Los Amigos de las Artes celebran "un milagro de 20 años"
El grupo comparte la fiesta de cumpleaños con el público que llenó el Poble Espanyol
BarcelonaUn pastelero vestido de perro, una actriz, cuarenta cantores, un cuarteto de cuerda, un trío de vientos y el entusiasmo incondicional del público que llenó el Poble Espanyol. Con estas herramientas Los Amigos de las Artes celebraron veinte años de trayectoria. O, como dijo Joan Enric Barceló, "este milagro de veinte años como grupo". Barceló, Dani Alegret y Ferran Piqué aparecieron en el escenario como estrellas del entretenimiento, los tres con vestidos de color pastel y en una puesta en escena de musical pop, de aquellos que pueden pasar de la grandiosidad a la intimidad en un segundo. Enfrente, las 5.000 personas que habían agotado las entradas en un par de horas cuando se pusieron a la venta en octubre del 2024. El objetivo de unos y otros: volver a casa satisfechos después de dos horas inevitablemente sentimentales, pero sin la sensación de haber participado en una despedida. De hecho, nada hace pensar que lo fuera, pese al carácter retrospectivo de la noche.
Los Amigos de las Artes tienen el discreto encanto de lo previsible. Sorpresas disruptivas, las justas, como el giro de guión de la letra de El hombre que trabaja haciendo de perro, la autoironía deSu gran hit y la bachata sin pasarse de Todo el mundo se separa. Lo que prima, aún más en un concierto como el del viernes en el Poble Espanyol, es responder a las expectativas con un buen show y con un repertorio digamos canónico, con canciones que un seguidor del grupo elegiría para una lista de reproducción. Con esto ya hacían, dado que se trataba de una ocasión especial, quisieron premiar la fidelidad del público con la participación del Orfeó Català, que, dirigido por Pablo Larraz, redimensionó canciones como Todos los hombres de Escocia y añadió un toque de gospel a Luisiana o los campos de algodón.
Lo que pasa siempre en directo con esta canción es el triunfo máximo de Els Amics de les Arts y seguramente lo que querrían tener tantos grupos. El trío lo anuncia. El público, sólo el público, canta sus primeras estrofas. Entonces se añade Piqué, después Barceló, Alegret, el cuarteto de cuerda y finalmente el Orfeó Català. Y cuando termina, resulta que el público le ha cantado de pies a cabeza sin gritar y con una afinación notable. Seguramente consciente de la comunión que se iba a producir, Barceló introdujo Luisiana o los campos de algodón con palabras de agradecimiento. "Nunca cambiaríamos la vida que hemos tenido la suerte de vivir. Tenemos la certeza de que hemos venido al mundo a hacer esto, a hacerlo nosotros tres ya hacerlo con vosotros". Fue hacia el final del concierto, justo después de 4-3-3, que van soltando tres pelotas gigantes entre el público y antes de Jean-Luc, el mascarón de proa del primer disco de Els Amics de les Arts, y una de las canciones donde más evidente era la influencia de grupos que escuchaban hace veinte años, como los Hefner del británico Darren Haymen.
"Somos Los Amigos de las Artes, sois Los Amigos de las Artes", gritaba el grupo como lo haría un grupo de amigos espoleados por la euforia en el momento culminante de una fiesta de cumpleaños. De las fiestas se acuerdan las sensaciones buenas o las tragedias. De las primeras, hubo unas cuantas, en el concierto: la riqueza estructural deEl matrimonio Arnolfini, el color acústico de No lo entiendes, el cuarteto de cuerda en El affaire Sofía (con la rima "Schopenhauer / after hour", que sigue haciendo heredad, pero), el trío de viento-metal contribuyendo a hacer más expansivo el pop del grupo y la reacción del público durante y al final de cada canción. Igualmente, será recordado con simpatía que enredaron a Jordi Roca, "el mejor pastelero del mundo", para que se disfrazara de perro y saliera al escenario con un escenario. barriga-mezcla de canciones"
Y no hubo ninguna tragedia, porque siempre manda la profesionalidad escénica y musical. Pero quizás sí que se olvide la forma en que despacharon unos cuantos hits a base de medley. "Una barriga-mezcla de canciones", tal y como dijo Piqué. También es típico de las fiestas, que la gente pierde la paciencia y no deja terminar las canciones o rompe sus introducciones. En el primero medley, de un carácter más cercano al teatro musical, apareció la actriz Júlia Bonjoch para cantar Bed & breakfast; y en el segundo el trío se refugió en el formato acústico con el cuarteto de cuerda para recordar fragmentos de temas como Reikiavik y Preferiría no hacerlo. Pero ninguna de las dos barriga-mezclas se acercaron al efecto que sí lograron antes y después con interpretaciones completas de canciones como Las palabras que elegimos no decir y El hombre que dobla a Bruce Willis.