Cine

Muere a los 90 años la actriz Monica Vitti, leyenda del cine italiano

Revolucionó el cine europeo protagonizando la Trilogía de la Incomunicación de Antonioni

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Mónica Vitti

BarcelonaMonica Vitti, una de las actrices más importantes del cine europeo de la segunda mitad del siglo XX, ha muerto a los 90 años, según informan medios italianos que citan a su marido, Roberto Russo. Vitti hizo historia del cine cuando a principios de los años 60 protagonizó tres de las películas más importantes del cine europeo de la época: La aventura, El eclipse y La noche, la famosa Trilogía de la Incomunicación de Michelangelo Antonioni. Versátil, la actriz también destacó como comedianta y trabajó con los grandes nombres de comedia italiana: Alberto Sordi, Mario Monicelli, Nino Manfredi Vittorio Gassman y Marcello Mastroianni. "Hoy es un día realmente triste, ha muerto una gran artista y una gran italiana, la reina del cine italiano", ha lamentado el ministro de Cultura italiano, Dario Franceschini.

Maria Luisa Ceciarelli es el nombre con el que nació la actriz en la Roma fascista de 1931, hija de unos padres muy estrictos que la ataron mucho más corta que a sus hermanos, despertando un sentimiento de rebeldía en la niña. Debutó como actriz en el teatro durante la adolescencia y a mediados de los 50 empezaron a llegar los primeros papeles en el cine. Antonioni se cruzaría en su vida en 1957, cuando Vitti dobló al personaje de Dorian Gray en El grito. La amistad que nació entre los dos se transformó en amor y, a partir de La aventura, en una relación creativa que cambiaría la historia del cine europeo. La actriz interpreta a la amiga de una chica desaparecida que se empieza a sentir atraída por el novio de su amiga en una historia que trasciende la trama para hablar del vacío existencial de los personajes.

El éxito de la película en el Festival de Canes de 1960 convirtió a Vitti en una estrella internacional y en algo más: ella y otras actrices como Jean Seberg, Jeanne Moreau o Anna Karina aportaron una nueva manera de habitar las películas y entender la interpretación, un naturalismo en el que la actriz no desaparece en el personaje sino que da forma a la película y a su discurso. Monica Vitti es La aventura y La aventura es Monica Vitti, y su contribución artística no se puede resumir con la etiqueta de musa de Antonioni que siempre la ha acompañado. Fueron los dos, director y actriz, los que cambiaron la manera en la que el cine presentaba a la mujer y capturaron la vida interior femenina con todas sus contradicciones, angustias y desazones.

El tono introspectivo de las películas de Antonioni ha grabado en el imaginario cinéfilo la imagen de Vitti como símbolo de la alineación urbana moderna. Pero su trabajo en estos films iba más allá de su presencia misteriosa y turbia: solo hay que revisar las danzas africanas de Vitti en El eclipse, donde cambia las atenciones de Paco Rabal por las de un joven y radiante Alain Delon. O el atractivo irresistible que desprende en La noche, en la que el affaire de su personaje con Marcello Mastroianni apenas perturba su matrimonio con Jeanne Moreau, ya consumido por el aburrimiento y la frustración. La trilogía de Antonioni también hizo de Vitti un icono de estilo y referente de un nuevo tipo de mujer. Su vida privada no era muy diferente: la actriz no tuvo hijos por decisión propia y no se casó hasta el año 2000, con su pareja desde hacía 27 años, Roberto Russo. En la Italia conservadora de principios de los 60 era el paradigma de la mujer liberada que reivindicaba su autonomía. Si Sophia Loren era la mamma del cine italiano, Vitti era la hija díscola e independiente.

Gran actriz de comedia

A pesar del éxito de las colaboraciones entre Vitti y Antonioni, que se volvieron a encontrar en la magnífica El desierto rojo y El misterio de Oberwald, la actriz tiene una carrera casi igual de importante en comedias, el género que más frecuentó desde finales de los 60 en películas como La chica de la pistola de Mario Monicelli, El demonio de los celos de Ettore Scola y Amor mío, ayúdame y Esta rubia es mía de Alberto Sordi, con quien tenía una gran complicidad interpretativa. Vitti también probó suerte fuera de Italia en la producción en inglés Modesty Blaise, adaptación de un cómico de espías en la que interpretaba a una antigua criminal que trabajaba como espía para el gobierno inglés. Ella aseguraba no preferir ningún género en especial. "He tenido la gran suerte de poder trabajar con Michelangelo Antonioni y con Alberto Sordi, de hacer dramas y comedias", decía ella simplemente. Y cuando la presionaban para definirse, una vez dijo que si ella supiera quién era en realidad Monica Vitti "ya no tendría dudas, y las dudas son necesarias para vivir".

En 1988, con su carrera como actriz estancada, Le Monde la dio por muerta, literalmente: publicó el obituario de la actriz en primer página. Al día siguiente, claro, rectificaron la noticia. Seis meses después, Vitti resucitó en los escenarios con una obra que hablaba, precisamente, de la prensa: Primera plana, de Ben Hetch, adaptada entre otros por Billy Wilder y Howard Hawks. Y en 1990 debutó como directora con Scandalo segreto, una especie de continuación temática de sus films con Antonioni en la que ella misma interpretaba a una mujer que un buen día descubría la infidelidad de su marido. El Festival de Venecia le otorgó en 2005 su León de Oro Honorífico y la actriz se fue retirando poco a poco de la interpretación. Cuando en 2011 el Festival de Roma le dedicó un homenaje, Vitti no asistió: hacía tiempo que se había retirado de los actos públicos como consecuencia de Alzheimer que sufría.

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