Jordi Savall cabalga sobre la libertad expresiva de Gluck
El Liceu estrena 'Don Joan' y 'Semíramis' con el Ballet du Capitole de Toulouse en peso


Barcelona"Cada pierna que tenemos en Toulouse la verá en el escenario", promete Beate Vollack, directora del Ballet de la Ópera du Capitole de Toulouse. La compañía en peso, con 35 bailarines, interpretará dos coreografías originales sobre dos símbolos de la libertad sin corsés, el Don Juan y la Semíramis, con la música de Christoph Willibald von Gluck interpretada por Le Concert des Nations bajo la dirección del maestro Jordi Savall. El espectáculo se podrá ver del 23 al 29 de marzo en el Gran Teatre del Liceu, por primera vez incluido en el festival Dansa Metropolitana.
"Gluck es uno de los compositores esenciales de la transición del barroco al clasicismo. Es el que mejor entendió en su época el cambio que representaba, inspirado por la ilustración, el deseo de libertad, de modernidad y de expresión más auténtica", destaca Jordi Savall. Como el compositor alemán había estudiado en Italia, dominaba la composición operística, pero su estilo "más allá de los convencionalismos del momento" le valió "críticas acérrimas, brutales, por su hermetismo, por unas armonías modernas que el público no entendió, porque las consideraban fuera de las normas", expone Savall.
En su deseo de romper con el recargo barroco y de buscar nuevas maneras de expresarse, en 1761 presenta en Viena un Don Juan con un ballet pantomima. No hay rastro, en la historia de la danza, de ese proyecto, pero sí que ha quedado "una música que no es narrativa, sino que da toda la libertad creativa al coreógrafo", señala la directora del ballet de Toulouse, donde se estrenó esta coproducción a tres bandas con el Liceu y el Teatro Nacional de la Ópera Cómica.
Un 'Don Juan' de hoy
La velada une por primera vez las dos piezas de Gluck, y lo hace con dos coreografías que ofrecen "aproximaciones y lenguajes distintos, pero que se complementan", dice Vollack. El coreógrafo rumano Edward Clug está detrás de la escenificación del Don Juan. Clug, deslumbrado por "la leyenda de origen español del señor que tiene mucha traza con las mujeres", por el texto que escribió inicialmente Molière y también por coincidencias fortuitas como el parecido fonético de su apellido con Gluck, decidió aceptar el reto. "Desde el principio entendí que tenía un problema sobre la mesa y es que la música es muy bonita, pero no necesariamente inspiradora, cuando piensas en la obra de Molière. Y yo sabía que tal y como lo diseñaron en la época no funcionaría con el público de hoy", explica.
Su apuesta ha sido dejar de lado la abstracción y construir una historia "desde la intuición", a partir de la fuerza del mito: hace bailar a los tres personajes protagonistas, el pueblo (con una compañía que hace de corazón) y la estatua del Comendador en escena. "Hay un dramatismo intenso que culmina en un final muy espectacular, cuando el Comendador hace que se abra el infierno y las furias se llevan a Don Juan. Es una de las escenas más expresivas que se habían compuesto hasta ese momento y estoy seguro de que Mozart conoció a lo que después hará sual y libertino".
El español Ángel Rodríguez ha coreografiado Semíramis, un drama griego en el que la protagonista asesina al marido y busca un nuevo amante que resulta ser su hijo. El coreógrafo ha imaginado a una mujer empoderada y la ha colocado frente a un impresionante telón de dieciocho metros "que podría exponerse al Guggenheim", dice el coreógrafo. "Se puede imaginar la enorme tensión y fuerza dramática de la obra", exclama Savall, que celebra la posibilidad de "sentir esta música con un complemento visual que va al corazón, a través de la belleza de los movimientos y la expresión que ofrece la danza", afirma.
El programa se iniciará con "un aperitivo de mucha categoría que muestra la calidad del estilo compositivo de Gluck", dice el maestro, como la suite orquestal deIfigenia en Aulide (1774), una obra que empezará el camino hacia la fusión de música y danza, Gluck y Savall.