Historia y religión

Montserrat: el milenario bueno (y el falso)

Una experiencia inmersiva permite 'entrar' en las estancias del monasterio reservadas a los monjes

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Exposición "Montserrat, 1.000 años" en el Palau Robert.

BarcelonaEl Palau Robert acoge desde este lunes la exposición barcelonesa sobre el milenario del monasterio de Montserrat. "De tantas cosas que es Montserrat, a muchos catalanes les resulta difícil explicarlo. Y, por la misma razón, a muchos extranjeros se les hace difícil entender a Montserrat", dice uno de los dos comisarios de la exposición Montserrat, 1.000 años, Marco Sureda. Es a estos dos públicos –es decir, a todos los públicos– que va dirigida la muestra, que tiene dos posibles inicios: Puertas hacia fuera y Puertas adentro. Por un lado, se realiza una aproximación a la montaña y la parte visible del monasterio; por otro, un chapuzón en la vida monástica, siempre atractiva y misteriosa por lo poco visible.

La famosa cita de Goethe abre el recorrido de puertas afuera: "En ninguna parte encontrará al hombre la felicidad y la paz sino en su propio Montserrat". Tal como explicó hace unos días la profesora Dolors Vidal en el Parlament de Catalunya en la concesión de la Medalla de Oro en el monasterio, Goethe conoció la montaña y el monasterio gracias a Wilhelm von Humboldt, hermano del explorador y él mismo antropólogo e historiador de la lengua. Este otro Humboldt también viajaba y en la primavera de 1800 subió –él sí, Goethe no– a Montserrat. La experiencia le impactó y le remitió al poema Los misterios, de Goethe. Humboldt publicó el ensayo Montserrat (1803) y le dedicó, claro, a Goethe. La obra tuvo un fuerte impacto en el romanticismo alemán: Schiller, Schopenhauer, Wagner...

El Palau Robert de Barcelona acoge la exposición 'Montserrat, 1.000 años'

Hablando de romanticismo, la muestra, aunque sea de paso, deshace la leyenda que dio pie a las fiestas del milenario de 1880, cuando el monasterio sólo tenía una veintena de monjes y había que revitalizarlo. Aquel milenario fake se hizo para conmemorar el supuesto encuentro milagroso de la imagen de la Moreneta en una cueva. Lo apadrinaron el obispo de Barcelona, ​​Josep M. Urquinaona, y sacerdotes emblemáticos como el catalanista Jaume Collell y el ultraconservador Fèlix Sardà y Salvany, partidario de recuperar la Inquisición.

Pero no son ni estos religiosos decimonónicos ni los románticos alemanes quienes hablan al visitante, sino veinticuatro testigos, a través de los cuales se explica la diversidad de vivencias montserratinas. Hay desde el ciclista Josep Pesarrodona (el primer catalán en ganar la Vuelta) hasta la premio Nobel Annie Ernaux, que en 1962, durante un viaje de verano con una amiga, rogó a la Moreneta que le diera fuerzas para acabar la su primera novela. El excursionismo, la ciencia, el arte, la poesía (Roger Mas recita el Virolai, de Verdaguer), la gastronomía (el apreciado requesón) o la religiosidad popular son otras miradas a través de historias personales, que incluyen también algunas Montserrats de nombre: en Catalunya hay 75.819. Cierra este recorrido un álbum fotográfico como el que tienen muchas familias catalanas, con imágenes de bodas, excursiones y todo tipo de visitas. ¿Quién nunca ha ido a Montserrat?

Pero el impacto más buscado es el de Puertas adentro, que permitirá a los visitantes probar la forma en que viven los monjes. Sí, se levantan temprano, pero tampoco tanto: a las 6.15 h van a maitines, pero se retiran a su habitación a las 21.30 h. Una sala con una experiencia inmersiva de más de diez minutos de duración, que permite ver diferentes zonas sólo de uso de los monjes (refectorio o comedor, sala capitular y claustro), o documentos como el Libro Rojo de Montserrat (manual por a la acogida de peregrinos escrito en los siglos XIV y XV en catalán, occitano y latín), es el colofón de este apartado, que arranca con el mensaje del abad Manel Gasch y el lema del Milenario: "Ora, lege, labora, rege te ipsum in communitate(resa, lee, trabaja y gobiernate a ti mismo en comunidad). Subliminarmente, un mensaje de fondo: la continuidad milenaria no está reñida con la modernidad.

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