Literatura

Cómo relacionarse con los nazis en la Checoslovaquia de 1939

El protagonista de la primera novela de János Székely traducida al catalán es un antifascista primario, preideológico e instintivo

Adolf Hitler en el castillo de Praga en 1939
05/07/2025
2 min
  • János Székely
  • Viena
  • Traducción de Jordi Martín Lloret
  • 146 páginas / 19 euros

János Székely (Budapest, 1901–Berlín, 1958) fue un antifascista consciente y sofisticado. Periodista, guionista cinematográfico (primero en la Alemania de los 20 y después en Hollywood) y novelista, se exilió de su Hungría natal cuando el reaccionario nació al reaccionar. Más adelante se instaló en América huyendo de la Europa ocupada por los ejércitos de Hitler. curioso, en este sentido, que el protagonista de su novela breve Esto no se le hace, a Svoboda (1940) sea todo lo contrario: un antifascista primario, preideológico, instintivo.

Ambientada en un pueblecito de la Checoslovaquia de principios de 1939, cuando los nazis hace meses que se han anexionado los Sudetes y apenas han establecido el Protectorado de Bohemia y Moravia, la novela de Székely pone el foco en cómo los diferentes habitantes –un coronel venerable, un abogado- toman la aparición invasora de los nazis y, sobre todo, el ejercicio abusivo y arbitrario del nuevo poder y la nueva autoridad. "La ocupación de Checoslovaquia se había llevado a cabo con la rapidez de un atraco gigantesco": así lo resume el autor-narrador en una de las muchas frases vistosamente fulminantes que relampaguean en el libro.

Habilidad y finura

De entre la nutrida y vivísima galería de personajes, destaca sobre todo la Svoboda del título. Es un mozo de estación "nacido en la Eslovaquia más oscura, donde los campesinos viven todo el año de las patatas", bastardo y tonto, veterano de la Gran Guerra (volvió con el pecho lleno de condecoraciones y el cuerpo lleno de metralla), que habla de una manera incorrecta ya veces incomprensible. gordo y bonachón", algo que al Svoboda ya le va bien porque "siempre estaba de buen humor y completamente satisfecho con el orden de las cosas". Pero, paradójicamente, toda esta simplicidad casi animal, que le hace incapaz de interpretar como toca los hechos del mundo y que le deja inerme ante las malas intenciones de quienes quieren burlarse o quieren endurecer crímenes que no ha cometido, también es lo que, cuando los nazis le eligen como jefe de turco de una permite ver las cosas de una forma más clara y hacerse las preguntas impertinentes e importantes: "¿Cómo puñetas puede un hombre que no sabe checo –se pregunta en referencia al jefe nazi del pueblo– ejercer una autoridad en Checoslovaquia?".

Junto al logradísimo tono tragicómico y el ritmo narrativo frenético, la gran virtud de la novela es la habilidad y la finura con la que Székely muestra cómo el Svoboda se relaciona con las autoridades nazis. Primero se relaciona desde el estupor, la mansedumbre y la servidumbre conformada, pero al fin, cuando ya no puede más, de repente estalla y pasa a relacionarse con la indignación pura, ingenua pero también temeraria y poderosa, del inocente que planta cara al mal sin ser capaz de concebir como de monstruo.

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