Estreno de cine

David Trueba i David Verdaguer: "Nunca ocurre, un orgasmo sincronizado; la normalidad es más espontánea y pocatraza"

Director y actor de 'Siempre es invierno'

04/11/2025
9 min

BarcelonaDiez años después de la publicación de la novela Blitz (Anagrama, 2015), David Trueba (Madrid, 1969) dirige la adaptación cinematográfica de esta tragicomedia cotidiana con el título de Siempre se invierno (en los cines el 7 de noviembre). David Verdaguer (A pesar de Mar, 1983) es el arquitecto paisajista al que la vida cambiará en los pocos días que dura un congreso en Bélgica. La ruptura con la pareja (Amaia Salamanca) y la ayuda de una mujer 25 años mayor, que le rescata literalmente del parque (Isabelle Renauld), es un vía crucis del que podría salir –aunque de entrada no lo parezca– algo bueno.

Dos años después de Saben aquél (2023) se vuelven a reunir a los Davids. ¿Por qué?

David Trueba: Por afinidad, pero también porque el personaje era perfecto para él.

Es un personaje que no tiene la máscara de Eugenio, pero sí tiene un sentido del humor que puede funcionar como máscara, un punto sarcástico, un punto triste, también...

David Verdaguer: Como Eugenio, soy especialista en esto [ríe]. La peli tiene un humor muy sutil, enterrado, pero sí humor.

En el libro ya era así. Esta película es la primera adaptación que haces de una novela propia. ¿Decides mantener la esencia de esa novela o tienes tentaciones de cambiar algo?

DT: Lo difícil fue reencontrarme con el escritor que yo era quince años antes, cuando empecé el libro. Nunca habría dicho que esto sería lo más problemático de la adaptación. Entonces estaba mucho más cerca del personaje protagonista que ahora, que estoy más cerca del personaje de la mujer. Esto me daba un cambio de perspectiva, era como si me mirara por una mirilla: ¿quién es ese chico? ¿Por qué escribía estas cosas? A David le decía que, después de Saben aquél, que hicimos un personaje tan controlado, tan preciso, tan cerca de la imagen de un personaje real que teníamos, me gustaba mucho ese abanico de posibilidades que teníamos, de pasar de la simpatía a la antipatía, de la melancolía a la alegría, del humor a la tristeza, que quieres adoptarlo. Creo que él [Verdaguer] es un actor que tiene ese catálogo de tonos, que era perfecto. Ha sido un encuentro difícil entre los autores, más que entre el actor y el personaje.

La historia comienza con una crisis, con una ruptura, que cataliza la crisis total de este personaje. La pareja era la mesa de salvación de un hombre a la deriva.

DV: Completamente. Empieza la película y al trabajo no le va muy bien, también deja el trabajo, está sin pareja. Es un personaje que se detiene en ese momento que le dejan, que es invierno, y para él todo el año es invierno, porque se queda como en un estado catatónico, a la vida le van pasando cosas pero él está en un limbo de emociones, prácticamente congelado.

¿Pensabas en la crisis de los 40? Como David le ha superado, bueno, no sé la crisis, pero al menos los 40...

DV: La crisis de los 40 la tuve a los 38. Yo fui precoz, también en eso, y tuve la crisis de los 38 bastante heavy, pero lo he superado. Ahora ya voy hacia la crisis de los 50. Si me agarra a los 48 me quedan seis añitos.

No sé si la escribías pensando en estas crisis que nos cogen a mitad de vida.

DT: No, pensaba más en la crisis general de una persona. Mientras las cosas personales le van bien, el resto de cosas están latentes. Cuando estalla la relación sentimental, todo el edificio que estaba soportado con esa sensación de solidez de la pareja se transforma en una crisis total. El personaje queda paralizado. Para mí es la historia de un bloqueo. Siempre es invierno significa que tú haces invierno de todo lo que está en tu entorno porque estás bloqueado, estás congelado, petrificado, no tienes sentimientos, no puedes dar nada, no puedes recibir las cosas que te dan. Tienes que salir de esa paralización, y eso es lo que es difícil. Las crisis están muy bien, son como una mudanza, te hacen distinguir las cosas que son imprescindibles de las que no, en tu vida, pero tienes que encontrar las herramientas para salir de ella, porque si no es dramático. La prolongación de la crisis es lo que puede destruir a una persona.

