Estreno teatral

Vuelve el Rigola de gran formato al Teatre Lliure: "Llevo dos semanas sin dormir"

La sátira 'El Maestro y Margarita' de Bulgákov inaugura la temporada en Montjuïc con catorce actores en escena

Nao Albet y Laia Manzanares con Àlex Rigola, este martes en el Teatre Lliure.
16/09/2025
3 min

BarcelonaHacía ocho años que Àlex Rigola no pisaba la sala grande del Teatre Lliure, desde aquel Ivanov del 2017 con el que anunció que se había vuelto un "diabético escénico" y quería enterrar su sello teatral para desaparecer tras los actores. Después de años encerrado en una caja de madera y en una sala de cincuenta localidades (su teatro, el Heartbreak Hotel), por fin Rigola vuelve a hacer teatro para quinientas personas con un título rotundo, El Maestro y Margarita, de Mijaíl A. Bulgákov (1891-1949), que será en el teatro de Montjuïc del 18 de septiembre al 19 de octubre. "Aquí hemos tenido que hacer espectáculo. Toda la obra es una locura. Y la apuesta escénica es que todo sea una locura", avisa.

Volver al Lliure ha sido para él como "volver a comer a casa de los padres el domingo: es cálido, es bonito, es nostálgico y lo haces con ganas, sobre todo cuando no vas todos los días", admite. Porque también confiesa que en el formato que le convirtió en un director famoso ya no se encuentra cómodo: "Mi espacio natural es un espacio pequeño. Necesito cosas más sencillas. Ya no pongo salsas en las comidas y una sala grande necesita un gran equipo de cocina para que funcione. Mi cuerpo sólo lo tolera de vez en cuando", afirma. "Llevo dos semanas sin dormir, despertándome cada hora y media; no puede ser bueno. ¡Y eso yendo todo bien! Creo que el proyecto es un acierto y que lo hemos salido, ha sido apasionado y divertido, pero mi cuerpo no quiere poner las energías en esto; en cambio, necesita decir muchas cosas", afirma.

'El maestro y Margarita' en el Teatre Lliure de Montjuïc.
'El maestro y Margarita' en el Teatre Lliure de Montjuïc.

Lo que le interesaba explicar aquí tiene que ver con "el relato y la manipulación". "¿Quién tiene el poder del relato? ¿Tiene sentido la verdad? ¿La verdad debe estar por encima de la finalidad?", plantea Rigola, quien afirma que le gusta criticarse y sacudirse a sí mismo: "Me gustan los personajes que tengan una relación de crisis con su propia ética", sentencia. Por eso propuso al Lliure un clásico "muy querido por los rusos, más que Dostoyevsky", una sátira que habla de estructuras culturales, de censura artística y del ahogo del orden social establecido, del pensamiento único. Bulgákov expone su experiencia como autor castigado por el régimen a través del Maestro, que tiene una relación de dependencia con el poder para poder publicar su obra. De hecho, el texto, escrito entre 1928 y 1940 y terminado por su viuda, Elena Sergeevna —en la novela, Margarita—, no se publicó en Moscú sin censura hasta 1973. "Bulgakov no pudo trabajar durante una época y escribió a Stalin: «Expulsa'" Rigola.

De Moscú a Jerusalén

Un escenario alargado y rotatorio, con el público a ambos lados, tanto será el Moscú de los años 30 donde aparece el demonio y su séquito como el Jerusalén de diecinueve siglos antes en los que Ponç Pilato acepta la decisión de los judíos de crucificar a Jesús. "Es imposible que no vemos paralelismos con el mundo actual, en relación con Palestina, oa estructuras culturales que no están precisamente en Rusia...", suelta el director.

Rigola se ha pasado nueve meses adaptando la novela, a partir de la traducción de Xènia Dyakonova publicada por Proa. "Tengo la gran suerte de que la gente no lee, así que puedo tomar historias apasionantes que la gente no ha leído y llevarlas al escenario con la seguridad de que es un clásico probado", dice el director. Lo hará con catorce actores, empezando por Francesc Garrido, Nao Albet y Laia Manzanares en los papeles de demonio, Mestre y Margarita, y escoltados por Nil Cardoner, Biel Duran, Miranda Gas, Carlota Olcina, Jordi Rico y Sandra Monclús, entre otros, la mayoría interpretando a más de un personaje. Vuelven los micrófonos a escena, la música ensordecedora, el movimiento, el dispositivo escénico rigoliano que marcó toda una generación, pero con la mirada de un artista maduro, de 55 años: "Las cosas no son de un color, no son blanco o negro, pero sobre todo no son blanco: el mundo y la vida están compuestos de contrarios, tienen múltiples caras".

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