Los libros y las cosas

"¡Qué mierda de mundo nos dejan!"

Caritas de Putin y Trump en un mercta de San Petersburgo.
10/09/2025
Director adjunto en el ARA
3 min

Es la acusación generacional más repetida. Y tienen razón. Los boomers hemos fallado. Las democracias hacen aguas, la crisis climática parece inatajable, los líderes autoritarios dominan la geopolítica, vuelve un clima belicista, las desigualdades sociales resultan sangrientas, el desconcierto educativo crece, la polarización ideológica y religiosa avanza de la mano de nuevos dogmatismos, las guerras culturales ahuyentan el diálogo... Sin duda, los jóvenes tienen motivos de sobra para criticarnos.

Ante el momento distópico, en el ensayo Este confuso y desigual mundo contado a los jóvenes (Octaedro), el periodista y, desde hace poco, docente Víctor Saura se ha propuesto arrojar algo de luz. Ante el cabreo escapista, ensaya de dar claves para comprender, para criticar con conocimiento de causa. También para superar el tópico de "todos los políticos son iguales" (y todos los periodistas y todos los maestros y adultos...) y para ir más allá de la respuesta individual. El hecho de que a los 33 años tuviera un hijo con síndrome de Down no ha hecho más que reforzar su mirada lúcida y compasiva: le ha obligado a la humildad de aprender de nuevo muchas cosas y de entender la complejidad y fragilidad del mundo. Una sensibilidad que se refleja en el libro.

El mundo no gira redondo, está claro. Saura lo analiza con vocación pedagógica, para hacerse entender por todos, jóvenes y adultos, sobre todo en lo que se refiere a la economía globalizada. Sin rebajar ni un ápice sus contradicciones y desigualdades, hace constar que, si miramos los datos globales (índice de mortalidad, pobreza, alfabetización, feminismo...), "cualquier tiempo pasado fue peor". Lo que ocurre es que las expectativas a caballo de las promesas ideológicas y tecnológicas del siglo XX están lejos de cumplirse, en especial en un Occidente que pierde pie porque está olvidando sus valores humanistas e ilustrados fundamentales: libertad, igualdad y fraternidad.

¿Pero qué ven los jóvenes de aquí cuando imaginan su futuro concreto? Pues que el ascensor social se ha estropeado y la meritocracia ha quedado distorsionada. El esfuerzo ya no siempre tiene premio. El pesimismo ambiental es contagioso, también en el entorno económico. Y en lo psicológico: resulta fácil caer en el pasotismo y la indiferencia. Aunque lo que sabemos hacer mejor es colaborar, parece que hayamos entrado en una fase involucionista, en un sálvese quien pueda selvático, abocados a competir sin normas ni regulaciones, donde vuelva a reinar la ley del más fuerte o del más vivo o del más falto de escrúpulos. ¿Por qué debo pagar impuestos? Objetivo: tener cuanto más dinero mejor, y punto. Especuladores y defraudadores campan alegremente. Lo que no lo logra es que se lo ha buscado. ¿Civismo? ¿Solidaridad? ¿Empatía? ¡Anda ya!

Éste es el marco mental que gana adeptos, con la crisis de la vivienda como paradigma, el bien de primera necesidad más expuesto al libre mercado, como muy bien experimentan los jóvenes, una parte de los cuales (sobre todo chicos) se están convirtiendo en caldo de cultivo de los discursos nihilistas de la extrema derecha.

Saura da pistas de cómo no caer en la trampa simplista ultra. Cuidado, en especial, sobre la mala información, tan tóxica para la mente y el espíritu como una mala alimentación lo es para el cuerpo. Sabe, por experiencia propia, que el periodismo no es puro (recibe presiones, está condicionado), pero que existen grandes diferencias entre medios. Por interés propio, recomienda realizar el esfuerzo de elegir una dieta informativa sana. "¿Está seguro de que los contenidos gratuitos que consume los ha elegido ustedes y no un algoritmo?", se pregunta. Alerta también sobre los medios y periodistas de trinchera: "El periodismo, cuando realiza activismo, ya no hace periodismo, sino que se erige en propagandista acrítico". Colofón: "Desconfíe de los dogmas y de los dogmáticos, de las sectas y de los sectarios, de quienes pregonan soluciones fáciles a problemas complejos, de quienes sólo saben criticar. Sean personas críticas, no criticones".

En todo caso, bien o mal informados, la vida sigue y seguirá siendo incierta. Y breve. Seguirá terminando con la muerte, por mucho que Putin y Xi, ejerciendo con mano de hierro el poder y flotando en sus sueños imperiales, flirteen con la eterna juventud. Con la ayuda inestimable de Trump, nos dejarán el mundo hecho una mierda.

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