Jesús Alturo: "La obra de Cardó es antigua, pero siempre placentera y de provecho"
El filólogo, paleógrafo e historiador de la cultura recomienda la obra del canónigo Carles Cardó
BarcelonaJesús Alturo y Perucho (Pont de Suert, 1954) es filólogo, paleógrafo, historiador de la cultura y catedrático de Paleografía, Codicología y Diplomática de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Fue uno de los primeros profesores de lengua catalana del tardofranquismo y tiene una curiosidad inagotable. No le hace mucha gracia recomendar un libro en concreto: "En rigor, premiar un nombre por encima de otros ya es un acto injusto. Por parcial y abusivo. Pues entre los no premiados puede haber perfectamente personas más dignas del laurel. Aunque sea a los ojos de otros árbitros igualmente caprichosos. Y pueden haber quedado excluidos de la elección o del galardón autores de semejantes o mayores méritos, pero desconocidos por haber sido condenados a un silencio envidioso y culpable. que no raramente acompaña a quienes se atribuyen la suprema autoridad de dictar sentencias inapelables sobre el buen gusto", asegura. "¡Son tantos los recomendables! Además, mis textos preferidos son obra de autores ágrafos! Sin embargo, me limitaré a recordar a un autor que, en mi opinión, merece una mayor atención y más alta consideración que la atribuida por los a menudo severos y reduccionistas redactores de nuestra historia literaria", añade.
Se trata de Carles Cardó. No es un autor actual y fue canónigo. "Toda su obra es estimable por muchas y positivas razones. Ahora sólo remarcaré su gran valor literario y el motivo de su excelencia. Es un escritor claro, sencillo, exacto. Tiene, pues, para mi gusto, las mejores cualidades que se le puede pedir a quien escribe: las que se resumen en la amable deferencia con el lector de hacerse entender fácilmente”. Alturo valora la calidad de su obra, el dominio de la lengua, y destaca que Cardó recibió una muy buena formación humanística en el Seminario. "En su época el cultivo de las lenguas clásicas era una exigencia irrenunciable y fundamental para una educación eminente. Es justamente esta preparación, inspirada en la mejor tradición de la Iglesia, la que sin duda le procuró un dominio muy eficaz de la lengua y, de rebote, le dio un estilo limpio, llano y elegante en su más desnuda sencillez. La noche transparant (1935). Una obra antigua, pero siempre placentera y de provecho", resume.