David Trueba y David Verdaguer en el centro de Barcelona, ​​presentando 'Siempre es invierno'.
'Siempre es invierno', con David Verdaguer e Isabelle Renauld.

Se encuentran dos soledades muy distintas, la de él y la de la mujer madura, que también lleva una soledad alargada en el tiempo.

DV: Pero desde una tranquilidad, desde una aceptación. A mi personaje le echan un cubo de agua fría. Es muy interesante, la conexión intergeneracional entre ambos. Habíamos visto mucho en el cine a un señor mayor con una chica joven, pero no hemos visto tanto a un chico más joven con una señora mayor.

DT: Hay personas que han cerrado un poquito las expectativas de la vida, también por la edad, la madurez... El personaje de Isabel dice haber cerrado el capítulo del amor, de los sentimientos. Hay mucha gente que ha cerrado este capítulo porque piensa que esto sólo le traerá problemas y disgustos. Siempre soy partidario del riesgo, porque el riesgo es lo que te da la posibilidad del bien y del mal. Si no, si está todo encerrado y controlado, la vida es aburrida. Y a veces la renuncia es más resignación que renuncia, que son cosas distintas.

Esta pareja genera incomodidad. Se explicita en el momento en que tienen relaciones sexuales, pero también existe una incomodidad simbólica, en las miradas de la gente cuando van por la calle. ¿Querías explorar este tabú?

DV: Es que es muy larga esa secuencia. La volví a mirar el viernes en casa, porque tenía que hacer las entrevistas... y pensé: "Puto Trueba, qué largo, qué largo es eso. Pero lo necesario es". Todos somos muy izquierdas y muy guayos, pero cuando lo ves, hostia, te confronta con algo... Evidentemente que sexo en la tercera edad, evidentemente que sí, pero entonces verlo es algo... que genera incomodidad.

DT: ¿Te acuerdas del rodaje? El silencio que se produjo. Y yo dije: hemos hecho esta secuencia para mostrar a los espectadores la incomodidad, que esto es algo natural y que no debe ser tan incómodo, y la incomodidad de las personas que estáis aquí –gente joven mayoritariamente– es fantástica, porque esto ocurre. Hay gente que te niega que esto ocurre: no, esto pasa. No estamos acostumbrados a ver según qué cosas, especialmente en el cine y en la televisión, porque está todo controlado por una idea dictatorial de qué es la belleza, de qué es el sexo, de qué son las relaciones personales, de la perfección que debemos tener. Son estas películas que la pareja hace así, se abrazan y tienen ya un orgasmo sincronizado. Nunca ocurre, un orgasmo sincronizado, o alguna vez...

DV: A veces ocurre, con entrenamiento.

DT: ...con una persona que ya conoces, que ya tienes un control, y ella de ti. La normalidad es muy bonita porque es completamente espontánea, graponera, torpeza, y eso nunca se ve. Yo quería que esa escena tuviera esa incomodidad, esa sensación de "soplo".

Y el después.

DT: Lo que dirán, ¿no? Es muy importante. La película trata de una persona que es capaz de refutar sus sensaciones por lo que van a decir. Y comienza con una negación: no he hecho esto, lo he hecho porque estaba borracho, no hay ninguna implicación...

DV: Se pasa todo el año negando la evidencia que echa de menos a esta persona.

Y ahora, ¿quince años después, cuando lo grabas, también lo has vivido diferente de cuando lo escribías como posibilidad?

DT: Yo nunca me he identificado completamente con los personajes que escribo, porque me gusta que sean algo más antipáticos de lo que yo sería, o algo más problemáticos, algo más complejos que mi comportamiento. Dicho esto, me gustaba mucho la idea de contar la situación desde la mirada de él, que es: ¿qué he hecho? ¿Cómo he podido hacer esto? ¿Qué pensarán mis amigos? Y ese cuerpo, que es distinto de los cuerpos normativos de las revistas, de lo que es la belleza. Pues no: la belleza es mucho, muchas veces es el paso del tiempo. Cuando soy el director de la película es completamente diferente: estoy en medio de ambos. Creo que es también una cuestión de tu edad, de tu experiencia personal. Para los espectadores es muy distinto ver la película con 30 años que con 60 años.

Hay una reflexión sobre el elixir de la juventud. Hemos logrado alargar la belleza, con el ozempico o con la cirugía estética, pero la energía de la juventud no se mantiene, la mirada inevitablemente es distinta.

