Eduardo Casanova se reafirma en Sitges: “Prefiero que alguien de Vox no vea mi film, tendrían que tener preferencia personas más democráticas”
El actor y director presenta la polémica 'La piedad' en el festival de cine fantástico
SitgesY con Eduardo Casanova llegó el espectáculo al Festival de Sitges. Al menos en la sala de prensa, donde este miércoles se ha presentado todo el equipo de La piedad vestido de diferentes tonalidades de rosa. ¿Todo el equipo? No. Un productor irreducible, Álex de la Iglesia, rompía la uniformidad pastel con una camisa de cuadros rojos. “Álex es el único al que le permito no vestir de rosa, porque es mi jefe, pero a todos los actores los he obligado. Bueno, a Carolina [Bang, coproductora] no, pero ella me quiere un poco más que Álex”. El rosa, por cierto, también es omnipresente en La piedad, como ya lo era en el anterior film de Casanova, Pieles, e incluso en las paredes de su casa. “Tengo un pequeño problema con el rosa, sí –reconoce el director–. Siento que es un color muy estigmatizado, sobre todo entre los hombres. Y yo, siempre que puedo, intento dar la mano a quien tiene más problemas, porque yo también tengo muchos”.
Los protagonistas de La piedad son una madre (Ángela Molina) y su hijo (Manel Llunell) con una relación tóxica de posesión y dependencia que la película compara con la que tienen los norcoreanos por Kim Jong-il. A su alrededor, Casanova despliega su universo de radical kitsch: lluvia dorada, coreografías J-pop, partos grotescos, cerebros trepanados, parafilias... “Tengo la manía de exagerar un poquito, y para explicar una historia como esta prefiero pasarme de largo que quedarme corto”, apunta Casanova, que subraya que a pesar de que el eje central de La piedad es la maternidad y la mujer, no quiere dar a entender que la maternidad es una obligación o un derecho exclusivo de las mujeres. “Las mujeres pueden hacer lo que literalmente les salga del coño”, afirma.
La película de Casanova ha llegado a Sitges precedida por el éxito en festivales de prestigio como Karlovy Vary y el Fantastic Fest de Austin, pero al director también lo persigue el ruido de unas declaraciones en El Mundo en las que afirmaba que prefería que los votantes de Vox no vieran la película y que no lo saludaran por la calle. “Sabía que caería alguna pregunta sobre esto, así que he venido preparado”, dice antes de sacar el móvil y, con la esperanza de “resolver definitivamente la cuestión”, reproduce unas declaraciones de Santiago Abascal: “Es preferible que un niño tenga un padre y una madre –decía en una entrevista el político de Vox–. Creo que tendrían que tener preferencia un padre y una madre. Ahora bien, si me dices que a un niño no lo quiere nadie y lo adoptan unos homosexuales, yo los aplaudo”. A continuación, Casanova ha ofrecido su propia versión: “Es preferible que alguien de Vox no vea mi película. Creo que tendrían que tener preferencia personas más democráticas. Ahora bien, si me dices que hay alguien de Vox que quiere ver la película, yo lo aplaudo”.
Dos 'slashers' por el precio de uno
Menos colorista que Casanova, el norteamericano Ti West también ha traído a Sitges su nuevo trabajo, el segundo que estrena este año: hace seis meses fue X, un slasher aclamado por crítica y público, y este miércoles su precuela, Pearl. No es extraño que un director estrene dos películas el mismo año, lo han hecho nombres del Hollywood actual como Steven Soderbergh, Ridley Scott y Clint Eastwood. ¿Pero dos títulos de una misma saga? Habría que remontarse a los dos Matrix que las Wachowski estrenaron en 2003 para encontrar un caso parecido. Y el motivo es el mismo: X y Pearl se rodaron consecutivamente para aprovechar decorados y reducir gastos.
Pearl explora la juventud de la anciana de Texas que en X se ensañaba con el equipo de un film porno. La estrella absoluta de la función es Mia Goth, que si en X hacía dos papeles –una actriz porno y la anciana asesina– ahora interpreta la versión joven de Pearl y firma con West un guion ambientado en la Texas pandémica de gripe española de 1918. “Mia me había hecho muchas preguntas sobre el personaje mientras hacíamos X y lo entendía muy bien, así que hablamos mucho sobre el guion de Pearl y aportó muchas ideas de manera natural”, explica el director. La actriz, que parece destinada a recibir el premio interpretativo del festival, hace un trabajo magnífico capturando la luminosidad y la oscuridad de un personaje en quien los sueños de gloria conviven con la crueldad y el sadismo. Su monólogo final de 10 minutos y la estética evocadora de la era dorada de Hollywood son lo mejor de Pearl, más psicológica pero menos sanguinaria que X, y que continuará el año que viene con una tercera parte ambientada a mediados de los 80 y protagonizada otra vez por Mia Goth: Maxxxine.