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Mayte Martín: "Me gusta que me pongan en bolas en las entrevistas"

Música. Presenta 'Tatuajes' en el Teatre Grec

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Mayte Martín en Barcelona.

BarcelonaMayte Martín (Barcelona, 1965) tiene un talento desbordante que ha trascendido todos los intentos de encorsetarla estilísticamente. Canta más allá del flamenco y el bolero ejerciendo un compromiso casi religioso con la música. Su última aventura es Tatuajes, el espectáculo que presenta en el Teatre Grec de Barcelona el 23 de julio a las 22 h, dos horas después del cierre de los colegios electorales. El repertorio del concierto es irrefutable: clásicos de Violeta Parra, Víctor Jara, Joan Manuel Serrat, Jacques Brel, Pablo Milanés... Y le acompañan Nelsa Baró (piano), Guillermo Prats (contrabajo) y Vicens Soler (percusión).

¿Qué te apetecía mostrar con el repertorio de Tatuajes?

— Quería compartir con el público estas canciones, que son clásicos de la música universal, que no son tatuajes míos, sino de todo el mundo. Mis propuestas siempre son tatuajes míos, cosas que me han configurado como cantante, como música. Pero en este caso he querido buscar un espacio común. Y versionar o recordar estos temas es un acto de agradecimiento a estos autores. Es como si me sentara entre el público y compartiéramos la grandeza de estas creaciones.

¿El repertorio latinoamericano tiene bastante peso, verdad?

— Sí. Bueno, la música latinoamericana ha sido siempre importante en mi vida. También hay otras cosas que me gustan mucho. En realidad, no me he puesto a pensar qué temas elegiría; ya se habían elegido ellos solos. Son canciones que han significado algo especial en algún momento de nuestra vida.

¿Recuerdas si las primeras veces que oíste Te recuerdo a Amanda, de Víctor Jara, eras consciente de lo que explica la canción?

— No, no era consciente de ello, pero sí era consciente de que lo que estaba explicando tenía una carga emocional increíble. Sabía que estaba contando algo esencial, potente y conmovedor.

¿Habrá algún recuerdo especial para Víctor Jara en el concierto? El 15 de septiembre se cumplirán 50 años de su asesinato en manos de los militares chilenos a las órdenes de Pinochet.

— Piensa que el día del concierto, el 23 de julio, es también un día muy señalado. Quiero decir, al final debemos reivindicar lo que parece que estamos perdiendo: la conciencia de la historia, el recuerdo de las cosas que han pasado. Iremos a votar y, pase lo que pase, encontrarnos después cantando Víctor Jara y Violeta Parra será también una declaración de intenciones.

Claro, saldrás a actuar en el Teatre Grec a las 22 h. No sé si ya se sabrá el resultado de las elecciones.

— Creo que sí. Quizá no esté el resultado definitivo, pero ya se verá hacia dónde se decantan las cosas, aunque quizás hay un final inesperado al estilo Spielberg [bromea].

¿Cómo crees que te afectaría a un gobierno del PP con Vox?

— Creo que existe una involución a nivel de principios y empatía. Estamos en el sálvese quien pueda: “Como yo no soy gay, me da igual los derechos de los gays”, como si fuera igual coartar las libertades ajenas. Esto es vivir en una dictadura, directamente.

Se han construido unos derechos y podrían caer ahora.

— Los pueden patear en 5 minutos.

Volviendo a Tatuajes, ¿hasta qué punto el repertorio escogido es posible también gracias a la colaboración con Nelsa Baró y a la sabiduría de sus arreglos?

— El ingrediente principal que existe aquí es el amor entre nosotros, el amor por la música y el hecho de ponernos al servicio de la música. No estamos poniendo la música a nuestro servicio, sino al revés. El cuidado que ponemos, la forma en que Nelsa coloca una frase mía, la comunicación... Para mí cada día es más importante trabajar con buenas personas que sean buenos músicos, en vez de con músicos que simplemente te preguntan a qué hora deben presentarse y cuánto cobran. Además, soy muy exigente en los ensayos. La gente que trabaja conmigo tiene que comulgar con esta filosofía, con esta forma de hacer música y de vivir, y con ese respeto religioso que le tengo a la música. Me he rodeado de gente con la que llevo trabajando muchísimos años, que me entienden y que si no quisieran transitar esto, pues no se habrían metido.

Hablas de respeto a la música, pero también a la poesía.

— Claro. Cada tema de Tatuajes es un alegato a favor de las cosas más esenciales, a las cosas importantes.

¿Tienes algún proyecto en mente más relacionado con lo que hiciste en Al cantar a Manuel, ¿más poético explícitamente?

