Poesía

La profundidad y el vuelo de la poesía de Antoni Tàpies Barba

Pagès Editors publica una antología del autor al cuidado del también poeta Jordi Llavina

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El poeta Antoni Tàpies Barba

BarcelonaEn la presentación del Any Tàpies, su hijo Antoni cerró su parlamento leyendo un poema que escribió cuando murió su padre. Aparte del sentimiento, fue un gesto significativo, si se tiene en cuenta que la poesía de Antoni Tàpies Barba (Barcelona, ​​1956) a veces quedó en segundo término respecto a su trayectoria profesional como galerista de arte y la su labor en la promoción de la obra y el legado de su padre. "Me dediqué más a la creatividad de los artistas que a mi propia creatividad", afirma Antoni Tàpies Barba con motivo de la publicación de una antología de su obra poética, titulada La luz deshabitada. Antología (1973-2002), al cuidado del también poeta y crítico literario Jordi Llavina y publicada por Pagès Editors: “Le agradeceré siempre a Jordi Llavina el apoyo que me ha dado, porque realmente lo necesitaba. He escrito ocho libros, y me hace mucha ilusión que mis libros vuelvan a estar presentes en las librerías, aunque sea de forma parcial”, afirma Tàpies Barba, que es considerado uno de los poetas catalanes más importantes de los años 70 .

Antoni Tàpies Barba se formó como médico y, al mismo tiempo, atendió la necesidad que tenía de expresarse. Se licenció en medicina y en medicina y cirugía y se especializó en medicina interna. Ejerció hasta 1988, cuando fundó una editorial de obra gráfica, Edicions T, y en 1994 abrió la Galería Toni Tàpies. El primer libro, Siboc (1973), lo publicó cuando aún no había cumplido veinte años. Fue el cuarto libro de los emblemáticos Libros del Mall. “Empecé haciendo algún poema visual, muy influenciado por Joan Brossa, a quien entonces veía mucho, y después hice Siboc, donde hay caligramas, es decir, hay palabra pero existe un componente visual importante”, explica el autor. Más adelante publicó Las danzas de U (1975), Días de aguas (1980), La voz del viento (1988), La criba de la noche (1990) y Materia de los astros (1992).

La pandemia, el desencadenante

Entre el penúltimo libro de Tàpies Barba,El Escrivente (1999), y el último, El hacedor de reyes (2022), pasaron 23 años. “Durante todos estos años tenía escrito medio libro que nunca acababa de salir. Cuando se desató la pandemia, y nos quedamos encerrados en casa en cuarentena, pensé que debía hacer algo, porque no sabía cómo saldría debiendo permanecer encerrado durante tantas semanas, y una de las cosas que voy hacer fue volver a tomar el libro que tenía empezado y corregirlo de arriba abajo. Y al hacerlo volvieron a venir las ganas de escribir y lo acabé. Fui capaz de escribir durante todos aquellos días de una forma muy regular y mucho más intensa”, explica el autor.

De la poesía de Tàpies Barba, Llavina pone de relieve la raíz que tiene “en esencia, una raíz simbólica”, con motivos recurrentes extraídos de la naturaleza como los árboles y animales como el halcón y los lobos. Con todos ellos, Tàpies Barba ha forjado un universo muy personal del que ha dado visiones distintas a lo largo de los años. Llavina apunta que el bajo continuo de Días de agua es "la reflexión constante sobre el tiempo". En Materia de los astrosTàpies Barba se adentró en la forma clásica del soneto, y El Escrivente está compuesto por unos breves poemas en prosa que tienen un carácter aforístico. “La poesía de Tàpies Barba pretende, a menudo, revelar lo que queda oculto, que no es evidente en los corduras corporales, que diría Llull. Como si se propusiera alcanzar, sólo, la belleza que esconde un hueso”, dice Llavina. “Para mí la poesía es una forma de ver el mundo, una forma casi metafísica, de percibir el mundo, en el sentido de que hay algo que para mí está más allá del mundo físico”, dice Tàpies Barba. “Para mí la poesía es como un gran árbol, un árbol fantástico, pero no debemos quedarnos simplemente con la observación de las hojas y las ramas, que son tan bonitas, y del tronco fantástico, sino que también hay unas raíces de este árbol que se adentran en la profundidad, en la oscuridad, que son tanto o más necesarias que el ramaje. Entonces, para mí la poesía tiene estas dos bandas, una banda más luminosa, otra más de la naturaleza, y esta banda profunda, que se arraiga a la oscuridad. Existe la reflexión, hay cierto misticismo”, concluye el autor.

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