Sorj Chalandon: "No soy hijo de un SS, soy hijo de la locura de la guerra"
El escritor francés relata en 'Hijo de un bastaro' el oscuro pasado del padre
BarcelonaCuando el escritor y periodista francés Sorj Chalandon (Túnez, 1952) tenía 10 años, su abuelo le soltó que su padre había llevado el uniforme alemán. Era 1962. "Eres hijo de un bastardo y ya es hora de que lo sepas", le dijo. Cuando se lo contó a su padre, este le prohibió que volviera a ver a los abuelos. Nunca más volvió a abrazarlos. "En realidad, no son tus abuelos, son unos judíos que escondí durante la guerra", le espetó el padre. Era una mentira más. "Desde los 6 hasta los 10 años me creí todas las mentiras de papá. Cada vez que entraba en la habitación tenía un oficio diferente. Un día era el mejor judoka del mundo. El otro, el jefe de los servicios de inteligencia franceses. Otro había creado su grupo de música y Édith Piaf se había enamorado de él. Y yo me lo creía", explica el escritor, que acaba de publicar Hijo de un bastardo (Ediciones de 1984 / Seix Barral).
Incluso se le creyó cuando le dijo que el Frente Nacional de Liberación Argelina (FLN) preparaba un atentado para matar a Charles de Gaulle (el presidente francés entre 1959 y 1969) y necesitaban un niño: "Me entrenó e incluso me enseñó a disparar. Quería que yo matara a De Gaulle. Le creí porque me la amaba y si hubiera tenido que matar a De Gaulle, le habría matado para que él me admirara", asegura el autor, que fue finalista del Premio Goncourt con este libro. "Mi padre es mi primer traidor", dice Chalandon, que trabajó durante 34 años como corresponsal de Liberación y ha visto muchísimos conflictos armados. El segundo traidor le conoció en Irlanda del Norte y el tercero recientemente, en el diario donde trabaja, Le Canard enchaîné. Un compañero suyo ha publicado un libro con las conversaciones privadas de los periodistas. "No pienso volver a poner los pies en el diario, trabajo desde casa", dice.
El pequeño soldado alemán
"El libro es como una descarga eléctrica emocional", opina Rocío Fernández, la editora de Seix Barral. Todo lo que cuenta Chalandon, que lleva una carpeta azul con toda la documentación de su padre para mostrarla a los periodistas, también lo es. Abruma todo lo que ha vivido. Como periodista, Chalandon siguió el juicio de Klaus Barbie (conocido con el apodo de El carnicero de Lyon) en 1987. Al genocida nazi se le acusó de crímenes contra la humanidad, entre ellos la matanza de cuarenta y cuatro niños judíos escondidos en la villa de Izieu. "Cuando cubrí el juicio como periodista todavía pensaba que mi padre había sido un gran resistente francés. No sabía que en realidad fue un pequeño soldado alemán", afirma.
En el libro relata el juicio paralelamente a la investigación sobre el pasado de su padre. "Mi padre insistió en ir al juicio. Sonreía cada vez que Barbie hacía un punto y aparte. En cambio, se encogía de hombros cuando hablaban los testigos de la Resistencia. Entonces pensé que algo no encajaba porque él siempre me había dicho que había sido muy amigo de Jean Moulin, el líder de la resistencia a quien Barbie ordenó torturar y ejecutar".
Prácticamente todo lo que relata en el libro Chalandon es cierto: "Todas las frases del juicio son ciertas, también que mi padre estaba en la sala y las trifulcas que tuve con él. La única parte novelada es cuando digo que durante el juicio tenía el expediente con la documentación de mi padre y pude confrontarle con la verdad", explica. El autor no tuvo esa información hasta el 2020, seis años después de la muerte de su padre. "Incluso me mintió en la cama de muerte. Me dijo que yo podía ser tan de izquierdas como quisiera, pero era hijo de un miembro de las SS. Me explicó que había ido al frente ruso y que había sido de los últimos defensores del búnker de Hitler. En realidad, en ese momento estaba en una cárcel francesa".
El padre del autor cambió hasta cuatro veces de uniforme durante la Segunda Guerra Mundial, algo bastante inaudito y que ha dejado asombrado a más de un historiador. Con 18 años se alistó en el ejército francés, desertó y se apuntó a la Legión Tricolor, la milicia colaboracionista de Vichy. De allí también desertó y en 1943 colaboró con el ejército nazi en Polonia, donde trabajaba en transportes, como los que trasladaron a millones de personas a los campos de concentración. Una vez más huyó y se entregó a la Resistencia francesa. Sin embargo, aquí no terminó su historia. Quiso volver a cambiar de uniforme y quiso unirse al ejército alemán, que estaba ya retirándose. "Le pillaron los estadounidenses, no se creyeron sus mentiras, y le entregaron a la policía francesa. Solo estuvo un año en prisión. El juez nunca había visto un caso como el suyo. Tuvo mucha suerte, porque a la mayoría de colaboradores les fusilaban", explica Sorj Chalandon.
La ceguera de la madre
En 2014 ingresaron el padre del escritor en un hospital psiquiátrico. Murió cuatro meses después. Su médico de cabecera durante 30 años nunca le detectó trastorno alguno. A él también le engañó. Le hizo creer que él también era médico y que había sido un héroe de guerra. A su esposa también la manipuló. La conoció en un baile, en Túnez, donde quiso rehacer su vida después de la Segunda Guerra Mundial. Le dijo que era un agente secreto. "Cuando ingresamos mi padre, mi madre nos dijo que cómo era que habían llevado a mi padre a un hospital de locos. Cuando mi hermano explicó a los médicos cómo había sido nuestra infancia, ella dijo que cuál era aquella historia, y nos preguntó si lo habíamos pasado mal cuando éramos pequeños", lamenta el autor.
"Mi hermano y mi madre quemaron todos los papeles del hospital, no tengo el diagnóstico", dice el autor. "No soy un hijo de las SS, soy un hijo de la locura de la guerra", explica Chalandon, que no soporta a quienes dicen a qué bando hubieran luchado. "Mi padre tenía 18 años, era un niño fascinado por los vencedores. Era racista y profundamente antisemita", relata. Sin embargo, no le juzga por lo que hizo durante la Segunda Guerra Mundial: "No juzgo al joven que se perdió en la guerra, juzgo al padre que nos mintió y nos destruyó a todos", resume.