos cineastas que no siempre han logrado sacar adelante sus proyectos. A punto de cumplir 86 años, Ridley Scott parece así ganar puntos en este campo y al mismo tiempo cumplir un anhelo que ya se hacía presente en la anterior El último duelo (2021). Porque en Napoleón se respira ante todo el gusto por la puesta en escena de grandes batallas a la manera del cine épico clásico. De Tolón, la campaña en Egipto y Austerlitz a la derrota en Rusia y Waterloo, el director de Gladiator recrea estas hazañas bélicas desde un significativo sentido de la escalera, una atención a las particularidades ambientales de cada una y una restauración de la vertiente más física y visceral del combate. Toda la película está atravesada por la conciencia de que la historia de entonces avanzaba a través de los movimientos de masas.

El remontaje que ha dejado la versión cinematográfica en "solo" dos horas y media largas de duración inyecta, por un lado, un bienvenido dinamismo a un género cancionero por naturaleza como el biopic. Y a la vez echas de menos que el filme disponga de más tiempo para trabajar una tesis sólida sobre su protagonista, de quien se apuntan aspectos (la devoción por la madre, la incompetencia sexual, el desinterés por la política, el enamoramiento de Josefina ...) sin terminar de profundizar ninguna. La interpretación de Joaquin Phoenix, que recurre a tics ya demasiado vistos en su carrera, no ayuda a perfilar mejor al personaje. Vanessa Kirby, sin embargo, saca el máximo provecho de su encarnación poderosa y carismática de Josefina.

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