Ópera

Corrupción, mentiras y grandes voces para 'Un ballo in maschera' en el Liceu

Freddie de Tommaso, Anna Pirozzi, Artur Ruciński, Sara Blanch y Daniela Barcellona encabezan el reparto de la ópera de Verdi

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Freddie de Tommaso y Sara Blanch en un ensayo de 'Un ballo in maschera' en el Liceu.

Barcelona"Tenemos las cinco mejores voces verdianas por hacer Un ballo in maschera", asegura el director artístico del Liceu, Víctor Garcia de Gomar. Lo dice a propósito de las diez funciones de la ópera de Verdi programadas en el teatro de la Rambla del 7 al 20 de febrero, con dirección musical de Riccardo Frizza y puesta en escena de Jacopo Spirei a partir del proyecto que hilvanó Graham Vick antes de morir a causa del covid en 2021. "Graham murió en julio [apenas pudo terminar la escenografía y el vestuario], los ensayos comenzaron en el agosto y el estreno en el Teatro Regio de Parma fue en octubre. Para mí fue una experiencia muy dolorosa, fue como ponerte la ropa de tu padre recién fallecido", explica Spirei.

Las voces del primer reparto son ciertamente estimulantes: el tenor británico Freddie de Tommaso, la soprano italiana Anna Pirozzi, el barítono polaco Artur Ruciński, la contralto Daniela Barcellona y la soprano catalana Sara Blanch, es decir, una interesante combinación de experiencia y ganas de estrenarse en la representación de la historia de corrupción y mentiras inspirada en el asesinato del rey Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras en 1792, cuando la nobleza quiso recuperar el poder que el rey ilustrado le había arañado. Aquel regicidio fue el hilo que estiró Antonio Somma para escribir el libreto de la ópera Un ballo in maschera (1859), pero añadiendo un triángulo amoroso que se convierte en el desencadenante de la tragedia. La censura llevó de cabeza a Verdi, que tuvo que cambiar los nombres y la naturaleza de los personajes y convertir las intrigas para matar al rey sueco en una conspiración contra Riccardo, conde de Warwick y gobernador de Boston, porque representar la muerte de un rey no era conveniente a mediados del siglo XIX.

"Será espectacular", asegura De Tommaso sobre su debut en el papel de Riccardo. Además, celebra que sea en Barcelona, la ciudad en la que en 2018 ganó el Concurso Tenor Viñas. "Aquel premio me catapultó adonde estoy ahora", recuerda un hombre que a los 31 años sigue acumulando méritos para ser considerado uno de los cantantes del momento, sobre todo por su vocalidad de tenor a la antigua. "Nosotros sí que lo estábamos esperando –exclama Frizza–. Hacía falta un nuevo tenor con una voz tan italiana, sincera, abierta, llena, con facilidad para los agudos". ¿Y de dónde le viene ese carácter antiguo, con "una robustez y una emisión viril, bien controlada y proyectada", según el crítico del ARA Jaume Radigales? "Cuando empecé a estudiar en Londres era barítono, pero un profesor me hizo evolucionar hacia tenor. Y entonces aprendí escuchando grabaciones antiguas de los años cincuenta y sesenta de tenores como Mario del Monaco, Franco Corelli y Carlo Bergonzi", explica De Tommaso, que el pasado año abrió el Festival de Peralada y que en las últimas semanas ha maravillado en el Liceu: el 8 de enero sustituyendo a un resfriado Michael Spyres en el papel de Don José en Carmen, y cuatro días después compartiendo un recital pletórico con Lise Davidsen.

El reto de De Tommaso no es solo musical, sino también teatral. Como dice Spirei, "debe transmitir que Riccardo es un líder que está buscando los límites" y que representa la misma "dicotomía que Obama y Trump, que son dos caras de la misma moneda". Según Spirei, Riccardo es "un líder progresista que debe morir, como Carmen y como otros personajes progresistas de la historia de la ópera".

