¡Viva la filosofía y el teatro de ideas de Flotats!
El actor se pone al público del Romea en el bolsillo con un espectáculo imperdible
- Autoría: Jean-François Prévand.
- Dramaturgia y dirección: Josep Maria Flotats. Traducción: Salvador Oliva.
- Con Josep Maria Flotats y Pep Planas. Voz en off: Arnau Puig
"Veni, vidi, vici". Josep Maria Flotats hace buena la frase atribuida a Julio César. Y la platea en pie lo ratificaba al final del estreno en el Romea de Voltaire/Rousseau, del dramaturgo francés Jean-François Prévand, que hizo precisamente una lectura hace un año en el Festival Oui! de teatro francófono en Barcelona. Flotats crea expectación. Su presencia en la cartelera de Barcelona remueve los ánimos y la ilusión de los viejos y no tan viejos fans de este actor que a los 85 años sigue fiel al compromiso con las musas Talia y Melpómene. Y no solo por la calidad como actor, sino también por la intuición a la hora de escoger las obras que representa y dirige.
Flotats siempre ha reivindicado el teatro de ideas que plantea reflexiones sobre el ser humano además de entretener. Y si en 2010 se ponía en la piel de Descartes (El encuentro de Descartes con Pascal joven) y en 2015 en la de un judío ateo (Ser-ho o no), ahora, con la misma cabellera del filósofo de “Pienso, luego existo”, Flotats nos invita a un imaginario encuentro entre dos filósofos tan opuestos como complementarios, Voltaire y Rousseau, no muy amigos y que murieron el mismo año. El filósofo descreído frente al fundamentalista cristiano; el defensor de la civilización y el crecimiento individual frente a quien se lamenta del buen salvaje dañado por la sociedad; el adinerado frente al pobre; el tolerante frente al nihilista; el hombre con sentido del humor frente a lo desesperado que anticipa la ingenuidad del romanticismo. Y Prévand no esconde su debilidad por Voltaire.
Una disputa, al final, algo desigual desde el punto teórico, pero bien equilibrada desde el escénico e interpretativo, donde se trata de descubrir al autor de un panfleto humillante para Rousseau. Un Pep Planas de buena y clara dicción, pero diría que algo incómodo con el vestuario, es quien lleva el diálogo para que el savoir faire y la ironía del Voltaire de Josep Maria Flotats se ponga al público en el bolsillo. Un diálogo sobrio, pero profundo, con los suficientes apuntes de humor para relajar la densidad de las reflexiones que reclaman un espectador activo. Imperdible.