'Spiderman: sin camino a casa': emotiva síntesis y culminación de dos décadas de films arácnidos
Un excelente Tom Holland demuestra ser el Spiderman perfecto para los tiempos que corren
'Spiderman: sin camino a casa'
(3,5 estrellas)
Dirección: Jon Watts. Guion: Chris McKenna y Erik Sommers. 148 minutos. Estados Unidos (2021). Con Tom Holland, Zendaya, Marisa Tomei y Benedict Cumberbatch. Estreno en cines
Spiderman: sin camino a casa supone tanto el cierre de la trilogía iniciada con el excelente Homecoming como una reevaluación autoconsciente, y apasionante, de casi dos décadas de adaptaciones cinematográficas protagonizadas por Peter Parker y su alter ego superheroico, Spiderman. El film se despliega de forma voraz, voluptuosa, utilizando la noción del multiverso –presente ya en los cómics originales, y que Spiderman: un nuevo universo desarrollaría de forma sublime– para expandirse más allá de los confines del universo Marvel al cual pertenece. De este modo, se rescatan malvados tan icónicos como el Doctor Octopus (Alfred Molina, directamente extraído de la insuperable Spiderman 2), pero también se llevan a cabo interesantes relecturas de la personalidad superheroica que demuestran que el de Tom Holland (excelente) es el Spiderman perfecto –compasivo, colaborativo– para los tiempos que corren.
Como obra de clausura, la película incorpora en el mismo título –este premonitorio Sin camino a casa– el tono melancólico y sombrío característico de cualquier relato de acceso a la madurez. Si en Homecoming Peter aprendía a asumir sus poderes mientras lidiava con su primer desengaño amoroso, en este film el personaje entiende (¡por fin!) no solo que un gran poder comporta una gran responsabilidad, sino, también, una enorme soledad. Como Toby Maguire en su momento, Holland encarna, con una combinación insólita de gravedad emocional y ligereza cómica, la bipolaridad vital de un adolescente que quiere salvar el mundo y, a la vez, ir a la misma universidad que su novia. “No puedes pretender ser dos cosas a la vez”, le advierte sabiamente el Doctor Strange (Benedict Cumberbatch, irradiando carisma); es este doloroso aprendizaje lo que cristaliza en un final agridulce que, por la manera en la que abre nuevas vías (y una nueva vida) al protagonista, se percibe más como un inicio que como un desenlace.