Música

Muere el pianista Jordi Sabatés, una leyenda de la música catalana

El músico barcelonés fue indispensable en el mundo de la canción de autor y el jazz

Jordi Sabatés en una imagen de archivo.
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BarcelonaEl pianista Jordi Sabatés ha muerto este martes a los 73 años, según han confirmado al ARA fuentes próximas a la familia. Sabatés, nacido en Barcelona el 23 de octubre de 1948, ha sido una figura fundamental en la música catalana de los últimos cincuenta años, sobre todo en los ámbitos del jazz y de la canción de autor, pero también en otros estilos como el rock y la música de cámara. Figura fundamental artísticamente y muy querida por músicos y creadores escénicos de diferentes generaciones. Como músico se formó en el Conservatorio Superior de Música del Liceu, y como físico en la Facultad de Ciencias Físicas de Barcelona, donde ejerció de profesor de física teórica.

A finales de los años sesenta formó parte del grupo Om, liderado por el guitarrista Toti Soler, y participó en la grabación del disco Dioptria de Pau Riba. Enseguida puso en marcha una carrera propia al frente de Jarka con hitos como Ortodoxia (1971) y Morgue o Berencie (1972). [En Jarka también tocaba su hermano, el guitarrista Ricky Sabatés, que murió en mayo de 2021]. A la vez, Jordi Sabatés compartió discos con Toti Soler, como el magnífico dúo de piano y guitarra publicado en 1973. Es de justicia reconocer el papel de Sabatés y Soler en la construcción de un lenguaje musical que alimentó diferentes generaciones musicales catalanas, tanto en la llamada época laietana como en la posterior evolución del jazz y de la canción de autor.

Uno de los mejores trabajos de la primera etapa de Jordi Sabatés fue el álbum Vampyria (1974), una exhibición de talento a cuatro manos compartido con Tete Montoliu. También son memorables el disco a dúo con Santi Arisa de 1979; Portraits-solituts, un trabajo con piezas de Frederic Mompou, y maravillas como el directo A través del mirall (1986), con la soprano Carmen Bustamante y el contrabaixista François Rabbath (contrabajo), y el álbum El secret de la criolla (1988), con Factor Quàntic. En otros proyectos mostró su admiración por músicos como Scott Joplin (The ragtime dance, 1982) y Bola de Nieve (A propósito de Bola de Nieve, 2008).

Paralelamente, se relacionó musicalmente con el cine, el teatro y la literatura. El mismo 1974 dedicó un disco al El señor de los anillos, de Tolkien, y convirtió El fantasma de Canterville y El vestido nuevo del emperador en cuentos infantiles para piano y orquesta. También puso música a poemas de Màrius Torres, San Juan de la Cruz y Federico García Lorca, entre otros, y compuso la música de las canciones provenzales adaptadas por Toni Moreno para el disco Breviari d'amor (1982) de Maria del Mar Bonet, una prueba más de la sabiduría y la versatilidad del músico barcelonés. En cuanto al cine, se adentró en el Nosferatu de la película de Murnau (Nosferatu, hacia el vampiro, 1992), dedicó un disco a Buster Keaton (Keatoniana. Un sueño de Buster Keaton, 1997) e ilustró con su música los films de Segundo de Chomón (Le piano magique, 2011).

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