Por el momento no, pero tengo las puertas abiertas y dejo un poco que la vida mande. Mis deseos, mis descubrimientos y mis intuiciones son las que mandan, en realidad, y las que deciden. Por ejemplo, estos tatuajes hacía mucho tiempo que me rondaban, pero no me obsesiono con las cosas, las dejo aquí, y es ahora que tengo la necesidad de compartirlos, de celebrar estas canciones, de agradecérselas a sus autores y ponerme al servicio de la emoción y de la belleza.

En el Teatre Grec has cantado unas cuantas veces.

— Sí. La primera vez que canté en el Teatre Grec fue con la Elèctrica Dharma. Yo debía tener 14 o 15 años e hice voces en El testament d'Amèlia. Esa fue la primera vez que puse los pies en el Grec. Bueno, la primera vez en realidad fue cuando tenía dos o tres años, que mi abuela me llevaba a jugar. Jugaba entre las piedras.

¿Vivías en Poble-sec, entonces?

— Sí, hasta los tres años viví en Poble-sec. Después, como éramos demasiada gente para vivir en el piso tan pequeñito que teníamos, le dieron a mi padre un piso de protección oficial en la Verneda y nos trasladamos. Pero siempre he querido volver al Poble-sec, porque aunque me fui con tres años, es allí donde tengo los recuerdos de la infancia de verdad. Cuando volví me acordaba de todo el mundo, de la gente de las tiendas, de todo. Y, aparte, es que siempre he sido muy observadora, de muy poco hablar y dejarme inundar por lo que veo alrededor. Siempre he sido así y me acuerdo de todo.

¿Eres cada día más consciente del paso de tiempo y de la necesidad de hacer cosas que tienes pendientes y no postergarlas, por si acaso?

— Yo partiría la pregunta en dos, porque sí, soy más consciente cada día del paso del tiempo, pero eso no me vuelve impaciente, sino que fluyo y me dejo llevar por mis deseos y necesidades, que siempre han sido las mismas desde que era pequeña. Mis necesidades básicas, y sin las que no podría vivir, son la libertad de decisión, de cómo conducir mi carrera, qué hacer, en qué momento, cómo, con quién. No soportaría la vida si me sintiera obligada a hacer las cosas de una forma, o con una gente, o en un momento determinado. No sabría vivir así. Sigo teniendo las mismas necesidades y cada día soy más celosa de mi tiempo. Pero sí que es verdad que se va agudizando la necesidad de decidir muy bien con quién compartes las cosas. No haré lo que no quiero hacer, ni estaré con quien no quiero estar. Prefiero vivir en mi casa de alquiler de 50 metros cuadrados y beberme un buen vino con un amigo. Nunca he sido ambiciosa de cosas materiales; soy ambiciosa de momentos, de vivencias, de amor en todas las vertientes, el musical, el romántico, el de la amistad, que es la familia, al final.

El próximo año se cumplirán 30 años del disco Muy frágil, tu álbum de debut. ¿Cómo lo recuerdas?

— Como si fuera otra vida, claro, porque soy tan poco productiva discográficamente… Siempre he pensado que sería incapaz de hacer algo que no me crea, porque tengo un sentido de la honestidad muy, muy, muy, muy agudizado, y de respecto a la música y al don este que he recibido. Pero también pienso que a mí se me pone ante un tío como tú y me pregunta estas cosas, y si yo no estuviera haciendo algo que me creo en serio, no me gustaría que me entrevistaran. Porque, ¿qué coño te cuento? Es que me volvería loca. Luego he atado cabos y he entendido por qué a mucha gente no le gustan las entrevistas, y dicen "odio las entrevistas". Para mí son maravillosas. Es un espacio donde, independientemente de la gente que después las lea, al menos tengo un interlocutor al que le estoy abriendo mi corazón y contando cosas íntimas. ¿Hay algo más bonito que esto? Pero si no haces las cosas desde este sitio, ¿qué explicas cuándo te preguntan?

La entrevista puede ser un formato muy intrusivo para el artista, porque de repente está ante un desconocido que le hace preguntas.

— A mí me encanta. Me gusta que me pongan en bolas en las entrevistas. Como lo que tengo debajo de la ropa es de verdad y es bonito porque es de verdad, no me importa que me veas en bolas. Al revés, me gusta. Hace tiempo sí me pasaba, en una época en la que todavía me entrevistaba mucha gente que no conocía mi trabajo, que no me estaban entrevistando a mí. No sabían a quién coño estaban entrevistando. Cuando era más joven, de repente iba a un sitio, me entrevistaba alguien que no conocía mi trabajo y eso me provocaba mucha tristeza. No sé, tío, mírate la Wikipedia al menos, mírate un vídeo; si tienes que hacer un trabajo, hazlo bien.

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