Ópera

Esta 'Turandot' de Núria Espert es «ópera en mayúsculas, de la dimensión de 'Ben-Hur'»

Bárbara Lluch firma la reposición en el Liceu de la producción que dirigió su abuela en 1999

Bárbara Lluch, Martin Muehle, Elena Pankratova, Alondra de la Parra y Víctor Garcia de Gomar con un elemento escénico de la ópera 'Turandot' en el Liceu
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Barcelona"¡Esto es ópera en mayúsculas, de la dimensión de Ben-Hur!", exclama la directora escénica Bárbara Lluch, nieta de Núria Espert. Habla de la producción de Turandot, la última ópera de Puccini, que regresa al Liceu el 26 de noviembre y de la que se harán 15 funciones hasta el 16 de diciembre, bajo la batuta de la mexicana Alondra de la Parra once noches y de la del gallego Diego García Rodríguez cuatro, y con un reparto que incluye a Elena Pankratova y Ekaterina Semenchuk como Turandot, Michael Fabiano y Martin Muehle como Calaf, y Vannina Santoni, Marta Mathéu, Adriana González y Maria Agresta como Liù.

"Hay involucrada mucha gente, más de 250 personas, y tiene una gran escenografía", insiste Lluch, que toma el reto de firmar la reposición del montaje que su abuela dirigió en 1999 y con el que se reinauguró el Liceu tras el incendio de 1994 Todo ello, al servicio de la historia de la princesa china que solo se casará con el hombre que resuelva tres enigmas; y pobre de quien no acierte, porque será decapitado. Pero sobre todo al servicio de la partitura de un Puccini "muy cerca de Ravel, Debussy y el jazz" y con "un corazón siempre efervescente, con una emoción extrema", tal y como explica De la Parra, que después de dirigir a L'Auditori y el Palau de la Música se estrena en el foso del Liceu.

"El montaje es un viejo amigo de la casa muy querido por el público", constata el director artístico del Liceo, Víctor García de Gomar, responsable de una temporada en la que el estreno europeo de Antony & Cleopatra de John Adams da paso a uno de los grandes títulos del repertorio operístico. Estrenado en la Scala de Milán en 1926, dos años después de la muerte de Puccini, Turandot llegó a Barcelona a finales de 1928, y desde entonces se han realizado 86 representaciones en el teatro de la rambla; las últimas, las de la producción hi tech de Franc Aleu en el otoño caliente de 2019. De hecho, la Turandot de Núria Espert, gigantesca, "tradicional y con cartón-piedra lujoso", según palabras del crítico del ARA Jaume Radigales, es formalmente en las antípodas de la de Aleu, aunque hace 25 años la actriz y directora tomó una decisión muy atrevida: cambiar el final y hacer que Turandot se suicidase, siguiendo el destino de otras heroínas suicidas de Puccini como Sudor Angelica, Madama Butterfly y Tosca.

"La abuela, como superfeminista, fue muy valiente y no veía a una mujer como Turandot cediendo su independencia, porque no la imaginaba feliz casada y cocinando", recuerda Lluch. Ahora, nieta y abuela han decidido deshacer el camino: "Hemos hablado mucho y hemos cambiado el final. Lo ha dicho ella", precisa para evitar el titular "la nieta le cambia el final a la Espert". Hay otras modificaciones respecto a la producción de 1999. Se trata, dice Lluch, de "quitarle las telarañas", porque "25 años son muchos años en teatro". Por ejemplo, se enmienda el exceso de frontalidad de los cantantes que "rompía la cuarta pared", y se cambian elementos de vestuario y atrezo, tales como pelucas y figurantes con el cuerpo desnudo. "Son cosas que ahora molestarían al público, y queremos evitar distraer a los espectadores de la conexión que deben tener con la obra y los personajes –argumenta Lluch–. Calixto Bieito es uno de mis directores preferidos, pero esta Turandot no es Bieito. En sus producciones ver un cuerpo desnudo no es raro, pero aquí reproducimos un Pekín tradicional".

El poder de Elena Pankratova

Uno de los alicientes de esta Turandot es el regreso al Liceo de la soprano rusa Elena Pankratova, sólo seis meses después de su antológica exhibición en Parsifal. Además, vuelve con un papel que ha interpretado en una quincena de producciones diferentes, entre ellas la del pasado año en Berlín con dirección musical de Zubin Mehta. "La historia de Turandot puede explicarse de muchas maneras, pero debe ser creíble y comprensible para el público, y conmovedora", dice Pankratova, sobre una fábula de crueldad que persigue la redención a través del amor.

También repite este año en el Liceu el tenor estadounidense Michael Fabiano, que en abril fue Desde Grieux en Manon, y en abril Cavaradosi en Tosca, donde compartió protagonismo con la italiana Maria Agresta, una de las cuatro Liù de Turandot. Como Pankratova, el tenor brasileño Martin Muehle, Calaf en el segundo reparto, también tiene mucha experiencia con Turandot: solo en los últimos doce meses ha cantado en cinco producciones distintas de la ópera de Puccini. "Ha sido un año muy feliz", admite. En cambio, Alondra de la Parra se enfrenta por primera vez a esta partitura, y agradece el buen ambiente de trabajo que se ha generado en el Liceu. "No he topado con ningún ego, en esta producción, y eso es una novedad en este gremio. Estamos entrando en una nueva época de liderazgos donde manda la colaboración en vez del miedo", dice De la Parra abriendo la puerta al fin de los liderazgos despóticos.

Pantallas de subtitulación

El Liceu está renovando el sistema de las pantallas de subtitulación disponibles en la mayoría de las butacas del teatro y las pantallas de imagen. Mientras se realiza la renovación completa, se ha ampliado la pantalla sobre la boca del escenario con subtítulos en catalán, castellano e inglés, de forma provisional, para facilitar el adecuado seguimiento de las óperas.

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