Literatura

Josep Piera: "Vivir casi un año ingresado en un hospital, muy enfermo, me hizo más humano"

La nueva editorial Cap de Brot reedita el emblemático 'Ací s'acaba tot' en una versión corregida y ampliada

Josep Piera, en la librería Ona de Barcelona
17/02/2025
3 min
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BarcelonaAunque Josep Piera (Beniopa, 1947) se considere sobre todo poeta, ha dejado un puñado de libros de prosa memorables, entre ellos El risco verde (Destino, 1982) –con el que ganó el premio Josep Pla–, Verano griego (Destino, 1985) y Aquí acaba todo (Ediciones 62, 1993), que la joven editorial Cabo de Brot acaba de reeditar en una versión corregida y ampliada. "El epílogo que ha escrito ahora Josep nos ha hecho llorar de emoción", reconoce Josep Maria Codina, que junto con Germán Bartolomé y Judit Pujol acaba de poner en marcha un proyecto que ya ha presentado sus primeros tres títulos: Pájaros de barro, de Santiago Rusiñol; La marca del anzuelo, de Laura G. Ortensi, y Aquí acaba todo.

Después de tener que conseguir parte de la obra de Josep Piera en librerías de viejo o bibliotecas, los editores de Cap de Brot se decantaron por recuperar una de las cimas del autor valenciano, desde hace años introbable. Piera cuenta, con una prosa "que quiere ser estilizada ya la vez natural" –en la línea de tres de sus maestros, Josep Pla, Mariano Manent y Joan Fuster–, su primer viaje a Sicilia y la larga temporada que pasó hospitalizado en Gandía a causa de un brote grave de la enfermedad de Crohn, que en aquellos momentos no era conocida. "A los 40 años tuve que aprender a ser otro –recuerda ahora–. Vivir casi un año ingresado en un hospital, muy enfermo, me hizo humano. Cada insignificancia que conseguía se convertía en una maravilla. Nunca olvidaré el día que pude salir de mi cuarto y mirar, a través de la ventana, y como salían de la ventana", como los niños salían.

Un graffiti provocador

El periplo que explica Josep Piera a Aquí se termina todo arranca en Palermo, "jardín de agonías" que, sin embargo, es capaz de esconder la belleza, "de una timidez púdica", del cuadro elAnnunziata de Antonello da Messina. El trayecto "sin meta ni rumbo, al azar del destino" del autor, pasa por lugares como Agrigento, Catania, Siracusa y Randazzo. "Fue en este pueblecito junto al Etna que vi, en la estación de tren, el graffiti de un falo inmenso, con la collonera incluso, que regaba de esperma el nombre de Laura. En un graffiti puedes encontrar toda la historia de la literatura, desde el deseo más elemental hasta la mujer a la que Petrarca dedicó el Cancionero".

Cuando viajaba, Piera se llevaba un cuaderno para tomar notas y la cámara de fotos. "Una y otra cosa me servían más adelante para escribir –recuerda–. Recuerdo una foto en la que aparecía una imagen delAnnunziata desgarrada en una pared de Palermo y, debajo, las siglas del Partido Comunista y las del Movimiento Social Italiano, los dos extremos que sintetizan el país: el comunismo y los nostálgicos de Mussolini que, por desgracia, han acabado dando lugar a Giorgia Meloni y compañía”. 85-1986 hacía de lector de catalán en Nápoles me di cuenta de que mi Italia es la del sur –reconoce–. Nápoles y, más adelante, Sicilia, me educaron a entender la belleza de la degradación. Me di cuenta de que no había gran diferencia entre las pilas de basura que había en todas partes y las esculturas e instalaciones de los museos".

Del Premio de Honor al futuro incierto

Cuando, hace un par de años, Josep Piera recibió el Premio de Honor de las Letras Catalanas, su estado de salud era precario. "Aún tengo presente la noche en la que me entregaron el premio al Palau –dice–. Todo el mundo me aplaudía y yo levantaba los brazos para dar las gracias. Iba alucinado y no me había tomado nada, ¡te lo prometo!" El autor valenciano se encuentra mejor, actualmente, pero todavía no ha recuperado las fuerzas para reanudar su ciclo de memorias, que incluye títulos como Puta posguerra (Ediciones 62, 2007) y Cambio de rumbo (Alfonso el Magnánimo, 2023).

"Quisiera dedicar un libro a la década de los ochenta, mis años de plenitud creativa y vivencial", admite. Fueron años prolíficos, con poemarios como La sonrisa de la hierba (Proa, 1980) y Maremar (Ediciones 62, 1985), así como los mencionados El risco verde y Verano griego, además deUn bellísimo cadáver barroco (Ediciones 62, 1987). "Podría empezar explicando el viaje a Nueva York que hicimos una expedición de autores en lengua catalana, la mayoría de ellos fallecidos, entre los que se encontraban Jaume Fuster, Josep Maria Castellet, Maria Antònia Oliver y Joan Fuster –recuerda–. Fue en la primavera del 82. Esperaba encontrar la escalforeta mediterránea y al cabo de un minuto. malentendido: yo no era miss Piera il'Àlex Susanna no era miss Susanna!"De momento, Josep Piera no ha encontrado el momento de ponerse a escribir: "Cada noche me acuesto pensando la primera frase del libro. Al día siguiente, cuando me levanto, soy incapaz de recordarla".

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