Lluís Homar se impone al Gran Inquisidor

BarcelonaEl interés por la fe y la espiritualidad han acompañado a menudo al actor Lluís Homar, pero desde hace tiempo lo ha hecho también una forma de entender el oficioEsta pasión encontró al compañero perfecto antes de la pandemia, cuando coincidió con el músico Emili Brugalla y juntos realizaron el recital Alma y palabra, que fusionó la poesía de San Juan de la Cruz con la obra de Frederic Mompou. De ahí surgió una forma diferente de entender la escena, el texto y la música, que ahora se replica con otros protagonistas: el capítulo "El Gran Inquisidor" deLos hermanos Karamazov de Dostoyevsky y las obras espirituales de Bach y Messiaen. El resultado es un espectáculo con Homar en la palabra y Brugalla en el piano junto a Vesko Stambolov, con quien comparte dúo. A caballo entre el concierto y el recital, los creadores definen esta obra como un acto sacramental. Bajo el título Bach-Dostoievski-MessiaenLa obra se estrena este domingo en el Auditorio de Girona como parte del festival Temporada Alta.

Considerada una obra maestra de la literatura clásica, este capítulo explica el encuentro entre un gran inquisidor y Jesucristo en la Sevilla del siglo XVI. El primero ha encarcelado al segundo y le ofrece una férrea defensa de la Iglesia católica, argumentando que los habitantes del pueblo no saben qué hacer con su libertad. «Dostoievski hace una descarada denuncia de la Iglesia católica romana. Desde la cristiandad ortodoxa, destaca lo que la Iglesia ha hecho con lo que Jesucristo nos legó», dice Homar. Da voz al inquisidor, quien se asocia con el diablo y se enfrenta al poder celestial, pero Jesús no dice nada. «En el escenario, el poder celestial está representado por las obras de Bach y Messiaen. El reto será ver cómo reacciona el público a esta conjunción entre música y texto», explica Brugalla.

Encontrar el equilibrio entre música y texto

El repertorio de la pieza incluye laAmen de la creación y elAmen du désirde Messiaen, y cantatas de Bach en versiones para dos pianos de György Kurtág. «Son obras muy religiosas, algunas originalmente pensadas para órgano. Pensamos que sería fabuloso poder vincularlas con el texto, ya que es una música difícil de interpretar sola», destaca el pianista. El deseo de los intérpretes ha sido, sobre todo, encontrar un equilibrio entre ambas formas artísticas. «Hemos intentado tener un 50% de música y un 50% de texto sin que se superpongan», enfatiza Homar, y Brugalla añade que «los materiales se comunican entre sí sin imponer la teatralidad ni el protocolo de un concierto».

¿Cómo recibirá el público un texto concebido y escrito en una época tan alejada del presente? Según Brugalla, en la obra de Dostoievski hay más similitudes con el presente de lo que a primera vista parece. "Habla sobre las constantes de la sociedad humana y lo que sucede entre el poder y la libertad. Dice que se hace creer a las personas que son libres, cuando no lo son. El texto resuena con ideas que nos recuerdan a los tiranos actuales; no hay necesidad de mencionar nombres", señala el músico. Por todo esto, Homar defiende que la esperanza y la fe son buenos antídotos contra el desencanto del mundo actual. "Es importante que haya espacios de luz", dice el actor. "En medio de la insignificancia, y con la ayuda de grandes maestros, esta es nuestra pequeña contribución para intentar que todo sea mejor".