La agonía olímpica

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En Cobi, la mascota olímpica de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992

BarcelonaLa palabra agonía de nuestro título viene de la misma que definía los Juegos Olímpicos en la antigua Grecia (entre el 776 a. C. y el 393 d. C.), que en lengua griega se llamaban Olympiakoi Agones: las Agonías de Olimpia. La voz agonía, derivada de la voz griega agon, ha pasado a designar, hace ya siglos, la lucha más corta o más larga que un ser a punto de morir invierte contra la muerte; es decir, el esfuerzo o combate del cuerpo vive contra el poder de las fuerzas negativas que lo liquidan.

En los Juegos Olímpicos de Grecia la palabra agon poseía un sentido equivalente, y algunas de las pruebas de lucha en aquellos juegos significaban el triunfo de una vida fuerte sobre una vida débil, como ocurría con las luchas entre gladiadores. Era una palabra relacionada –¡oh, sabiduría griega!– con el combate dialéctico, verbal, entre dos o más personas: por eso a un personaje principal de una obra de teatro, cine o novela, todavía se le llama protagonista, lo que más esfuerza, lo que más habla.

Los romanos transformaron esta designación, Agonías Olímpicas, en Juegos Olímpicos (Ludi Olympici), e hicieron caer el elemento más relevante de aquellos encuentros cuatrienales en Grecia. Pero la prueba de que los Juegos de Olimpia poseían un valor en parte político (de socialización y preparación para la guerra), en parte meramente lúdico y, finalmente, religioso, lo encontramos en la narración homérica de las competiciones que Aquiles rinde a los restos de su amigo Patroclo en elOdisea: tienen lugar carreras de carros, lucha libre, carreras a pie, lanzamiento de pesos, tiro con arco y lanzamiento de jabalina, deportes concurrentes en los Juegos Olímpicos restaurados en 1896 en Atenas. Aquello tenía todo el sentido del mundo: el esfuerzo o combate (agon) de los que participaban en aquellos juegos era el equivalente simbólico del esfuerzo (agonía) que el cuerpo de Patroclo, o quien fuera, había hecho para sobrevivir, o hacía aún para entregar el alma o su recuerdo con dignidad. Ahora la cosa va a la inversa: las marcas casi inverosímiles que se consiguen en los juegos parecen una demostración (vana) de que los seres humanos triunfaremos siempre sobre la vejez, la decadencia y la muerte.

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