Lengua

El modelo vasco: en 30 años se ha triplicado el número de jóvenes vascohablantes

Un 82,4% de las familias opta por el euskera como lengua vehicular

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Una aula de primaria del País Vasco, donde la profesora da la bienvenida a los niños

El gobierno vasco considera que se puede hablar de éxito de su política de normalización lingüística. En el Diagnóstico del Sistema Educativo de 2021, detalla que de los 300.000 nuevos vascohablantes que existen desde 1981, dos de cada tres lo son gracias a las escuelas. Actualmente, según las encuestas del gobierno vasco, un 71,4% de la población de 16 a 24 años sabe hablar euskera (es euskaldún o vascohablante), una cifra tres veces superior respecto a los datos que se tienen del 1991. A este ritmo, según el Instituto Vasco de Estadística (EUSTAT), en 2036 el porcentaje de euskaldunos menores de 24 años llegará al 83,4%.

Una de las claves del éxito, según el informe del departamento de Educación del gobierno vasco, es la implicación del personal docente. Históricamente la lengua vasca había quedado fuera del sistema educativo. Entre los años 1960 y 1975 se crearon unas 160 ikastolas, la mayoría en régimen de cooperativa, que tenían como objetivo promover lo que estaba prohibido en la escuela pública: la lengua y la cultura vascas. No fue hasta la muerte del dictador que el euskera se pudo enseñar en las aulas de las escuelas públicas. Desde entonces, la situación se ha cambiado. Hace 40 años, tan solo el 8% de los docentes eran capaces de enseñar el euskera, mientras que en la actualidad un 95% está capacitado para hacerlo. La ley de 1993 dio un marco legal a la escuela vasca que ofrece cuatro opciones: el Modelo A, donde la lengua castellana es vehicular y el euskera es una asignatura; el modelo B, que es bilingüe y combina las dos lenguas; y el modelo D, en que el euskera es la lengua vehicular mientras el castellano solo se utiliza en la asignatura de lengua y literatura españolas. Hay un último modelo, la X, destinado a alumno que provienen de fuera de Euskadi y que no tienen ningún conocimiento del euskera. Con el tiempo, la mayoría de familias han optado por el modelo D, mientras que el A ha quedado como una opción muy minoritaria. Según datos del curso 2020-2021, el 64,21% se escolariza en el modelo D, el 18,40% en el modelo A, y el 16,90% en el B. En Educación Infantil las diferencias todavía son más abismales: un 82,4% optan por el modelo D.

Aun así, no son todo éxitos, porque ni la escuela hace milagros ni lo puede resolver todo. Un 55,7% de los jóvenes de entre 16 y 24 años han aprendido el euskera en la escuela, fuera del entorno familiar, y viven en contextos donde se utiliza poco. Son bilingües, pero con una preeminencia del castellano y, a pesar de que pueden entender el euskera, tienen una menor capacidad de comunicarse con esta lengua que quienes forman parte de comunidades donde predomina el euskera. Además, no se llega a un conocimiento óptimo de los dos idiomas. Un 13,1% de los estudiantes no son competentes ni en euskera ni en castellano.

El estudio Los nuevos hablantes del euskera: experiencias, actitudes e identidades, que firman Ane Ortega, Estibaliz Amorrortu, Jone Goirigolzarri y Jacqueline Urla, asegura que la escuela es eficiente a la hora de convertir en bilingües a los alumnos que no han adquirido el euskera por otros medios. "Es cierto que ha conquistado nuevos dominios y nuevas funciones de uso, pero todavía estamos lejos de conseguir que muchos de estos nuevos hablantes lo utilicen en todos los contextos o lo dominen completamente". El euskera continúa siendo una lengua minoritaria y el sistema educativo, concluye el estudio, no es suficiente. "Es importante porque aumenta el número de hablantes, pero muchos jóvenes no lo usan para comunicarse con sus amigos". El reto, según este estudio, es la superación de la asociación del euskera como lengua de la escuela y para la escuela. Para conseguirlo, falta que el euskera se use en espacios de socialización significativos para los más jóvenes. "Se tiene que hacer a través de dos vías clave: la social y el emocional. Si a todo ello añadimos la identidad, tenemos muchas posibilidades de que estos jóvenes hagan el salto de saber el euskera a ser hablantes activos", señala el estudio.

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