Historia

"Solo un discurso neofranquista puede defender que el colonialismo castellano tuvo aspectos positivos"

Antonio Espino derriba todos los mitos sobre la invasión de América y detalla su extrema violencia

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Un grupo de aborígenes atacado por unos perros en una ilustración de Theodor de Bry (1528-1598).

Barcelona"Lo sabemos desde el segundo viaje de Cristóbal Colón, porque hay miles y miles de referencias documentadas: las circunstancias de la invasión de América fueron terribles, se utilizaron el terror y la violencia extrema, pero España es un país acomplejado y se niega a aceptarlo", dice el historiador y catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Antonio Espino (Córdoba, 1966), que acaba de publicar La invasión de América. Una nueva lectura de la conquista hispana de América: una historia de violencia y destrucción (Arpa), una revisión ampliada del libro que publicó con RBA en 2013.

Espino rebate todos los discursos que últimamente están tan de moda y que defienden que la llegada de Colom y la posterior colonización de América tuvieron aspectos positivos. "No hubo nada positivo", dice. El historiador lo demuestra desglosando varios episodios, todos documentados, de matanzas, violaciones y torturas. "Solo un discurso neofranquista puede defender que el colonialismo castellano tuvo aspectos positivos –afirma–. Durante la época franquista se creó un discurso fuerte alrededor de la hispanidad y la nación española que lamentablemente se ha ido repitiendo". Este discurso que actualmente divulgan algunos historiadores y partidos políticos de derechas explica la invasión de América como una gran gesta y defiende que el imperialismo fue bueno porque aportó civilización, cultura, tecnología, la fe cristiana y una lengua universal. "Es el mismo discurso que hizo Felipe VI hace tan solo una semana en Puerto Rico; fue un discurso fuera de lugar, tendría que estar mejor informado", añade Espino.

Espino es un gran experto en la invasión americana, tiene obras como Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México (2021) y Plata y sangre. La conquista del imperio inca y las guerras civiles de Perú (2019). Para él, es sorpresivo que en pleno siglo XXI no se haya evolucionado en positivo, sino más bien al contrario: los discursos actuales son todavía más retrógrados que hace unos siglos.

El autor del libro prefiere hablar de invasión y no de conquista, porque el segundo verbo tiene connotaciones positivas, puesto que puede señalar que hemos conseguido algo con esfuerzo, dedicación y habilidad; el verbo invadir, asegura, es más inequívoco. A América fueron grupos de voluntarios. "Tomaron la decisión de ir a las nuevas tierras y se la jugaron atravesando el Atlántico para conseguir un botín", explica. Algunos tenían experiencia en la guerra de fronteras, porque vivieron en un contexto bastante violento: la guerra contra el islam y la conquista de las islas Canarias. En todos los casos, la población derrotada se convertía en esclava. "La cultura era que se tenía que explotar al que era diferente", concreta el historiador.

Estos grupos de voluntarios no eran un ejército sino grupos pequeños, de un centenar o, incluso, menos personas. "Tenían pocas posibilidades de sobrevivir, tenían que utilizar una violencia extrema y aterrorizar a la población durante sus campañas hasta que se aliaban con grupos aborígenes", explica Espino. El terror era la manera de imponerse sobre grandes masas de población. Lo explica en una de sus crónicas Bartolomé de las Casas: "Hicieron con los indios crueldades inauditas, como cortar narices, brazos y piernas, y a las mujeres los pechos, y las tiraban al agua con calabazas en los pies. Daban estocadas a los niños porque no andaban lo suficientemente deprisa y si los llevaban a cuestas enfermaban, o si no andaban tanto como los demás les cortaban la cabeza".

Las mujeres y sus hijos, víctimas de la explotación

Espino dedica muchas páginas a detallar y documentar esta extrema crueldad. Hubo matanzas, ejecuciones en la hoguera, empalamientos, matanzas con perros, colgamientos... Y la exhibición de los cadáveres torturados. No solo las mujeres sufrieron violaciones y todo tipo de agresiones, sino que también lo sufrieron sus hijos. El sacerdote Martín González explica que en la década de 1570 había muchos abortos e infanticidios porque las mujeres preferían matar a sus hijos que ver cómo morían en los agujeros excavados en el suelo en los que los tenían que dejar mientras trabajaban. "Estos discursos neofranquistas hablan del mestizaje como una aportación, como si fuera fruto de un pacto, y fue un mestizaje forzado. En el siglo XVI solo el 25% de los que viajaban a América eran mujeres. El uso y el abuso de las mujeres del enemigo eran unas prácticas muy habituales", dice Espino.

Las alianzas con la población autóctona eran imprescindibles, pero ¿cómo se producían? Los invasores se aprovechaban de las peleas y rivalidades entre vecinos. Espino destaca la matanza de Cholula, durante la campaña de Hernán Cortés contra el imperio mexicano (1519-1521). Las crónicas dicen que después de un combate de cinco horas había 6.000 cadáveres. El propio Cortés escribe: "Dímosle tal mano, que en dos horas murieron más de tres mil hombres". Y hace la siguiente reflexión: "Acordé de prevenir antes de ser prevenido". Cuando Hernán Cortés consiguió la alianza de los tlaxcaltecas, decidió llevar a cabo esta matanza. "Era su manera de demostrar que pueden confiar en él y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, pero también era la manera de que vieran qué era capaz de hacer si lo traicionaban", matiza Espino.

La primera guerra civil en colonias de ultramar fue española

Entre algunas de las singularidades del imperialismo español está la de tener la primera guerra civil en colonias de ultramar. Fue durante la invasión de Perú, entre los hermanos Pizarro y Diego de Almagro. "Fue una guerra originada por la avaricia que se prolongó mucho tiempo, desde 1537 hasta 1554", explica Espino. Francisco Pizarro tuvo un mal final, fue asesinado.

"Hablamos de grandes conquistadores que triunfaron, a pesar de que algunos tuvieron un mal final o una trayectoria política muy breve, pero no hablamos de los millares que murieron de manera dura y miserable y de los que la monarquía hispánica se aprovechó –explica el historiador–. Se aprovechó de manera descarnada, porque todos estos voluntarios conquistaron todo uno continente y a la monarquía le salió prácticamente gratis, al no tener que enviar a ningún gran ejército".

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