Crítica teatral

'La plaça del diamant': once rostros para una sola Natalia

Carlota Subirós construye una mirada de 'La plaza del Diamant' magníficamente servida por un conjunto homogéneo de actrices

2 min
Un momento de 'La plaza del diamante'
  • Hasta el 5 de noviembre

El suelo del escenario de la Sala Gran, de un blanco luminoso, es como un gran lienzo ribeteado también de blanco donde, a lo largo de la función y sin pausa, once actrices depositan objetos relacionados con la obra para configurarlos un gran cuadro. Desde un caracol de mar donde resuenan las olas hasta los ramos de flores. Desde las cazuelas de la cocina hasta los platos y copas de la vajilla de donde Natalia iba a fregar. Desde muñecos bebés hasta el reloj de Quimet. Y al fondo, sin moverse, su moto. Un espacio poético y un planteamiento dramatúrgico de gran plasticidad al que es necesario sumar una cálida banda sonora en directo (Clara Aguilar) y un constante movimiento de las actrices para acompañar la recitación del texto. Un texto puramente narrativo, sin diálogos, en una dramaturgia que potencia los aspectos más íntimos del relato por encima de las bases históricas.

La mirada de Carlota Subirós sobre la obra más famosa de Mercè Rodoreda, La plaça del Diamant, pone de manifiesto que Natalias, había muchas en aquel mundo. Once Natalias, pues. Todas para una y una para todas. La gran protagonista del teatro catalán, Colometa, se funde en once protagonistas. Once rostros. Once actitudes para contar la historia de aquella chica obediente y sumisa, golpeada por la vida y por el entorno en un tiempo de guerra y hambre. Once Natalias que no paran arriba y abajo, de derecha a izquierda, de arriba abajo en una constante coreografía de movimiento pasándose el testimonio del relato de una a otra. Una polifonía en la que cada una debe aprovechar sus fragmentos, las frases que le hayan tocado en suerte para transmitir las vivencias de la protagonista. Y ciertamente que el relato llega con toda la intensidad de un audiolibro bien ilustrado y magníficamente servido por un conjunto homogéneo de actrices, sólo diferenciadas por la mejor precisión y proyección de la voz de las más veteranas (Lurdes Barba, Marcia Cisteró , Montse Esteve) o por la elegancia en el movimiento de Anna Pérez Moya.

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