Música

Un Serrat pletórico convierte Peralada en una gran fiesta

El cantante se entregó a un público emocionado e incondicional en su despedida del festival

Marta Porter
3 min
Serrat, durante la actuación de sábado en Peralada
  • Festival de Peralada
  • 16 de julio

“Bienvenidos a esta fiesta y gracias por haberme acompañado tantos años”. Así se presentaba Joan Manuel Serrat ayer a su público de Peralada, que llenaba a tope el auditorio. “Después de veintitantos años de relación con esta casa, hoy quiero dejar de lado las nostalgias porque de ahora en adelante solo nos queda el futuro”.

El de ayer fue un concierto tremendamente emotivo, dichoso, lleno de buena música y complicidades, con un Serrat pletórico que aguantó el ritmo durante cerca de dos horas y media sin descanso, con canciones de siempre, parlamentos irónicos y muchos agradecimientos, sobre todo a su público, entre los cuales referentes como Àngel Casas y Joan Albert Amargós.

Arriba del escenario también estaban los amigos y músicos que lo han acompañado siempre, desde el fiel Ricard Miralles al piano hasta Josep Mas Kitflus a los teclados, pero también las nuevas generaciones.

Un espectáculo muy cuidado

Dentro de la gira  El vici de cantar, iniciada en abril en Nueva York y que acabará en diciembre en Barcelona, Serrat salió con ganas de pasárselo bien y hacerlo pasar bien al público. Con buena voz, abrió con Temps era temps, que, para no querer ser nostálgico, hizo caer ya de entrada más de una lagrimilla mientras imágenes antiguas proyectadas al fondo del escenario ilustraban la canción. Después de Cançó de bressol, con la cual incluso se atrevió a dar unos pasitos de baile, cantó El carrusel del furo. Dio las gracias a los personajes de sus canciones, “que no son de verdad ni de mentira, sino fantasías con algunas gotas de realidad, o quizás a la inversa”. Y siguió con Romance de Curro el Palmo y Senyora, “con la que hace más de medio siglo que nos conocemos, pero que no sé cómo se llama”, bromeó.

El espectáculo, muy cuidado, con imágenes en vivo combinadas con animaciones proyectadas al fondo y una iluminación impecable que creaba ambientes, siguió con Seria fantàstic, Me'n vaig a peu y No hago otra cosa que pensar en ti. Sonaron canciones clásicas como Algo personal y La tieta, cantada con tanto sentimiento que hizo caer más de una lágrima y también hubo tiempo para piezas más reivindicativas como Las nanas de la cebolla o Para la libertad.

La sorpresa de la noche fue la aparición de la israelí Noa, muy aplaudida por el público, con quien cantó a dúo Es caprichoso el azar para después seguir ella con Tú y yo, acompañada solo de su guitarrista Gil Dor. La cantante israelí se despidió leyéndole una carta llena de agradecimientos.

Canción de matinada y Hoy puede ser un grande día fueron coreadas por el público antes de que Serrat nos recordara que su faceta ecológica empezó hace más de 40 años con Pare. El archifamosa Mediterráneo y Cantares, con un “Caminante no hay camino” cantado sottovoce por el público, cerraron el concierto. Los bises, sin embargo, vinieron a continuación con el emotivo El meu carrer, Aquellas pequeñas cosas y la animada Fiesta. Finalmente, volvió a salir al escenario ante la insistencia del público y diciendo “antes me he olvidado el taburete de Bocaccio y ahora me he olvidado de cantar Paraules d'amor”. Y con esta mítica canción desapareció detrás de unas cortinas de terciopelo rojo con un “ha sido un placer haberos conocido”.

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