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El Liceu proyecta su segunda sede en el Imax del Port Vell

La comisión ejecutiva del teatro valora la propuesta este miércoles y preparará el proyecto para la primavera

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El Imax del Puerto Viejo cerró hace siete años y se ha ido degradante

BarcelonaDespués de que la alianza entre el Hermitage y el Gran Teatre del Liceu quedara en nada por la negativa del Ayuntamiento de Barcelona a instalar una sucursal privada del museo ruso en terrenos del Port de Barcelona, el teatro de ópera ha continuado trabajando para encontrar un emplazamiento idóneo para abrir una segunda sala, que dedicaría a proyectos más experimentales y contemporáneos. Según ha podido saber el ARA, este nuevo emplazamiento será el antiguo cine Imax del Port Vell, cerrado desde el 2014. Esto es lo que se plantea este miércoles en la comisión ejecutiva del Liceu, donde están representadas las administraciones que lo conforman (el Ayuntamiento de Barcelona, el Gran Teatre del Liceu, el ministerio de Cultura y la Diputación de Barcelona). Si recibe el visto bueno de las instituciones, el director general del teatro asumirá el encargo de presentar el proyecto de cara a la primavera y paralelamente empezaría el proceso para buscar la financiación para sacarlo adelante. Desde la conselleria de Cultura no quieren valorar la operación hasta que vean "la viabilidad del proyecto". La propuesta podría suscitar un acuerdo más amplio que el que tuvo la entrada en el Hermitage, porque ni siquiera tenía los metros cuadrados necesarios para meter una sala de conciertos y un museo a la vez.

Cuando el mayo pasado el Ayuntamiento tumbó el proyecto del Hermitage, tanto el regidor de Cultura (que entonces era el actual ministro Joan Subirats) como el director general del Liceu, Valentí Oviedo, afirmaron que se podría buscar un espacio alternativo en el mismo puerto. Entremedias, ha habido un relevo en la presidencia del Port de Barcelona, que ha pasado de Mercè Conesa –gran defensora del proyecto Hermitage– a Damià Calvet.

Un derribo anunciado

El espacio del Imax tiene varios atributos que pueden contar a la hora de escogerlo. Por un lado, el hecho de que se trata de una concesión que ha recuperado el Port de Barcelona después de años abandonado por la empresa que gestionaba el Imax, Teatromax; una degradación que incluso acabó con un incendio en enero del 2020 porque en él malvivían una veintena de personas sin techo. Según la licencia, el solar se tiene que utilizar para usos comerciales, culturales y recreativos. Las opciones que se han considerado a lo largo de los años han sido diversas, desde la ampliación del centro comercial del Maremagnum hasta la posibilidad de construir un teatro o también un espacio vecinal. La concesión caducaba en 2024, pero en febrero del 2020 el Port anunció que el solar se derribaría, 25 años después de la pomposa inauguración de la sala por parte del alcalde Pasqual Maragall y el ministro de Obras Públicas, Josep Borrell.

Por otro lado, la medida del espacio lo hace viable: se trata de un edificio de unos 25.000 metros cuadrados, el doble de los que tenía el proyecto del Hermitage diseñado por Toyo Ito. En tercer lugar, hay que tener en cuenta que, a pesar de que está en el puerto, el acceso al Moll d'Espanya no se hace a través de la avenida Joan de Borbó, que según los estudios encargados por el consistorio no admite más volumen turístico, sino desde la Rambla y el paseo de Colom. Finalmente, juega a favor el elemento de revitalización que tendría este proyecto público para un espacio de la ciudad que se languidece: el centro comercial del Maremagnum tiene varios espacios comerciales cerrados y la multisala de Cinesa también cerró en 2015.

El Gran Teatre del Liceu lleva años buscando un espacio complementario de 900 localidades para óperas y conciertos de más pequeño formato del que ofrece el coliseo de la Rambla, de 2.300 localidades. En 2017 ya se consideró el Teatre Principal como posibilidad (donde hace unas semanas se presentó un proyecto privado para crear salas de exposiciones y teatro). Después se encontró en el Hermitage la oportunidad de reabrir el debate, en alianza con promotores privados. Y ahora se abre la posibilidad del Imax. La gran dificultad, sin embargo, será concretar la viabilidad económica del proyecto, que nutre su funcionamiento ordinario con fondos públicos.

Con esta jugada quedaría prácticamente enterrado el proyecto del Hermitage, que se remonta a principios del 2012 y que ya ha entrado en una compleja fase de judicialización y que se prevé larga. En octubre sus promotores decían a la vez que se querían quedar en Barcelona y que habían iniciado conversaciones con Málaga para instalar el museo allá. En la Nova Bocana, el Ayuntamiento ya ha proyectado el traslado de la Facultad de Náutica.

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