'BioLógica': ser o no ser una buena madre
Lo mejor de la obra que puede verse en la Sala Beckett es la interpretación de las actrices
- Autoría: Silvia Navarro Perramon. Dirección: Pau Roca
- Intérpretes: Claudia Benito, Victoria Labrador y Mar Ulldemolins
Ya hace años que los grandes establecimientos comerciales asumieron que los clientes pueden cambiar de opinión y rechazar los productos que han comprado, ya sea porque esa falda que en la tienda gustaba tanto ahora resulta que no hace el peso o porque el ventilador que había de remover el aire caliente en verano es de un color demasiado subido. No ocurre nada. Todo se puede devolver (dentro de unos plazos, claro)... incluso una criatura. Esto es lo que plantea la nueva obra de Silvia Navarro Perramon. La empresa BioLògica permite encargar a una criatura y, si ves que lo de la maternidad no es para ti, tienes hasta cinco años para devolverla. Es una oferta que valora la ejecutiva de éxito, solitaria y profesional, de esas que hace unos días decían en los periódicos que no encuentran hombres de su nivel ante la sorpresa de su madre soltera y de la hermana que no puede tener hijos y que, obviamente, se convertirá con la tía protectora del bebé.
La obra que puede verse en la Sala Beckett quiere ser una reflexión sobre qué significa su maternidad y sus consecuencias. No se trata sólo de ser o no ser madre, sino de ser o no ser una buena madre. BioLógica, la obra, circula alternando los momentos previos a la decisión y los posteriores, cuando el bebé ya está en la casa, y en conjunto expone las relaciones pasadas y presentes de las tres mujeres entre sí pero sin profundizar en los sentimientos, y obviando cualquier debate ético entre ellas y evitando desarrollar las posibilidades dramáticas de una oferta comercial como la de esa empresa; una oferta comercial que funciona sólo como detonante de la historia y como débil motor dramático (¿se quedará el bebé?).
En un espacio escénico bastante realista, lo mejor es la interpretación de las actrices, especialmente la de una Victoria Labrador que da una gran autenticidad al personaje de la madre y la abuela, y la de un Mar Uldemolins que, a pesar de estar vestida por un enemigo por ser la tía soltera, conserva una luz especial en escena. En Claudia Benito el texto no le da grandes registros más allá de expresar las reiteradas dudas sobre la maternidad.