Arte

La esencia mediterránea de Josep Clarà luce en el Castell de Vila-seca

La Fundació Vila Casas reúne unas sesenta obras del escultor en una exposición

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Una retahíla de jefas de Josep Clarà a la exposición que la Fundación  Vila Casas le dedica en Tarragona

Vila-secaLa Mediterránea fue para muchos creadores de antes de la Guerra Civil, entre los cuales el escultor Josep Clarà (1878-1958), "un símbolo identitario", como dice Cristina Rodríguez-Samaniego, profesora de la UB y la comisaria de la muestra del escultor que la Fundació Vila Casas ha organizado en el Castell de Vila-seca (Tarragonès), que se puede visitar hasta el 5 de junio de 2022. "Los artistas que usaron esta estética no dejaron de comulgar con una ideología que se puede asociar con el catalanismo", explica Rodríguez-Samaniego. La exposición incluye unas sesenta obras, entre esculturas, pinturas y dibujos, y es una nueva versión centrada en la mediterraneidad de Clarà de la muestra que la fundación hizo el año pasado en Can Mario, su museo de escultura, en Palafrugell, con obras procedentes del Museu de la Garrotxa (Olot), el equipamiento que tiene los fondos más importantes del artista.

La muestra lleva por título Josep Clarà i l’univers mediterrani y el recorrido está dividido en siete ámbitos dedicados a cuestiones como el ambiente del taller, la síntesis del naturalismo y la idealización, las fuentes de inspiración y los coleccionistas y los encargos. En todos hay una o más piezas, la mayoría de las cuales no se exponen desde el cierre del museo monográfico del artista en Barcelona, a mediados de los años 90, y el catálogo es completamente nuevo, con textos sobre el viaje a Grecia del artista en 1930, su interés por la danza libre de Isadora Duncan y las obras que hizo para la Exposición Universal de Barcelona de 1929. "Nos centramos en la plástica mediterránea de la obra de Clarà. Lo vinculamos con los presupuestos estéticos del Novecentismo y también con su proyecto ético y político, porque Clarà lo integró en su obra, y también en varias relaciones personales y profesionales, como la del arquitecto Josep Puig y Cadafalch", dice Rodríguez-Samaniego.

'La cortesana' (1928), de Josep Clarà
'El ritme' (1916), de Josep Clarà
'Joventut' (1928), de Josep Clarà

Josep Clarà cambió de rumbo hacia los años 1907 y 1908 y se dejó seducir por la "estética mediterránea", y mantuvo la serenidad, el esencialismo y el vínculo con la tradición que le caracterizan hasta el final. Esto se puede ver especialmente en una de las nuevas incorporaciones, el bronce Estàtica.

'Vida contemplativa' (1917-1918), de Josep Clarà
'La deessa' (1928), de Josep Clarà

En otro ámbito, titulado La poètica del monument, la comisaria vuelve a subrayar que Clarà no fue un escultor franquista sino que el franquismo se lo hizo suyo, obviando el clasicismo mediterranista de tintes catalanistas de antes de la Guerra Civil. Josep Clarà sintió una "incomodidad con el clima cultural e ideológico del franquismo" que ahora se puede ver sobre todo a partir de dos esculturas, Monument als voluntaris catalans (1923-1925) y Monument als caiguts (1950), donde encontró una alternativa a la imaginería falangista tradicional. "En sus escritos, Clarà dejó muy clara su incomodidad incluso con cómo se enfocó la religión a finales de los años 40 y los 50", explica la comisaria. El otro aspecto destacado es la iconografía del Monument als caiguts, muy diferente de otros de la misma temática del resto del Estado. "No es nada grandilocuente, y lo más importante es que incorpora dos personajes masculinos desnudos, próximos a la iconografía religiosa, porque recuerdan a un Descendimiento. No podemos identificar a qué lado pertenecen, son como dos hermanos, y el vencedor sostiene al vencido, no lo deja caer, no lo humilla", dice Rodríguez-Samaniego.

El recorrido acaba con un recuerdo del Museu Clarà y cómo cerró las puertas en medio de la polémica en 1995. El equipamiento estaba ubicado en la vivienda y taller, diseñado por Raimon Duran y Reynals, en el número 27 de la calle Calatrava de Barcelona, donde Clarà se había instalado en 1945. El complejo también incluía unos jardines concebidos por el diseñador de jardines y dibujante Joan Mirambell y Ferran. El origen del museo se remonta al hecho que Clarà hizo al Ayuntamiento de Barcelona su heredero universal con tal que le dedicaran museos, pero unos veinticinco años después de abrirlo, el consistorio lo cerró con el objetivo de vender el edificio; no lo hizo y en 2010 instaló ahí una biblioteca pública. Sí que salió adelante la venta de una parte de los terrenos a Nuñez y Navarro, que hizo un bloque de viviendas. Los fondos se dividieron entre el Museu Nacional d'Art de Catalunya y el Museu de la Garrotxa. "El cierre del Museu Clarà fue un auténtico escándalo, fue claramente una operación de especulación urbanística de la que salió perjudicado evidentemente el legado de Clarà pero también el ciudadano, que se vio privado de este equipamiento cultural", concluye Rodríguez-Samaniego.

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