Danza

"A los bailarines no los elegimos porque tienen síndrome de Down, sino porque son buenos intérpretes"

Vero Cendoya, Diana Niepce, Adrienn Hód y Unusual Symptoms visibilizan los cuerpos no normativos en el Mercat de les Flors

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'KEBO (mapa de la piel de un cuerpo)', de la Cía. Vero Cedoya.

Barcelona"Tenemos bailarines con síndrome de Down, al igual que tenemos bailarines blancos, negros, gays, heteros, celíacos y fotosensibles", dice la bailarina y coreógrafa Vero Cendoya (Barcelona, ​​1976). Hace más de cinco años que su compañía trabaja para "normalizar la discapacidad intelectual" contratando "a pleno derecho" a intérpretes con síndrome de Down. "A los bailarines no los elegimos porque tienen síndrome de Down, sino porque son buenos intérpretes", resalta Cendoya. KEBO (mapa de la piel de un cuerpo), el último proyecto de la compañía, se podrá ver en el Mercat de les Flors del 24 al 26 de mayo. Será la primera de las tres propuestas que el mercado ha reservado para el fin de esta temporada. "No son un ciclo, pero las tres propuestas tienen una característica común: ponen cuerpos no normativos en escena. Cada vez son más las compañías de danza que incorporan a personas con otras capacidades", dice la directora del Mercat de les Flors, Àngels Margarit.

KEBO (mapa de la piel de un cuerpo), que cuenta con siete intérpretes, es una pieza que "homenajea a las cicatrices, las experiencias vividas que nos quedan marcadas en la piel". "Durante la pandemia tuve tiempo de mirar hacia adentro y revisar mis cicatrices físicas", recuerda Cendoya. El kebo es un tipo de pincel que se utiliza en la práctica japonesa del kintsugi, que consiste en reparar los objetos de cerámica con polvo dorado. En el kintsugi, pues, se resaltan las grietas, en lugar de ocultarlas. "Cuando nacemos somos nuevos y la vida nos va modelando –dice la coreógrafa–. Aunque las relaciones se acaben, nunca me arrepiento de haberlas vivido, porque siempre aprendes algo".

"No podemos evitar recurrir al humor, aunque hablemos de cicatrices", dice Cendoya, que ha creado el espectáculo junto a la coreógrafa Barbara Meneses, la violinista Adele Madau y el director y dramaturgo Israel Solà. "Hemos tomado como referentes las películas Memorias de una geisha y Kill Bill, y el manga japonés", dice Madau. KEBO es la segunda pieza de una trilogía que arrancó en el Sismógrafo de este año con Cicatrices (contrapaso de mamuts y otras fieras) y finalizará la próxima temporada con Una brillante imperfección, una coproducción del Teatro Nacional de Cataluña.

"Encontré un cuerpo nuevo"

La segunda propuesta del Mercado, que podrá verse el 29 y 30 de mayo, es Other side of the dance, de la bailarina y coreógrafa portuguesa Diana Niepce (Lisboa, 1985), que cuando tenía treinta años se quedó tetrapléjica por culpa de un accidente con el trapecio. "El trapecio me hacía volar y también fue el trapecio el que un día me derribó –explica–. Me desperté en el hospital, intubada y atada, con mi novio diciendo el alfabeto y yo cerrando los ojos a la letra que quería decir. Ya no era bailarina, sólo un cuerpo que yo no entendía y que no me entendía a mí. A fisioterapia luchaba contra ese cuerpo, luchaba por un milímetro más de movimiento". La historia de Niepce es un ejemplo de superación y, sobre todo, de pasión por la danza: con la ayuda de cuatro asistentes, la bailarina se cuelga de nuevo en el espacio. "Encontré un cuerpo nuevo; en esa relación de amor-odio con mi cuerpo empezó el juego", dice.

Finalmente, el 30 y 31 de mayo el Mercat de les Flors acogerá la compañía de danza residente en el Teatro de Bremen, Unusual Symptoms, que presentará la pieza coral Armonía junto con la coreógrafa húngara Adrienn Hód (Debrecen, 1975). Participan diez intérpretes con cuerpos no normativos. "Es un festival de energía, una especie de desbordamiento, muy diferente al que estamos acostumbrados a ver –dice Àngels Margarit–. Es una pieza que explora la diversidad de cuerpos con una ironía muy interesante. Desjerarquiza los lenguajes corporales, pero también de la danza".

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