Junto a De Tommaso está la experiencia que aporta Anna Pirozzi en el papel de Amelia. De la soprano napolitana, por cierto, todavía está muy presente en la memoria del Liceu el triunfo con La Gioconda en el 2019. "He cantado muchas veces Un ballo in maschera, lo he hecho con Daniela Barcellona y con Artur Ruciński, pero será la primera vez que la cantaré con Riccardo Frizza y Sara Blanch. Y me hace mucha ilusión apadrinar a Freddie De Tommaso en su debut, porque es un talento emergente maravilloso", dice Pirozzi.

Anna Pirozzi en un ensayo de 'Un ballo in maschera' en el Liceu.

El elemento 'queer'

Frizza destaca especialmente el trabajo realizado con Sara Blanch para construir Oscar, un papel aparentemente masculino escrito para una soprano ligera. "Oscar es el personaje clave de la ópera, y por eso lo hemos trabajado muy interpretativamente", dice Frizza, que para reforzar su tesis recuerda que la música cambia cada vez que Oscar entra en escena y que todas sus frases tienen un sentido dramático. "Estoy muy contenta de hacer un personaje masculino, aunque creía que sería más masculino de lo que es, porque hemos hecho un personaje más fluido", explica Blanch sobre un papel al que Verdi otorgó mucha importancia. "Oscar, el confidente de Riccardo, es el personaje más luminoso, pero al mismo tiempo debe cargar con el peso de la culpa por haber revelado quién era Riccardo en el baile de máscaras. Verdi no te deja indiferente y te hace pensar cómo queda una persona luminosa después de un impacto psicológico como el que recibe el Oscar", dice la soprano de Darmós. Sobre la fluidez del personaje, Spirei defiende que han intentado destacarla dentro de una producción que, en general, potencia el elemento queer. Al fin y al cabo, dice, "Verdi vivió en el París del siglo XIX, la meca del sexo, las drogas y el rock'n'roll; bueno, rock'n'roll no, pero era la época de la cultura de los cafés y de la bohemia, y Oscar rompe con la rigidez cultural".

En el segundo reparto de Un ballo in maschera están Arturo Chacón-Cruz, Ernesto Petti, Saio Hernández, Okka von der Damerau y Jodie Devos. Y el elenco lo completan David Oller, Valeriano Lanchas, Luis López Navarro y José Luis Casanova y Carlos Cremades (Nauzet Valeron y Xavier Martínez en el segundo reparto).

Sara Blanch, Jacopo Spirei, Riccardo Frizza, Anna Pirozzi, Freddie de Tommaso y Víctor Garcia de Gomar en el Liceu.

Los otros bailes del siglo XXI

Un ballo in maschera es un título habitual en el Liceu, donde se representó por primera vez el 31 de enero de 1861, apenas dos años después del estreno en el Teatro Apollo de Roma. En el Liceu ha habido 167 representaciones. Las últimas fueron en octubre de 2017, junto a Piotr Beczala, Carlos Álvarez y Keri Alkema en los papeles protagonistas y Vincent Boussard como director de escena. Una de las producciones más atrevidas fue la de Calixto Bieito en 2000, que trasladó la acción a la Transición española y la corrupción política a unos lavabos. Víctor Garcia de Gomar, el director artístico del Liceu, habló con Bieito para recuperar ese Ballo 24 años después, pero al director escénico no le interesó "el ejercicio antropológico" de comprobar cómo lo que entonces era polémico hoy no causa ninguna "reacción adversa", y lo dejaron correr.

Aprovechando el encuentro con la prensa para presentar Un ballo in maschera, Garcia de Gomar también informó sobre el proceso para sustituir al director musical Josep Pons, que dejará el Liceu en julio del 2026 y asumirá la dirección de la Deutsche Radio Philharmonie. "Llevamos meses trabajando, y es la primera vez que la orquesta participa en el proceso. Hemos hecho un mapa de nombres para seleccionar una lista corta y después empezará el cortejo hasta llegar al candidato consensuado con la orquesta. La idea es terminar esta temporada e ir de vacaciones con el nuevo director musical elegido".

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