El Maragall que dormía en Nou Barris: retrato de un visionario traicionado

‘Maragall i la Lluna’ es un recorrido emocional por su vida (y la tuya)

3 min
Documental 'Maragall y la luna'

Barcelona“Cuando yo tenía 8 años un señor muy importante vino a vivir a mi casa. La primera noche ocupó mi cama y tuve que dormir en la sala de estar”. Aquel señor a quien se le rompía la bolsa de los cereales del desayuno y que dormía en un piso humilde de Nou Barris para tomar el pulso de la ciudad era el alcalde, Pasqual Maragall. Y quien relata la anécdota es Lluna Pindado, hoy una actriz de Els Pirates Teatre, que en otoño del 1992 tenía apenas 8 años y vivió alucinada un viaje en coche oficial hasta su escuela. La mirada de admiración de aquella niña sirve de hilo conductor del documental Maragall i la Lluna, que llega este viernes a los cines Girona, Verdi, Renoir y Balaña.

“No quedan tantos políticos de su talla, que sean capaces de hacer unas Olimpiadas y de hacer micropolítica, que a las 10 hable de las aceras con una señora de El Clot y una hora después hable con el presidente del gobierno francés”, afirma el productor ejecutivo Xavier Atance. Las libretas que recupera de aquella época el ex secretario del alcalde, Salvador Sarquella, son una muestra de ello. “Él conocía la versión oficial, pero quería saber la otra”, dice. Allá se apuntaba las quejas de los vecinos de los barrios y, justo al lado, consta la agenda digna de un líder internacional que acaba de organizar los mejores Juegos Olímpicos de la historia.

Luces y sombras

Con guion de David Cirici y Carmen Fernández, el documental repasa cronológicamente la trayectoria de la persona y del político, desde el ambiente republicano y progresista que se vivía en casa de los nietos de Joan Maragall –y que glosan hermanos y amigos íntimos– hasta el final de su carrera, con el anuncio de sufrir Alzheimer. El epílogo es una deliciosa escena musical que no merece spoiler. La película evoluciona gracias al testigo de 54 personas, la mayoría colaboradores próximos de sus gobiernos, pero también contrincantes políticos, incluso de dentro de su partido. Hay testigos impagables, como un José Bono satisfecho de haber animado a Zapatero a recortar el Estatut. O Pujol, que lo califica “de insaciable” cuando pedía recursos para los Juegos. Y Mas, que cínicamente lo describe como “audaz, valiente e indisciplinado” por haber pactado con él el Estatut.

La idea de Maragall i la Lluna nació de las entrevistas que desde hace siete años lleva a cabo Benecé para la Fundación Catalunya Europa para reconstruir el legado de Maragall. “Con el tiempo, los testigos pueden explicar cosas que en su momento no podían explicar. Y vimos que había un documental”, dice Atance. Se entiende, pues, la mirada próxima y cómplice con la figura de Maragall, a quien retratan como el alcalde de la ilusión, simbolizada por aquellas míticas imágenes de él saltando con los brazos elevados cuando volvió de Lausana con la promesa de unos Juegos Olímpicos. “Es un político que fue cercano y fue un visionario a veces incomprendido. La vida de Maragall es un poco shakespeariana: hay varios momentos en los que alguien le traiciona”, dice Atance.

Interioridades políticas e interés para el gran público

El film evoluciona creando focos de interés –la lucha clandestina en el FOC, el nacimiento de un líder, la llegada al Ayuntamiento de Barcelona, las maragalladas, el inicio de las hostilidades con el pujolismo, las acusaciones de alcohólico, la transformación olímpica, la etapa de profesor en Roma, el amargo paso por la Generalitat con el Estatut aguado–, contextualizando cada época gracias al relato de periodistas como Josep Ramoneda, Milagros Pérez Oliva e Iñaki Gabilondo, y a la vez manteniendo un acertado equilibrio entre las interioridades políticas y el interés para el gran público, que puede reconocer retazos de su vida.

El relato gana grados cuando aborda los momentos dolorosos, sobre todo durante la presidencia de la Generalitat, en la que Maragall se encuentra con crisis constantes: desde la dimisión de Carod-Rovira hasta el desengaño ante el inexistente proyecto federal del PSOE, que le es directamente hostil. El vía crucis del Estatut lo dejó solo y erosionó su figura. “No reconocí en el Pasqual presidente al Pasqual alcalde”, dice Eulàlia Vintró. Es Diana Garrigosa quien afirma que “se sintió incomprendido y se culpabilizó ”. Fue el punto final. “Decide dejarlo después de que le hayan hecho la cama unas cuántas veces hasta la última, que fue en nuestra propia casa”, dice Garrigosa, y describe el encuentro entre el presidente Maragall, Miquel Iceta y Manuela de Madre en el que le comunicaron que el partido optaba por José Montilla. "Yo contra el aparato del partido no puedo luchar", recuerda Garrigosa que le dijo. Un año después le diagnosticaron Alzheimer.

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