Crítica de Teatro

Una comedia de Mamet destinada al éxito

Josep Maria Mestres estrena un nuevo montaje de 'Un matrimonio de Boston' en la Sala Villarroel

Un momento de la obra de teatro que puede verse en La Villarroel
2 min
  • Autor: David Mamet
  • Traducción: Joan Sellent
  • Intérpretes: Emma Arquillué, Marta Marco, Emma Vilarasau
  • Director: Josep Maria Mestres
  • Sala Villarroel (Hasta diciembre)

Un matrimonio de Boston es una obra extraña en la amplia producción del ya septuagenario dramaturgo David Mamet. La obra es una mirada realista al desconcierto de los hombres y falsas expectativas sobre el estado del bienestar. Es una obra que juega al alta comedia en la línea deLa importancia de ser Frank, sin la acidez de Oscar Wilde pero con una prosa exuberante de diálogos incisivos que en la puesta en escena de la Sala Villarroel se desliza maravillosamente gracias a las tres magníficas intérpretes, a la traducción diáfana de Joan Sellent ya la dirección vibrante de Josep Maria Mestres . El director reincide en una obra que estrenó hace casi veinte años en el Lliure de Montjuïc con la añorada Anna Lizaran, a la que acompañaban justamente Emma Vilarasau y Marta Marco, protagonistas de la nueva versión, que incorpora Emma Arquillué. Un texto literariamente brillante donde se mezcla con toda naturalidad la jerga contemporánea, las palabras bíblicas, la disertación filosófica y las expresiones procaces.

Una obra que coquetea con la comedia de enredos y con el vodevil en una historia de amor que toma el título de cómo se llamaban a finales del siglo XIX las mujeres independizadas del poder masculino que vivían juntas pero que no necesariamente eran lesbianas. Sin embargo, sí lo son la veterana Claire y la más joven Anna, que mantuvieron una tórrida relación en el pasado y que se reencuentran en casa de la primera que vive mantenida por un hombre rico y engañado. Claire quiere recuperar ese amor pero Anna tiene otros planes y viene a pedirle lo imposible. Tanto esta como la criada, sobre la que Claire vierte todo el despecho que tiene hacia los irlandeses, son una especie de magníficos esparrings de la maquiavélica Claire, que Emma Vilarasau dota de gracia y poder de principio a fin. Personajes ausentes con bastante protagonismo, cartas y mensajes que van y vienen y una criada robaescenas que Emma Arquillué recrea con soltura y un punto de exceso infantil, que entre correderas e interrupciones se gana también el fuerte aplauso que cierra una función destinada al éxito.

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