Censura franquista

Así eran y así se justifican los censores de la Nova Cançó

La historiadora y musicóloga Maria Salicrú-Maltas hace hablar a quienes prohibieron canciones en catalán

BarcelonaLos censores franquistas que prohibieron y hicieron la vida imposible a músicos, discográficas y productores de la Nueva Canción no tienen mucho que ver con la imagen arquetípica de hombres grises trabajando en un cuarto oscuro. Tenían un muy buen horario, trabajaban cuatro horas en un sitio agradable, cobraban un muy buen sueldo, la mayoría tenían formación universitaria y conocimientos de otros idiomas. Además había mujeres, algunas muy jóvenes. Saber quiénes eran no es fácil, porque muchos de los informes de la censura están firmados con un número o nombre falso. A la musicóloga e historiadora Maria Salicrú-Maltas le ha costado veinte años de investigación y muchas horas a los archivos policiales, administrativos, militares y eclesiásticos, ponerles nombre y apellido y hablarle cara a cara. El libro ¡Esta canción, no! (Comanegra) es la crónica de su investigación.

"La parte inédita es que incorporo la voz de los censores y las censoras y de la policía, lo que lo convierte en un relato mucho más real sobre lo ocurrido", explica Salicrú-Maltas. Para la historiadora y musicóloga, averiguar quiénes eran, cómo eran y por qué se dedicaron al trabajo de "lectores" (así se describía el trabajo de censor) ha sido una investigación "apasionante". Hay muchas canciones (en este enlace se pueden ver) que fueron mutiladas y Salicrú-Maltas recoge algunas: Abril, de Ovidi Montllor; Somos la misma gente, de Quico Pino de la Sierra; El rey Guifré el Pilós, de Jaume Picas; El miedo, de Maria Carme Girau... A los censores no les gustaba que Sant Jordi fuera sobre una burra, desconfiar de un cura, hablar de corazones y de banderas (catalán) o la palabra miedo.

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No había un manual ni normas específicas; por tanto, muchas veces la censura dependía del criterio de cada uno. "Había palabras prohibidísimas como libertad, cárcel o paz, y algunos censores podían ser más papistas que el papa porque si no les tocaban el corteza", detalla la historiadora y musicóloga. El 20 de enero de 1972, el censor José Mampel Llop, con quien ha hablado la autora, propuso censurar el cuento infantil Los tamborileros que cantaban el grupo Els Sapastres. Había un detalle en su actuación que agravaba el problema: el grupo bailaba una sardana. Eusebio Ceballos escribió sobre la canción Ve, Moisés: "Hay una letra –Ve, Moisés– en la que Moisés pide seis veces la libertad al viejo faró, ¿por qué los convierte en oprimidos, bajo la amenaza de hacer morir a su heredero (bíblicamente se debe aceptar, pero no quisieran darle otro sentido los catalanistas?)", reflexionaba el censor.

Las motivaciones de los censores

"Cuando llamaba a alguno de los censores me temblaba la mano. No tenía miedo, pero sí la desazón que me rechazaran", dice Salicrú-Maltas. La autora siempre se presentaba como historiadora y musicóloga y explicaba que estaba escribiendo una tesis doctoral, porque previamente en el libro hizo la tesis. "Algunos se enfadaban porque los había encontrado, otros se redimían y me lo explicaban todo; algunos se justificaban, y algunos mentían y se hacían los despistados. La mayoría eran intelectuales que cobraban mucho y trabajaban poco", explica.

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Había diferentes perfiles. "Una de las anécdotas más curiosas es una censora de Tarragona que por la mañana censuraba y por la noche iba a ver a los músicos de la Nova Cançó porque le gustaban". Quienes decidían qué se censuraba estaban en Madrid, en el ministerio de Información y Turismo, pero entendían el catalán. "No necesitaban traducción, porque había dos columnas, una con la versión en catalán y otra con la traducción, y los apuntes y las rayas estaban en la versión en catalán", explica la autora. Además, existían delegaciones en Barcelona, ​​Lleida, Tarragona y Girona. Sin embargo, Jerárquicamente Madrid estaba por encima y es allí donde se mutilaban las letras.

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El pasado julio, Salicrú-Maltas todavía estaba estirando el hilo y encontrando nueva documentación. Algunos del medio centenares de censores de quienes la autora publica la biografía, con una quincena de los que ha conseguido hablar, hicieron una larga carrera en democracia: se convirtieron en funcionarios de alto rango, tuvieron cargos dentro del PSOE, como Álvaro Renedo Sedano, que fue acusado de corrupción en el 2015, o fueron traductores en el castellano de libros de literatura catalana, como María del Carmen Rute, que tradujo algunos libros de Josep Vallverdú.

"Quería hacer una obra divulgadora sobre la represión y hacer justicia a los músicos, a los profesionales y al público de la Nova Cançó, ya todos los que se jugaron la piel para hacer canciones. No sólo sufrieron la mutilación de sus canciones, sino que también fueron interrogados, perseguidos y multados", dice la autora. De hecho, la censura también puso muchos bastones en las ruedas cuando se trataba de dar conciertos. Dos semanas antes, debían enviar las canciones que iban a tocar. "Raimon y Quico Pi de la Serra, por ejemplo, dieron conciertos en los que sólo podían tocar una canción", detalla Salicrú-Maltas. Uno de los primeros informes hace referencia a Raimon. Es quizás uno de los músicos que más sufrió la censura. hubo agentes que le vigilaron muy de cerca cuando actuó en París o Nueva York, porque es uno de los que tuvo una trayectoria más larga y pronto tuvo una gran popularidad. muchísimo y tuvieron que reescribir algunas de sus canciones en varias ocasiones. multas...", lamenta la autora.

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