El recuerdo de una reunión clandestina
BarcelonaTerminaremos con un poema de Pere Fages de Climent (1902-1968), ciudadano honrado de Castelló d'Empúries, el pueblo de mi linaje por línea paterna. Fages, hoy plenamente reivindicado, escribió en una fecha que no puedo precisar el poema Himno en el Empordà, una región que tradicionalmente había sido federalista y ahora es principalmente independentista: vaivenes de las ideas. Yo mismo –si hoy me deja hablar en primera persona, que odio tanto como Pascal: "Le moi est haisable"– iba a la criatura con el padre o con el tío, el heredero de la masía, a visitar la librería de Can Canet en la Rambla de Figueres, donde se reunía a escondidas una pandilla de "federales de toda la vida" en la trastienda del establecimiento, guardada sólo por una cortina de poca entidad, en una penumbra capaces. y decenios posteriores se hablaba de política, y así adquirí los fundamentos de lo que podría llamarse mi tirada al respecto por las opiniones de los demás, la tolerancia, ninguna animadversión hacia los diversos pueblos de Cataluña y de España, y un sentimiento de fraternidad insobornable con todos los seres capaces de hablar, por eso lo federamos. fascinante; hoy sólo lo cambiaría por una confederación justa, efectiva y amistosa.
nada publica en unos términos, otros lo formulan de otro modo, otros se desdicen de los propósitos que tenían, otros viven en el desencanto, muchos se aferran a la fe. Ahora sólo podemos esperar que todo se resuelva de la forma más satisfactoria para todos: hombres, mujeres, criaturas, ancianas, curas y mozos de escuadra. Una de las vísperas de aquellas reuniones clandestinas, Canet nos leyó este poema de Fages de Climent, Himno en el Empordà, que transcribo.
Si todos los federales nos apretamos la mano
para rodear el amor de esta gaia tierra,
donde las vírgenes estáticas tienen perfiles de jarra
y la luna y el sol son de menta y azafrán...
Orfeo, el Xantre Grec, ¡cómo canta en catalán!
Calipso ha aprendido la danza que inicia el pie izquierdo.
El dedo de la tenora firma en el corazón, que no se equivoca,
que es la hora amorosa de creer y esperar.
Descienda el montañero al ritmo del baile plano.
Que el insular suba el arjau que se agarra al puño
y los fieles separados traspasen la alta sierra
vertiente jarras de nieve del Canigó hermano.
¡Danzamos brazos en cruz, deleitando el más allá!
Derribamos el plinto de Marte, dios de la guerra,
y con hojas de olivo colgamos su desecho
y en Elche la Esfinge sonría y el viento se vuelva claro,
si todos los catalanes nos apretamos la mano.
Salve te vale.