Los libros y las cosas

Un antiguo país recóndito

El valle de la Vansa, en la vertiente sur del Cadí.
18/06/2025
Director adjunto en el ARA
3 min

Atesoraba resina, madera, oro, carbón, lana, jamones, vino, aceite... No era tierra exactamente de paso. Pero, montes adentro, era una tierra codiciada. Desde tiempos inmemoriales. Es todavía hoy uno de los territorios catalanes con mayor densidad de monumentos megalíticos. Los romanos también se hicieron suyo este territorio lejano y de difícil acceso. Para llegar desde la costa, la ruta más utilizada era el camino de la Sal, empleado durante siglos por los arrieros desde Cardona, el enclave de la montaña blanca: dirección a Solsona, pasando por Sant Llorenç de Morunys, saltando el Coll de Port, cruzando el valle de la Vansa y de allí, bordeando la sierra del Cadí, hasta la actual Seo de Urgell, en la confluencia del Segre y el Valira, y desde donde se enlazaba con la strata Ceretana, la que por la llanura de la Cerdanya llevaba a Iulia Libica, es decir, Llívia, fundada en la época del emperador Augusto. Hay quien se aventura a decir que Aníbal, con sus elefantes, había seguido el camino de la Sal en el 218 aC. Quizás sí.

Este antiguo país recóndito está situado entre el Pirineo y el Cadí. En el libro L'antic país antic (Anem Editors), el historiador Quim Varela ha fijado, hasta allí donde los datos lo permiten, su romanización. Erudición y divulgación: la historia poco conocida y fascinante de un rincón de mundo en un contexto geográfico todavía hoy singular y olvidado de la Cataluña vacía. La frontera política moderna ha sido, sin embargo, porosa. Desde tiempos seculares, hasta la fecha, andorranos y urgellenses mantienen lazos fuertes: familiares, comerciales, vitales. Y, al mismo tiempo, cada valle conserva su peculiar idiosincrasia.

El geógrafo Estrabón (63 aC-24 dC) describía a los habitantes del Pirineo, límite entre íberos y galos, como "sobrios". Decía: "Solo beben agua, duermen en el suelo y llevan el pelo largo al estilo de las mujeres, aunque para luchar se los atan en la frente con una cinta. [...] Practican luchas gímnicas, hoplípticas e hípicas, ejercitándose para el pugilato, la carrera, las algarabías y las batallas campales". Antes, el griego Polibio (250 aC-120 aC) había puesto nombre a los airenosioi (airenosis, tradicionalmente identificados con los habitantes del Valle de Arán) y los andosinoi (andosinos, los de Andorra).

Si Llívia era una ciudad romana importante, la Seo (Urgellum) de entrada no era una civitas, sino más bien uno oppidum o fortificación y después uno vicus o pueblo en un ancestral cruce de caminos y ríos. Llívia dominó en la vecina Cerdanya hasta la fundación de Puigcerdà, ya en pleno siglo XIII. La ciudad de Urgel no cogió peso —y mucho— hasta la alta Edad Media. El monasterio de Sant Serni de Tavèrnoles, a medio camino entre la Seo y Andorra, puede derivar de tabernulae, una antigua posta o parada. La romanización avanzó poco a poco, no sin resistencias.

En este antiguo país de cimas y valles, la toponimia romana (latina) convivió con la vascónica. El insigne Joan Coromines proponía, por ejemplo, una etimología de Urgell de raíz iberovasca: ur es agua (o fuente). Sea como fuere, el catalán occidental nació en el Urgellet y Andorra, desde donde se habría irradiado hacia el sur en el lento proceso de conquista y repoblación de los condes de Urgell entre los siglos IX y XII. De hecho, la frontera entre el catalán oriental y el occidental coincide exactamente con los límites entre Urgellet y Baridà, subcomarca a caballo con la Cerdanya. La débil romanización habría hecho pervivir en estas tierras altas el sustrato vascónico. El bilingüismo entre el protovasco y el latín se mantuvo al menos hasta el año 1000. Las cosas de la lengua son lentas, fluidas, apasionantes.

PS: este interesante libro lo he comprado en Arsèguel, pueblo del Baridà, en la librería La Puça, un pequeño milagro que hace posible Anna Riberaygua. También es milagrosa la fábrica-museo de la lana, al pie de la misma localidad, de las hermanas Isern y con una espectacular hilandera Mule-Jenny de mediados del siglo XIX en funcionamiento.

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