Scarlett Johansson y las mentiras de una Enric Marco neoyorquina

Enviado especial al Festival de CannesUna de las curiosidades de esta edición del Festival de Cannes es la coincidencia en la sección paralela Una Cierta Mirada de los debuts como directoras de dos actrices populares, estrellas consagradas del cine estadounidense: Kristen Stewart, que deslumbró hace unos días con la poética y atormentada biografía de Lidia Yuknavitch The chronology of water; y Scarlett Johansson, que ha presentado este martes Eleanor the great, una comedia dramática sobre una viuda con mucho empuje y carácter que, tras la muerte de su mejor amiga, con la que compartía piso en Florida, regresa a la Nueva York natal con más de 90 años para vivir con una hija recién divorciada y un nieto pegado a la pantalla del móvil.

Si The chronology of water revelaba una cineasta inquieta, radical y con mucho futuro, con Eleanor the great ocurre lo contrario: pese a contar con la directora de fotografía de moda del cine europeo, Hélène Louvart, Johansson se limita a poner en imágenes de la manera más plana y previsible una historia bienintencionada sobre la soledad de las personas mayores en las que la protagonista se hace pasar por víctima del Holocausto para conectar con una estudiante de periodismo que no procesa al mar. La amistad inesperada entre esta joven y Enric Marco neoyorquina –con redención final–, un vínculo basado en una mentira pero más auténtico que el resto de relaciones que tienen, es el corazón de una película inofensiva y amable hasta decir lo suficiente y sostenida solo por el carisma de una gran actriz de 2005, para presentar Nebraska, de Alexander Payne.

Que una comedia ligera y divertida sí puede tener lugar en el festival lo demostró (en la sección paralela Première) Splitsville, de Michael Angelo Covino, que desató un alud de risas con los enredos, idas y vueltas de dos matrimonios amigos que abren la relación. Actualización de las comedias sexuales de los años treinta, la película conecta también con el impulso naturalista y gamberro que imprimió Judd Apatow en la comedia norteamericana moderna, sobre todo en lo que se refiere al retrato de las inseguridades masculinas. A su favor también tiene el carisma y timing cómic de Dakota Johnson y Adria Arjona, y un Kyle Marvin convincente en un papel que parece escrito para Jason Segel.

Jafar Panahi, favorito en la Palma de Oro

En la competición oficial, mucha emoción por el regreso a Cannes ya los festivales en general del cineasta iraní Jafar Panahi, después de años de persecución de las autoridades de su país: dos encarcelamientos acusado de hacer propaganda contra el régimen, torturas, una huelga de hambre, un arresto domiciliario y la prohibición de hacer cine durante veinte años, que el director ha incumplido repetidamente, obligado a ejercer el oficio clandestinamente. Un simple accidente, la primera película en quince años que Panahi presenta en persona en un festival –ni siquiera pudo recoger el Oso de Oro por Taxi en Teherán–, se trata además de una obra importante, favorita inmediata en la Palma de Oro.

La película está marcada por el último encarcelamiento de Panahi, que en el 2023 pasó siete meses en prisión, donde, según ha explicado en las primeras entrevistas que ha concedido en mucho tiempo, era interrogado "ocho horas al día, con los ojos tapados y ante una pared". El protagonista deUn simple accidente es también un antiguo prisionero, traumatizado por las torturas de un interrogador especialmente cruel al que reconoce un día en el taller en el que trabaja. Así comienza una historia de venganza en la que se van añadiendo otras víctimas del interrogador, un vibrante thriller moral narrado con un dificilísimo tono de tragicomedia. En la película más política de Panahi existe rabia e indignación, pero también generosidad y comprensión del alma humana. Sería un acto de justicia premiar esta gran obra de un gran cineasta, el mayor rival que tendrá Carla Simón para llevarse la Palma de Oro.