DV: Debe serlo, ¿no? Porque si no aceptas el paso del tiempo eres una persona algo mal situada en la vida. Es verdad que la gente ha mejorado las condiciones de vida, la alimentación, el cuidado y tal, y la gente que ahora tiene 70 años nada tiene que ver con una persona de 50 de hace cuarenta años. La gente en los 50 estaba terminada y ahora la gente en los 50 está muy bien, y en los 70 encuentras personas que están activas... pero tienen 70 años. La negación de esto es ridícula, especialmente en los hombres. Porque yo creo que las mujeres, por una cuestión biológica de la transición de la menopausia, tienen una conciencia de su edad mucho más real que los hombres. Y cuando haces, por ejemplo, el reparto de una película esto te lo encuentras, muchas veces de forma muy automática. Empiezas a decir nombres de hombres y parejas posibles para este hombre, y haces lo contrario y las propuestas son completamente distintas. O sea, si la protagonista es Maribel Verdú, haces a unos hombres así, así, así. Si el protagonista es Mario Casas, haces unas mujeres así, así. Y no, no, no. La edad de los hombres no está tan presente.

También es verdad que la ficción ha ido cambiando y por fin trata qué les ocurre a las mujeres a partir de los cincuenta, ¿no?

DT: Debemos contar historias que no sean sólo la euforia de la edad joven, de la adolescencia, el descubrimiento. También existen historias muy interesantes en otros momentos de la vida. La gente estaba algo acomplejada. Y las actrices hablaban de cómo desaparecían los papeles de mujeres a partir de los 40, y tenían toda la razón, porque es verdad. Esto está cambiando. Creo que la gente valora las historias y actrices y actores maduros. Pero es verdad que las historias siguen siendo casi obsesivamente juveniles.

Siempre se invierno es una película muy contenida. Empieza con una ruptura donde no se echan los platos por la cabeza. ¿Se puede tener una ruptura tan limpia?

DV: Me encanta aquella escena, porque la cabeza te va a 3.000 y ese pobre hombre... Mi personaje es un pobre hombre, pero alerta, cuenta cosas: que él fue infiel durante la relación, la historia maravillosa del gato, cuando hace el amor con esta señora mayor y enseguida le dice al amigo "Me he follado una vieja horrible, me he follado. Tiene muchas capas. La ruptura me parece de las más tristes que he visto jamás. Es nórdica, europea, civilizada, pero hay una tristeza que ya ni luchas, ¿no? Es tan mental que creo que es algo muy emocionante.

DT: Luego estalla con los demás, pero con su pareja tiene esa contención de que para él es muy importante para posicionarse de forma diferente al resto de hombres. Si no puedes hacer nada, ¿por qué vas a hacer un número? Sería peor. Tienes que dar la mejor impresión de ti, porque esto será el recuerdo que va a tener. Los principales recuerdos de una pareja son la primera y última vez que están juntos, aparte de momentos de felicidad o de angustia. Estamos acostumbrados también a una representación de las rupturas con gritos, y mucha gente es muy civilizada, va adentro y tiene una furia o una decepción que salen en otras situaciones de su vida. Hay esa contención que me gusta, porque yo soy una persona contenida, que me gustan mucho los sentimientos, pero también...

DV: El control.

DT: Porque hay mucha violencia en el amor y estas cosas, y yo estoy totalmente en contra de la violencia, incluso verbal. Lo que defiendo es la responsabilidad y la autonomía. Dos personas toman una decisión y tú sabes que es una decisión dolorosa porque le quieres, la otra persona piensa que está haciendo daño a una persona que ama, pero es la vida y tienes que intentar ponerte en la piel del otro.

El paisajismo permite hablar del sentido del arte. De la utilidad del arte. El protagonista plantea si el arte debe sacudir o debe ser un espacio de bálsamo.

DT: Yo creo que la literatura y el cine son, por un lado, una compañía, una comprensión del mundo, pero también deben ser un estímulo, una incomodidad. Tienes que hacer cosas que sean comprensibles, que provoquen empatía en la gente, pero también debes ser crítico, debes ponerlo al límite de su paciencia y de su comprensión. "¿Y por qué hace esto?" Si no, todo es muy fácil, mientras que la vida es muy complicada después. El amor, las relaciones, el trabajo, todo esto es problemático siempre, tiene conflicto, y debes poner el conflicto en la pantalla.

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