Danny Boyle: "Los horrores del mundo son tan evidentes que no se puede dar la espalda"
El director británico vuelve al universo de '28 días después' con la secuela '28 años después'
MadridLa firma del director de cine Daño Boyle (Trainspotting) y la del guionista Alex Garland (Civil war) llegan de la mano a las salas con un género que, en palabras del propio Boyle, "sigue funcionando y tiene su público": el terror. A partir de este viernes, los espectadores podrán transportarse de nuevo a una Inglaterra inhóspita y arrasada por un virus que ha infectado a los ciudadanos y les ha transformado en zombies,
A 28 años después, Boyle pretende volver al universo dibujado previamente en las películas 28 días después (2001) y 28 semanas después (2007). Desde entonces, el mundo ha cambiado mucho y, de hecho, esta nueva entrega, la primera de una futura trilogía, plantea cuestiones que, para el director, no se alejan de lo vivido en los últimos años: la pandemia de la cóvid-19, el Brexit o el genocidio que sufre Gaza. "Es lo increíble que tiene el cine de terror. Si tomas una transparencia de la realidad de la película y la contrastas con la realidad del mundo te das cuenta de hasta qué punto pueden llegar a coincidir. De hecho, en el mundo [real] ves imágenes que incluso son más horribles que en la película", reflexiona Boyle en una en Madrid.
Esto es lo que lleva, según Boyle, los espectadores a querer seguir yendo a las salas a ver filmes de este género: "Los horrores del mundo son tan evidentes que no te puedes dar la espalda. Así que ahora queremos ver los horrores y procesarlos".
Paralelismos con la realidad
El mundo ya estaba inmerso en la cóvid-19 cuando se estaba grabando la película. "Ya no estábamos especulando sobre cómo podía ser un mundo apocalíptico. Nos estábamos dando la mano con guantes, llevando mascarillas y desinfectando todo lo que tocábamos. Teníamos miedo a lo desconocido", reflexiona Boye. Este miedo al coronavirus es el miedo que en la película tienen de los zombies aquellos que viven fuera de Inglaterra, ya que tocarlos implica infectarse. Pero llega un momento, como en la pandemia, que deben tomarse riesgos. "No se podía vivir [confinado] para siempre", recuerda el director.
Junto a Inglaterra hay un pequeño pedazo de tierra donde se refugian los ingleses no infectados. A pesar de temer a los zombis, deben adentrarse en la isla en busca de alimentos y material para vivir, aunque esto pueda suponer no volver vivo a casa. La película se centra en este contacto entre los dos mundos: un padre encarnado por el actor Aaron Taylor-Johnson empuja a su hijo (Alfie Williams) a la zona infectada. Esto no sólo le supondrá enfrentarse al miedo, sino también a la violencia y la muerte. Sin embargo, el hijo acabará encontrando en la isla las respuestas a todas sus preguntas, sobre todo en cuanto a la enfermedad que sufre su madre (Jodie Comer). "El padre trata de enseñarle técnicas para que se convierta en hombre, y le acaba trasladando sus traumas. En cambio, el hijo busca respuestas, y está en un segundo viaje con su madre enferma, ambos solos, cuando las encuentra", reflexiona Taylor-Johnson.
"Lo que espero que perciba al público es que, al final, el niño es capaz de descubrir su propio camino, y aquí le ayuda mucho su madre", añade el director. De hecho, aunque el filme está cargado de imágenes brutales, e incluso se rozan los límites del gore, también existe espacio para escenas humanas, como el nacimiento de un niño de una madre infectada y la decisión del hijo y la madre de salvarlos. "Todo el rato es un ellos [infectados] y nosotros [no infectados], y esta escena nos recuerda que, al final, los demás no son tan diferentes. Me golpeó mucho", recuerda Judie Comer.
El uso del iPhone
Menor calidad tecnológica, pero más estética. Es una de las sensaciones que se desprenden de la película pocos minutos después de empezar. Enseguida se detecta que las cámaras utilizadas no son las habituales. El filme se ha grabado principalmente con iPhones, que a su vez se han equipado con múltiples accesorios. "Es un reto tecnológico y me resulta muy motivador", expresa Boyle. Para los actores, en cambio, hay cierta sensación de "invasión", dice Aron Taylor: "Te sientes un poco más vulnerable y expuesto, mucho más presente con el resto de actores [...] Buscas respuestas todo el rato sobre cómo quedará [el resultado] y el director [Danny Boyle] te dice: «No lo sé, pero".