'La historia' de Elsa Morante y el patetismo del revolucionario novato

Un fotograma de 'La Historia', la miniserie basada en la novela de Elsa Morante protagonizada por Claudia Cardinale
25/09/2025
3 min

BarcelonaEste verano he leído la novela La historia (Quaderns Crema) de la autora italiana Elsa Morante (Roma, 1912-1985), y estamos a mediados de septiembre y todavía no me he olvidado. Es una clase magistral de escritura, de compromiso social y de observación de la vida; uno de esos libros totémicos de la historia de la literatura que yo, personalmente, desconocía, y que Quaderns Crema ha publicado en nuestra lengua este año 2025. Marina Laboreo ha sido la encargada de traducir la novela al catalán, en un texto resultante que se desliza solo y con una naturalidad total, a pesar de las pícaras representaciones del lenguaje que contiene (por ejemplo, el ejercicio de traducir a un niño pequeño que no acaba de refinar el habla y que acorta constantemente las palabras; un hecho no menor para entender no sólo la personalidad entera).

Como explica la contracubierta, el libro "relata los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra inmediata a través de los ojos del Ida Ramundo, maestra de escuela de origen judío, y de su hijo pequeño Useppe, pero también del ancho elenco de personajes que les acompañan por sus periplos por los barrios y los periplos habitadas por refugiados, proscritos, prófugos y otras parias de la sociedad." La historiadura tanto tiempo (desgraciadamente, desde 1941 a 1947; años de sufrimiento real; 792 páginas resultantes), que tiene espacio para reconstruir todo un mundo a través de una literatura que es a la vez un ejercicio narrativo, una crónica periodística, un documento histórico y una biografía colectiva.

Como ocurre con las amistades que duran y se vuelven complejas y profundas, en La historiatienes la sensación de ir conociendo a las personas cada vez más, página tras página. De la mano de Ida, la protagonista, ves pasar a hombres y mujeres que llegan y se van, y otros que se quedan. Te haces cargo de la realidad a medida que ellos la van viviendo y se van acostumbrando a ella, aunque a veces sobrepasas un poco lo que sabe la madre, porque el narrador es omnisciente. Nino, Useppe, Davide, el encargado del bar y la vecina judía que busca a su familia en un tren de deportados, todos son personajes extraordinarios. Gente común que tuvo que vivir cosas que nunca nadie debería vivir, aunque ahora vuelve a ser demasiado tarde decir esto.

El poso revolucionario de las familias

La historia hace pensar en la cantidad de personas revolucionarias, contestatarias, portavoces, que ha habido a lo largo de la humanidad, no porque de entrada tuvieran nada demasiado claro, ni porque tuvieran unas aptitudes políticas claras; sino porque se han encontrado, porque la vida les ha hecho vivir un momento de conflicto y han tenido que arremangarse. Nino es un personaje fascinante porque primero piensa algo y luego la realidad se le cae encima como un saco, y pasa a defender otras ideas, y las defiende con toda la implicación posible. También hace pensar en el poso revolucionario de las familias, en la tradición ideológica que parece que acabe enclavándose en los genes y transmitiéndose de generación en generación. Y en todas aquellas personas a las que se les mezcla la juventud y la guerra, y cómo el carácter juguetón característico de la adolescencia vive o muere a la hora de afrontar la lucha armada.

En el caso de Nino, por ejemplo, su vitalidad se expresa descaradamente y, como si tú fueras Ida, su madre, esperas páginas y páginas que vuelva a escena para aportar una luz radical, chocante, frágil pero trascendente, a la obra. No hace mucho vi un vídeo de un italiano que amenazaba a su estado diciendo que si la flotilla que salía del país hacia Gaza no volvía con vida, el pueblo tomaría medidas radicales. El portavoz llevaba los puntos principales del discurso escritos en la mano, y en los pocos segundos que duraban las proclamas, pedía perdón por mirarse la palma, pero es que no quería dejarse nada. Este choque, ese patetismo del revolucionario que no lo tiene todo en la cabeza, que no tiene una seguridad de hierro, sino que debe fiarse de una tinta medio escurrida entre el sudor de los dedos, me hizo pensar en Nino y en sus compañeros, que se habían ido instruyendo unos a otros como podían: cómo la historia les requirió como podían.

Precisamente por el compromiso social de la autora que se ve reflejado en la obra, cuando en 1974 Einaudi publicó La historia por primera vez, Elsa Morante insistió en que no quería que la novela costara más de dos mil liras, es decir, que fuera barata para que todo el mundo pudiera acceder a ella. La publicación fue un éxito, pero han tenido que pasar 51 años para poder leerla en catalán. Ahora que tenemos la oportunidad, no puedo hacer más que recomedársela. Libros importantes como éste hay pocos, y los recuerdas para siempre.

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