Rahola y los almogávares
En unas declaraciones a un diario del país, Pilar Rahola, ganadora del premio Prudenci Bertrana de 2024, hablaba con argumentos sólidos de su novela Cornelius, el almogávar. Rahola, que es más política y opinadora que escritora de gran patente, afirmaba que había escrito este libro para enaltecer a los almogávares, esas tropas de asalto (sturmtruppen, en alemán del segundo y tercer Reich), un ejército de mercenarios que contribuyó eficazmente a la expansión de los catalanes en el Mediterráneo, activos sobre todo durante los siglos XIII y XIV.
Habiendo estudiado durante dos años los hechos de armas de los almogávares —no hay mucha bibliografía para obtener información veraz sobre sus hazañas; ni Ramon Muntaner, militar y cronista, lo explica todo—, la opinadora, siempre entusiasta de la causa independentista, aseguraba que "protagonizaron uno de los momentos más épicos de la historia europea". En realidad, los protagonistas del prestigio de la Corona de Aragón, Cataluña incluida, fueron los reyes de esta Corona y, en segundo lugar, los mercaderes que viajaron por un mar que se convirtió, sin duda, en un espacio de dominio de los catalanes (más que de los aragoneses, que no tienen mar), lo que puede llenarnos de orgullo cuando hacemos memoria.
Pero una cosa es hacer memoria y otra es distorsionarla o adaptarla a un propósito que obnubila nuestra autora, y mucha gente desde el Romanticismo. La Edad Media es, en este sentido —como lo fue para el nacionalismo alemán— un espacio político y una época histórica que se prestan a la perfección, al enaltecimiento épico de nuestro pasado —mucho más que los hechos de 1714, que forman parte de un período histórico en el que ya no se practicaba la épica—. Unos cuantos escritores, dramaturgos sobre todo, hicieron la vista gorda ante la historia y la evolución literaria tal y como se produjo en realidad, y transformaron en épica hechos históricos que sólo merecen ese nombre si se adultera la lectura de lo ocurrido.
Los almogávares no lucharon en Sicilia y después en Tesalia, Tracia, Asia Menor y los Dardaneles movidos por el amor a la patria, porque ni este concepto ni el de nación existían todavía. Combatían bajo el dictado de la Corona de Aragón, pero lo hacían, sobre todo, porque se enriquecían de una manera que hoy nos parecería inconcebible: el botín que conseguían en cada contienda —siempre acompañada de violaciones de chicas y mujeres; degüello indiscriminado de los enemigos, criaturas incluidas; destrucción absoluta de los sitios; robos y quema en manos derramadas— era descomunal. De hecho, Rahola acepta que los almogávares "hicieron barbaridades", pero no cabe afirmar que esto es un ejemplo para nuestras luchas actuales, porque nuestra "épica", dice, "también es una épica salvaje". No sabemos a quién oa qué se refiere, pero el lema "despierta hierro", cuando no se posee un ejército, no es una consigna realista.