Del safari al orgasmo ‘fake’ del rey emérito

Joan Fontcuberta juega a buscar a los ‘Monstruos’ que salen de la fotografía en una exposición en Can Framis

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Joan Fontcuberta junto al mosaico 'Botsuana Safari' (2015)

Framis BarcelonaNo ha sido nada fácil exponer el mural de mármol titulado Botswana Safari. Su autor, Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), dice que se lo han tumbado varias veces en galerías, museos y ferias como Arco, y hasta ahora en el Estado solo se había visto en Murcia. Por fin llega a Barcelona, a Can Framis, en una exposición que estará abierta hasta el 23 de enero y que recoge los proyectos más recientes del artista. De lejos, la obra revela la icónica fotografía del rey emérito cazando en Botsuana. A pesar de que parezca una foto impresa, no lo es, es más solemne e incorruptible que eso: de cerca es un mosaico hecho de veinte mil teselas de mármol de Carrara. Y por si no fuera lo suficiente kitsch, Fontcuberta ha añadido al Pequeño Nicolás sacando la cabeza de detrás de un árbol. “Un retablo alegórico de la España del trapicheo y las corruptelas”, se puede leer en la descripción. No en vano el título de la exposición es Monstres [Monstruos].

Entre este pasado sólido que nos recuerda el mosaico y el presente volátil de las imágenes digitales es donde nos quiere situar Joan Fontcuberta. “La exposición es un réquiem por la fotografía que se va. La foto objeto, recuerdo, memoria, la fotografía de los archivos y de nuestros álbumes, que nos recuerdan la biografía familiar, está desapareciendo”, observa, sea porque los negativos se malogran o porque la tecnología analógica se descataloga. En cambio, las imágenes generadas por algoritmos e inteligencia artificial ya están a la orden del día. Las pequeñas teselas de mármol serían los precedentes de los píxeles que hoy conforman la imagen digital. Tan solo hay que trasladarse a la última sala de la exposición para volverse a encontrar al rey emérito, pero en este caso teniendo un orgasmo (fake, claro).

Primera muestra en 13 años

“El viejo mundo está muriendo. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro nacen los monstruos”, es la citación atribuida a Antonio Gramsci –al parecer, erróneamente– que guía toda la exposición, la primera que le dedica un museo catalán desde 2008 en La Virreina, a pesar de que entremedio ha ganado el Premio Nacional de ensayo y el premio Internacional Hasselblad, que es como el Nobel de la fotografía. Así, la Fundación Vila Casas vuelve a hacer la tarea de museo nacional y da espacio a media docena de trabajos de los últimos años, creados en residencias de medio mundo, prácticamente nunca vistos aquí.

Los más recientes justamente exploran la recreación digital de fotografías gracias a un supercomputador. Junto con Pilar Rosado, Fontcuberta ha cogido dos series de fotografías reales –en un caso son las imágenes de enfermos mentales que hacía el psiquiatra amigo de Joan Brossa, Joan Obiols, y en el otro son selfies de personas teniendo un orgasmo, que se pueden encontrar en www.beautifulagony.com– y han pasado este conjunto de fotografías por un proceso en el que el algoritmo busca los píxeles que cuadran mejor con el original siguiendo una estructura concreta, de forma que las imágenes resultantes se asemejan a las originales, pero ya no serían personas reales. Por el camino, se generan caras desfiguradas y monstruosas, que un amante del arte podría asociar al románico, a los vanguardistas o a un retrato de Francis Bacon. El juego de píxeles llega hasta la creación de deep fakes, vídeos falsos en los que se puede ver al rey emérito o a Donald Trump teniendo un orgasmo en pleno discurso, si bien un tono de caricatura permite ser conscientes del engaño –por otro lado, una condición obligada por el ministerio de Cultura francés, que subvenciona la pieza y prohíbe difundirla–.

Mosaico de gente teniendo un orgasmo en "Monstres"
Uno de los Fahrenheit "451 quemados" de Fontcuberta

Corrupción y caracoles

En Monstres, hay varios proyectos sobre la corrupción de la fotografía. En Gastrópoda, son unos caracoles los que se comen las fotografías y dejan unas manchas de lo más plásticas. En los casos de Trauma, es solo la humedad o la mala conservación lo que corrompe los originales, como en el caso de las imágenes que ha extraído del infierno de bibliotecas o del Archivo Nacional. La foto pierde “la promesa de eternidad”, observa el artista. El resultado, además de mostrar unas imágenes fantasmagóricas, también tiene un valor plástico.

Pero la idea de Monstres es utilizada en un sentido polisémico y la pieza que abre la exposición trata sobre el peligro de la censura. Fontcuberta, inspirado por Fahrenheit 451 de Ray Bradbury –que a la vez se inspiraba con la quema de libros por parte de los nazis–, quemó 451 ejemplares de la novela, pero no del todo. Es así como las llamas recuerdan el peligro de la barbarie. El peligro que supone perder el pasado.

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