Los fusilados del Camp de la Bota ya tienen un "cepillo" de hierro para que nadie los olvide
La instalación artística de Francesc Abad rinde homenaje a los 1.706 asesinados por el franquismo en esta zona
BarcelonaHa sido, según el artista Francesc Abad, una lucha "larga y dura", pero finalmente este lunes se ha inaugurado el Bosque de huellas, con bastantes representantes de las instituciones catalanas y españolas, familiares de las víctimas de la dictadura y el Quartet Brossa. La instalación artística, en Sant Adrià de Besòs, recuerda a las 1.706 personas fusiladas por el franquismo. Formada por 1.686 tubos de hierro dispuestos en 36 hileras, se inspira en la frase que escribió el filósofo Walter Benjamin, que tuvo que abandonar Alemania en 1933, con el ascenso de Hitler, y murió en una habitación de un hotel en Portbou el 26 de septiembre del 1940. Por eso tiene la forma de un cepillo con las púas hacia arriba. La instalación tiene como vecinos a los estudiantes del campus de la UPC, el barrio de la Mina, la Central Térmica del Besòs y la ronda Litoral.
En el parapeto del Campo de la Bota, un muro de hormigón que se adentraba en el mar, los condenados, con los pies hundidos en el agua, caían sobre la arena. Después los cuerpos eran trasladados a la fosa de Montjuïc. El mar fue ganando terreno y, con las obras del Fórum de las Culturas del 2004, cualquier vestigio del parapeto desapareció bajo las aguas del Port Esportiu. Aquel año, Abad empezó a reivindicar visibilizar la memoria de todos los fusilados. El artista, que puso en marcha un proyecto para recuperar el testimonio de los familiares de los ejecutados e hizo una exposición en el Macba, ya inauguró en 2019 un muro de 55 metros de largo con el nombre de todos los fusilados.
El presidente de la Asociación Pro-Memoria a los Inmolados por la libertad de Catalunya, Josep Francesc Colomer, en representación de los familiares de las víctimas, ha agradecido que se recuerde a los fusilados, pero también ha lamentado que muchas otras víctimas han ido muriendo sin ver cómo finalmente se investigaban judicialmente los crímenes del franquismo. "Los fusilados eran inocentes y no huyeron al exilio porque no tenían las manos manchadas de sangre y les preocupaba sobre todo que sus hijos e hijas pudieran ir con la cabeza bien alta", aseguró. Colomer recordó también algunas otras reivindicaciones como la de Via Laietana, un espacio donde muchos luchadores antifranquistas fueron torturados.
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, criticó la "tibior de las democracias europeas" cuando Franco dio el golpe de estado y ha hecho el golpe de estado y ha hecho el golpe de estado jugamos los valores y el futuro y no queremos que los jóvenes nos pregunten en el futuro por qué no pusimos freno a la barbarie", ha añadido el presidente, que ha agradecido sobre todo la presencia del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. El secretario de estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, ha leído el discurso del ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, ausente por cuestiones médicas. Martínez ha destacado el hecho de que el monumento esté en la "periferia" y ha criticado a los políticos que frivolizan con las fosas. "No es un simple memorial, es una lección de arte que dialoga con la historia y el espacio urbano", aseguró.
"Tenemos muchas maneras de combatir la ultraderecha y el fascismo y una de ellas es la memoria, los símbolos, el rigor histórico, no permitiendo las noticias falsas, hay que hacer todo lo posible para que no vuelva a pasar y no se blanquee el franquismo ni ninguna otra dictadura", ha reivindicado el alcalde de Barcelona, Jaume Coll.
La alcaldesa de Sant Adrià, Filo Cañete, ha querido recordar a Joan Callau, que fue alcalde del 2013 al 2021 y que murió en julio del año pasado. Callau reivindicó este memorial y también un centro de interpretación sobre el Campo de la Bota que, de momento, no se ha realizado. Los condenados solían ser llamados por los funcionarios de la prisión Modelo entre las 21 y las 22 horas, cuando terminaba su turno, y eran conducidos a la capilla. Después les entregaban al piquete de fusilamiento que les llevaría al Camp de la Bota. Una vez allí, los militares conducían a los condenados hasta el muro, donde eran ejecutados. El Campo de la Bota fue uno de los escenarios más sórdidos de la represión hasta los años 50. En la mayoría de los casos, el único crimen de los ejecutados era haber comulgado con las ideas republicanas.