Las siete vidas de la centenaria librería Alibri
El emblemático local situado en el Eixample barcelonés ha sobrevivido a colectivizaciones, una bomba, expropiaciones y crisis diversas
BarcelonaUn hombre con gabardina y sombrero se pasea de incógnito por los pasillos de Alibri hasta que, a la hora de pagar la novela que quiere regalar a la amiga que le acompaña, ya no puede camuflar su identidad: se trata deArturo Pérez-Reverte, que no ha querido perderse el centenario de una de las librerías más antiguas y queridas de Barcelona. El autor deEl club Dumas ha terminado firmando en el equipo de Alibri un ejemplar de la última entrega del capitán Alatriste la misma semana que han soplado cien velas, cima de una larga y accidentada trayectoria que comenzó a finales de noviembre de 1925, cuando Anton Schaedel, librero alemán formado en el Institut Herder de F barcelonés, Herder –Alibri desde finales de los 90–, que todo el mundo conocía con el apodo de "la librería alemana". El establecimiento, situado en un primer piso del número 22 de la calle Balmes, estaba dedicado sobre todo a la importación y venta de libros en castellano y en latín editados por la editorial Herder, fundada en 1798 en Friburgo.
"En un siglo de vida, Alibri ha sobrevivido a colectivizaciones, una bomba, expropiaciones, transformaciones urbanas y otras crisis, pero seguimos aquí", explica Tomàs Casals, director general de la librería desde que, a finales del 2022, la empresa que lidera, Bookish, llegara a un acuerdo con los propietarios. Semanas atrás, la dirección había comunicado a la plantilla el cierre. "Uno de los activos de Alibri es su historia –sigue Casals–. Durante décadas, en el barrio Gòtic y el Eixample había habido librerías emblemáticas como la Catalònia, la Canuda, la Cinco de Oros y la Francesa. La única que todavía existe es Alibri. El paso del tiempo le ha acabado convirtiendo en la gran librería clásica de Barcelona”.
El accidentado camino hasta el presente
La antigua Herder del primer piso de Balmes no tardó en trasladarse a los bajos. En 1931, cuando Barcelona celebró por primera vez el Día del Libro el 23 de abril, los libreros del establecimiento se volcaron con entusiasmo. "Sabían que formaban parte de una Barcelona que leía, que debatía, que soñaba", se puede leer en la exposición que Alibri dedica a su primer centenario en el interior del establecimiento. Si la librería ha tenido siete vidas, como los gatos, la segunda empezó cuando, en 1936, al principio de la Guerra Civil, fue "colectivizada por la FAI y rebautizada con el nombre de La Internacional, momento en el que parte de su más valioso fondo fue destruido", continúa Casals. Herder nació por tercera vez cuando, el 17 de marzo de 1938, una bomba cayó a pocos metros del local, en la esquina de Balmes con Gran Via, y aunque destrozó sus escaparates, no la destruyó.
El actual Alibri pudo pasar a la historia al término de la Guerra Civil, cuando desde Friburgo, Herder decidió cerrar la sucursal barcelonesa porque las pérdidas eran insostenibles. Meses después, parte del equipo fundador recompró el negocio y lo reabrió. Quedaba inaugurada la cuarta vida de la librería, que en 1941 fue reconocida oficialmente como librería universitaria –la benefició estar justo al lado del edificio histórico de la Universidad de Barcelona–, y cinco años después se trasladó a la ubicación actual, el número 26 de Balmes. En 1971, cuando Antonio Valtl –vinculado con el establecimiento desde hace casi cuatro décadas– compró la parte de Leo Fetscher y se convirtió en su único propietario, nombró como director a Hermann Nahm, que modernizó el establecimiento. "Fue a partir de entonces que la librería se especializó en tres temas que todavía son fundamentales: la psicología, los idiomas y las humanidades –recuerda Tomàs Casals–. Nos gusta combinar estas especializaciones con la vocación generalista actual de Alibri".
Si la quinta vida de la librería coincidió con el tráfico hacia la democracia, el auge cultural de la década de los 80 y la energía derivada de los Juegos Olímpicos de 1992, la sexta quedó inaugurada en 1999, con el cambio de nombre. Alibri quiere ser una síntesis del espíritu de la casa, neologismo creado a partir de la fusión dealumni y librio. En otoño del 2022, la librería comunicó su cierre debido a "las dificultades económicas" para que el proyecto subsistiera. Bookish, dedicada hasta entonces a la suscripción literaria, la compró para asegurar su continuidad. "Hasta entonces nos habíamos comunicado con los lectores desde la distancia, pero a partir de la llegada a Alibri quisimos acercarnos –comenta Casals–. Que Barcelona cuente con una librería como la nuestra, con más de 1.400 metros cuadrados y un fondo que se acerca a los 100.000 títulos, es un privilegio 1797] y para París lo es la Shakespeare & Company [1919]".
En Alibri trabajan actualmente 15 personas, "un equipo muy experimentado que trabaja protegiendo la esencia de la librería y al mismo tiempo haciendo avanzar las cosas", afirma Casals. Desde la adquisición de Alibri, Bookish también ha comprado, en 2024, la Caselles de Lleida1 (2009). "En un mundo en el que cada vez más los centros de las ciudades se hacen homogéneos, las librerías con historia aportan autenticidad y un vínculo importante con los ciudadanos", asegura el actual director general de Alibri.