Música

El Sónar de la redención y el triunfo de C. Tangana

El cantante se quita la espinita de su irregular actuación de 2017 con un concierto pletórico

4 min
C Tangana hoy al Sonar

Barcelona y L'Hospitalet de LlobregatC. Tangana lo reconocía abiertamente en una entrevista con el ARA: la actuación que ofreció en el Sónar de 2017 fue “el peor concierto” de su carrera. Y esto, para alguien con la ambición artística de Antón Álvarez, es sobre todo un estímulo que lo anima a doblar la apuesta y superarse en su regreso al Sónar, que este viernes ha agotado las entradas para recibir al cantante madrileño. No ha sido el espectáculo de dos horas que el músico ofreció hace unos meses en el Palau Sant Jordi, porque el contexto festivalero impone otros códigos y duraciones, pero sí un concierto exuberante que, en poco más de una hora, ha integrado las músicas populares de raíz latina, flamenca y afroamericana en un concepto revolucionario de show que no ha escatimado en recursos escénicos y ha regalado al público muchos momentos memorables y de comunión entre artista y público.

No han cantado Estopa, Kiko Veneno ni Jorge Drexler, pero sí los habituales Niño de Elche, La Húngara y Juan José Carmona, protagonistas de la ya mítica sobremesa de C. Tangana, menos poblada que en el Sant Jordi, pero igual de efectiva a la hora de atacar un Ingobernable cantado a pedir de boca por todo el público. Antes, Nathy Peluso había protagonizado el primer momento álgido de la noche saliendo a cantar con Álvarez un Ateo que ha convertido el escenario SonarClub en un karaoke gigante.

C. Tangana no ha perdido el tiempo y ha despachado rápido hits como Comerte entera y Demasiadas mujeres. El madrileño podría limitarse a gestionar un repertorio que ya es historia de la música española moderna, pero no se conforma con ganar y sale a arrasar. Tiene a su favor que ha entendido mejor que nadie que un concierto de gran formato tiene que ser una experiencia colectiva y que utiliza las pantallas con más astucia que nadie: en un concierto de Tangana pasan muchas cosas y las verá perfectamente todo el público, no solo las diez primeras filas de incondicionales. Las imágenes no se limitan a mostrar –¡con que alegría ataca La Húngara cada verso de Tú me dejaste de querer!–, sino que también narran y construyen el relato de un concierto que es una gran celebración y por eso acaba con Tangana abriendo una botella de cava y brindando con los músicos y el público. Álvarez se ha quitado la espinita del Sónar y se ha redimido con un concierto breve pero pletórico de fuerzas.

La 'rave' valenciana del Niño de Elche

Unas horas antes de participar en el concierto de C. Tangana, el Niño de Elche ha ofrecido su propia síntesis musical en un concierto de aquellos que solo tienen sentido en el Sónar: acompañado de la electrónica bakala de Ylia y de una cincuentena de músicos de la banda sinfónica La Valenciana, que ha irrumpido en el SonarPark desde el fondo de la sala tocando una marcha popular y abriéndose a través de la multitud que los esperaba expectante, con muchas ganas de disfrutar de un espectáculo no en vano titulado Concert de músika festera. Pero enseguida ha quedado claro que al espectáculo, que se estrena en este Sónar, todavía le falta rodaje: problemas de sonorización impedían disfrutar de la banda y, a pesar de las arengas del Niño de Elche (“¡Os abrimos las puertas de un planeta que siempre está de fiesta!”, “¡Recordad que esto es una sesión de discoteca!”), entre el público reinaba la indiferencia.

Un momento del espectáculo del Niño de Elche en el Sónar.

El Niño de Elche ya había avisado de que el experimento no buscaba hacer una mezcla de techno y músicas populares, sino “una fricción”. A efectos prácticos, esto se traduce en el hecho de que, si la banda toca, la DJ se cruza de brazos y viceversa. Más que una fusión parecía una colisión entre dos mundos en el que la cosa solo remontaba cuando los mantra del Niño de Elche y la rave de Ylia tomaban la palabra, e incluso entonces problemas graves en el sonido saboteaban una fiesta que no acababa de arrancar nunca.

Samantha Hudson en el Sónar.

Mientras, a Samantha Hudson le pasaba todo lo contrario en el escenario SonarHall: la diva queer más incorrecta ha encendido al público con un espectáculo a medio camino entre el show de variedades y el electropop underground. Hudson hace honor al dicho “no sabe cantar ni bailar, pero vayan a verla”, al menos si quieren reír un rato con todas las sandeces que puede decir esta performer irreverente que tanto sabotea el himno de España en versión de los pitufos makineros como reivindica que “el grupo de presión LGTBI se organice para acabar con la familia” y se despide del escenario con un glorioso “¡Si os ha gustado, me llamo Samantha Hudson y, si no, me llamo Arca!” Liquidación total por cierre, se llamaba el espectáculo, pero la sensación es que el show de Hudson tiene mucho camino por correr y se verá en muchos festivales.

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