Los hombres leen menos ficción, y quizá por eso se sienten más solos
BarcelonaHace unos años tuve un profesor de escritura creativa que, el primer día de clase, dijo, solemne: "En mi curso no aceptaré novelas rosas ni de fantasía, ya podéis cambiar de proyecto si viene con estas ideas". Esta afirmación, impropia de alguien que debe acompañar el aprendizaje de las nuevas voces, va más allá de una preferencia literaria y condensa una herencia antigua: la idea de que existen literaturas serias y literaturas menores. No es casual que el desprecio acostumbre a caer de la esquina de los géneros considerados tradicionalmente femeninos: la literatura romántica, la fantasía y la autoficción; mientras que el pensamiento, asociado culturalmente a la esfera masculina, se ha considerado el emblema de la literatura seria.
Un estudio del 2017 analizó más de medio millón de reseñas de Goodreads, la mayor plataforma de lectura del mundo, y observó que el 76% de las reseñas eran hechas por mujeres (aunque las publicadas por hombres recibían más likes). Las mujeres puntuaban más alto los subgéneros románticos (romántico contemporáneo y paranormal) y los hombres los relatos, la no ficción, la historia o la biografía. En el contenido de las reseñas, ellas destacaban el romanticismo, las relaciones y la fantasía; ellos, la estructura y el estilo. En los cómics, las mujeres resaltaban la positividad y la estética, mientras que los hombres se fijaban en los superhéroes y el crimen.
Diferentes estudios en varios países confirman que las mujeres leen más que a los hombres. En Cataluña, según el estudio de hábitos de lectura y compra de 2024, el 79,5% de las mujeres y el 68% de los hombres leen libros; el 29,5% y el 23,5% respectivamente revistas; y el 65,7% y el 58,3% contenidos en redes sociales. En el resto de medios (periódicos, cómics, webs, blogs y foros) no se observan diferencias significativas entre sexos.
Dos formas de entender la lectura
Más allá de las cifras, estos datos revelan dos formas de entender la lectura: para muchas mujeres, la ficción es un espacio de intimidad y empatía, donde se exploran emociones, vínculos y vulnerabilidad (estudios en neurociencia y psicología muestran que la ficción favorece la teoría de la mente, es decir, la capacidad). Para muchos hombres, en cambio, leer significa información, acción y análisis. Esta diferencia, resultado de una desigual educación sentimental, tiene consecuencias emocionales y sociales profundas. Los hombres han sido socializados para analizar y comprender el mundo desde fuera, pero no tanto para conectar con ellos. En un momento histórico en el que hablamos de una epidemia de soledad masculina, con mayor aislamiento, menos amistades íntimas y menos habilidades de comunicación emocional, la falta de espacio para la introspección que ofrece la lectura, en especial la de ficción, es más relevante de lo que parece.
Asociar sensibilidad con debilidad y convertir la distancia emocional en un atributo masculino ha sido un arma de doble filo: las mujeres crecen con mayor licencia para expresar emociones; los hombres, en cambio, se ven privados de espacios para representarlos o de lenguaje para comprenderse y comprender sus relaciones. Y, al final, las mujeres terminan cargando la gestión emocional de los hombres que las rodean (lo que se conoce como mankeeping), y el resultado es la insatisfacción para todos.
Quizás la epidemia de soledad que afecta a los hombres no es sólo falta de relaciones, sino de lenguaje para sostenerlas. El fomento de la lectura, y especialmente de la ficción, ya no es sólo una cuestión cultural, pues, sino una necesidad de salud pública.