Novedad editorial

Gian Marco Griffi: el escritor que nadie quería y ahora es un fenómeno

'Ferrocarriles de México' es una novela de aventuras durante la Segunda Guerra Mundial que ya ha vendido más de 30.000 ejemplares en Italia

Gian Marco Griffi
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BarcelonaCuando se trata de hablar de Ferrocarriles de México, el editor de La Segunda Periferia, Miquel Adam, dice que esta novela del piamontés Gian Marco Griffi (Montemagno, 1976) es "un milagro". Lo cierto es que el libro tenía todos los números de pasar desapercibido y, muy probablemente, no habría acabado en sus manos de no ser por el entusiasmo de los lectores italianos. Traducida al catalán por Pau Vidal, Ferrocarriles de México es una novela de casi 700 páginas protagonizada por Cesco Magetti, un soldado de la República fascista italiana que recibe el encargo estrambótico de trazar el mapa de los ferrocarriles de México para sus superiores. A partir de ahí, Magetti se embarca en una aventura llena de personajes extravagantes y de historias rocambolescas, en un viaje fascinante que es, al mismo tiempo, un homenaje a grandes nombres de la literatura como Juan Rulfo y Roberto Bolaño.

Hasta hace muy poco, Griffi era un autor prácticamente desconocido en Italia. En 2019 publicó la primera recopilación de cuentos, aunque llevaba muchos años escribiendo cuentos. "A mí me parecían frescos y únicos, pero nadie parecía estar interesado. Durante muchos años viví con la certeza de que mis historias eran terribles", explica el escritor. De ese volumen vendió 264 ejemplares. "Fue como si no se hubiera publicado", dice. A raíz de esto decidió ponerse a escribir "algo diferente" para que los lectores italianos le descubrieran. "En un momento dado pensé en construir un mundo para hacer que estas historias formaran parte de algo más estructurado y complejo. Era una especie de novela de cuentos que me dio la primera oportunidad de probar suerte con una narrativa amplia", relata Griffi.

Así surgió Ferrocarriles de México, que un sello pequeño de Italia, la editorial Laurana, decidió publicar. "La respuesta de las librerías fue desastrosa: la tirada era de 1.500 ejemplares, pero en toda Italia encargaron sólo 168", explica el autor. Todo empujaba la novela hacia la intrascendencia hasta que algunos libreros, después de leerla, empezaron a recomendarla fervorosamente. "Ocurrió algo revolucionario: los libreros se enamoraron y lo vendían a los clientes más fieles, que también se enamoraron y lo recomendaron a las redes sociales. De repente, con el clásico boca a boca, la novela era conocida por innumerables lectores", señala Griffi. Luego llegaron los premios –fue candidato a Strega, el más importante de Italia– y las traducciones (al catalán, al francés, al alemán y pronto al checo y al croata), aparte de las reediciones. Por el momento, se han vendido más de 30.000 ejemplares.

Una novela "profundamente antifascista"

A pesar de las numerosas ramificaciones y tramas secundarias, Ferrocarriles de México avanza siempre con el Cesco Magetti como palo de pajar. Griffi idea a un soldado que no es un fascista convencido, pero que forma parte de la Guardia Nacional Republicana Ferroviaria y actúa en su nombre. "En Italia, antes del arresto de Mussolini, todo el mundo era fascista sobre el papel. Sencillamente, no podías evitar serlo. Si querías trabajar, y por tanto vivir, tenías que estar afiliado a los fascistas. Los jóvenes no habían experimentado nada más que fascismo, y el fascismo era su vida cotidiana", subraya Griffi. A través de Magetti, el escritor retrata "un hombre que no elige, que no puede elegir, y su dolor de muelas es un correlativo objetivo de su malestar derivado de su incapacidad para decidir quién es realmente, para asumir la responsabilidad".

Mientras hace manos y mangas para cumplir la misión encomendada, el soldado coincidirá con una bibliotecaria misteriosa (de la que se enamorará) y los oscurísimos enterradores Lito Zanón y Mec el Mut, que se encargan de hervir los cadáveres que les van llegando. Griffi dibuja una Italia ucrónica, que camina a veces hacia el realismo mágico y otras hacia la ciencia ficción. En un capítulo, por ejemplo, aparece una fábrica de tintes de la piel que cambian el estado de ánimo de las personas. En otro, Adolf Hitler y Eva Braun son los protagonistas de una divertidísima velada entre oficiales nazis. Todo ello con guiños a escritores que le cautivaron, como Roberto Bolaño, Juan Rulfo, Carlo Emilio Gadda y Beppe Fenoglio.

De trasfondo, la guerra retumba y hace que la novela sea también un espejo de la maldad humana, que el autor plantea como inevitable. "Incluso si caváramos un agujero lo suficientemente grande para enterrar todas las armas conocidas, desde garrotes hasta bombarderos americanos, los hombres todavía harían la guerra", escribe Griffi. Ferrocarriles de México quiere ser un canto a la literatura y al arte para combatirla y, sobre todo, un libro antifascista. "En Italia, nunca hemos superado al fascismo. El pueblo italiano ha estado arrastrando la dicotomía fascismo-antifascismo durante cien años. Al matar Mussolini, creíamos que nos habíamos deshecho de una ideología, pero no fue así. Hoy en Italia (y quizás en todo el mundo) no reconocemos el valor del".

"El antifascismo es una actitud: es cuidar a los demás, luchar por los derechos (que nunca duelen a nadie), ser amable en este mundo oscuro, luchar contra el poder establecido, los tiranos, todos aquellos que piensan que pueden gobernar el mundo sin respetar a nadie, como Trump o Putin (les pongo al mundo), intentar hacer al mismo nivel, intentar hacerlo al mismo nivel, intentar hacerlo al mismo nivel, intentar hacerlo al mismo nivel, intentar hacerlo al mismo nivel, intentar hacerlo al mismo nivel, intentar hacerlo al mismo nivel, intentar hacerlo al mundo. el antifascismo es también amar la propia vida y la vida de los demás, ser capaz de asignar el valor justo a las cosas. Ferrocarriles de México, en este sentido, es una novela profundamente antifascista".

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