Una madre con unas inmensas ganas de matar
'Series loca si no lo hicieras' es la primera e impecable novela de Mara Faye Lethem que podemos leer en catalán, protagonizada por una madre brutal, rebelde y lúcida
- Mara Faye Lethem
- Malas Hierbas
- Traducción de Míriam Cano
- 180 páginas / 19,90 euros
Mara Faye Lethem (Nueva York, 1971) escribe como si abriera con un cuchillo recién afilado la carne tierna —ya menudo podrida— de la maternidad contemporánea. Traductora al inglés de Albert Sánchez Piñol, Pol Guasch, Jaime Cabré, Jordi Nopca y Max Besora, ahora publica en catalán su primera novela, Series loca si no lo hicieras, traducida por Míriam Cano. Se trata de una historia con un comienzo típico de comedia ligera, llena de risitas nerviosas, de madres en el parque y de padres que no entienden nada, pero que pronto se revela como un sátira feroz, un retrato ácido de la trampa fascista que supone la perfección. La protagonista, Barbara, embarazada por segunda vez, transita un paisaje suburbial que lleva a yogures ecológicos y ansiedad. Todas las madres de su alrededor son impecables, controladas, eficientes; ella, en cambio, arrastra la sensación de estar a punto de explotar tanto cuerpo como pensamiento.
Y ésta es la clave de la novela: la fisura entre lo que debería sentirse y lo que realmente se siente, entre el relato edulcorado (y romántico) de la maternidad y su parte oscura, física, visceral. Lethem pone el foco y las sombras con una voz que se atreve a verbalizar lo que muchas callan por tradición atávica mal entendida. Hay en el estilo de Series loca si no lo hicieras una sinceridad brutal, una especie de realismo salvaje que recuerda, en tono, a las novelas de Rachel Cusk o de Sheila Hetipero con una ironía más áspera, más mediterránea. El lenguaje es directo, sin maquillaje, con momentos de humor negro que funcionan como torturas malayas: hieren pero a la vez alivian. El lector ríe, pero ríe incómodo, consciente de que detrás de cada escena hilarante se esconde una rabia antigua. Lethem sabe que la maternidad no es sólo el instinto protector ni la imagen de ternura infinita, sino también la pérdida de control, un embate contra uno mismo. Y el relato de Barbara —con los feroces pensamientos, las contradicciones, la mirada fatigada sobre el mundo ejemplar que le rodea— es el espejo sucio donde todas estas tensiones se reflejan.
Una novela cargada de electricidad
El texto es de una agilidad admirable: nada sobra, y cada página contiene una electricidad subterránea que no pasa desapercibida. Lethem juega con la incomodidad, con el humor que roza el pánico, con el detalle doméstico que se transforma en símbolo del desastre inminente. El ambiente de barrio residencial es tan fácil de reconocer que duele: las conversaciones en el parque, las tutorías, las fiestas infantiles, las parejas que viven de cara a la galería. La novela es un retrato social de primer nivel y también funciona como autopsia emocional. Barbara observa, siente, odia, desea, duda. Y en ese caos hay una verdad que resuena: la de todas las mujeres que han tenido que fingir serenidad mientras el mundo (y el cuerpo) les reclamaba otra cosa. Series loca si no lo hicieras es un grito que sale disfrazado de carcajada, una comedia que se resquebraja por dentro y nos deja ver la herida. Y esa herida —cruda, brillante, necesaria— es, sin duda, su victoria literaria.
Barbara tiene dos grandes rasgos distintivos: los ojos de color mercurio y unas inmensas ganas de matar. El título podría haber sido Una asesina preñada. Cuando la montaña rusa donde viajan sus hormonas toma el control, ella espeta una respuesta mordaz a Brian, el marido, sufre un ataque injustificado de celos contra Cate o comete unos cuantos homicidios sin ningún problema. Barbara no sólo asesina cuerpos, sino versiones de sí misma. Su gesto de cortar la cabeza en el conejo de juguete no es un accidente, es un preludio. Barbara mata por recuperar el pulso, por acordarse viva entre pañales y expectativas. El asesinato no es crimen, es rebelión: una forma de maternidad alternativa, brutal y lúcida, que desnuda a la ficción doméstica hasta dejar sólo la carne y la culpa.