Mundial cataríes 2022

“Soy el entrenador, pero en Catar no me está permitido el contacto físico con las jugadoras”

Iván Guerrero, seleccionador catarí de baloncesto femenino, hará de voluntario FIFA durante el Mundial

Iván Guerrero, seleccionador del combinado qatarià femenino de baloncesto
17/11/2022
3 min

BarcelonaEntre Dinamarca y Catar hay 5.000 kilómetros y dos siglos de distancia, pero esto no fue obstáculo para que Iván Guerrero, un joven argentino enamorado del baloncesto, hiciese el viaje de su vida para convertirse en el seleccionador catarí del equipo de baloncesto femenino. “Hacía dos años que estaba trabajando en Dinamarca como entrenador de baloncesto. El pasado mes de enero estaba de viaje en Grecia y mi agente me llamó para ofrecerme esta posibilidad. Después de todo un proceso de selección que se alargó durante un mes, me seleccionaron. El único problema era la edad, puesto que solo tengo 28 años, pero al final me escogieron”, explica al ARA. El 28 de febrero firmó el contrato y el 10 de marzo llegó a Catar.

“Me encontré con una selección golpeada porque después de la pandemia muchas jugadoras veteranas dejaron el equipo y, además, se produjo un cambio de personal en la federación. Me encontré con un escenario complicado, pero hicimos un plan a largo plazo para potenciar a las jugadoras jóvenes y construir una selección nueva con un aire refrescante. Mi objetivo es crear una buena estructura de trabajo que nos permita clasificarnos para algún torneo importante”, explica el técnico. Su hoja de trabajo apunta a seis años vista.

El día a día del seleccionador catarí es muy atípico. “El problema es que Catar no tiene clubes ni liga femenina. Estamos intentando poner en marcha una competición con los mismos clubes que tiene la liga masculina. Lo que tenemos aquí son academias con muchas jugadoras extranjeras. El 85% de la población es inmigrante. Yo entreno con la mayoría de jugadoras cuatro o cinco veces por semana para que no pierdan el ritmo. Otro inconveniente es que ellas no son profesionales y, por lo tanto, estudian o trabajan como cualquier deportista amateur ”, explica Guerrero, que alerta de las temperaturas extremas que dificultan andar por la noche.

Iván Guerrero con algunas jugadoras de la selección catarí

El Mundial de fútbol es el gran iceberg de la ambiciosa apuesta que Catar está haciendo por el deporte. “Están trayendo a muchos entrenadores extranjeros porque es la única manera de que un país tan pequeño que no tiene esta cultura pueda crecer. Hay dinero, pero hay deportes o disciplinas que reciben más. El baloncesto no es tan popular como otros deportes, como el balonmano. Su apuesta es buena, pero a mí me gustaría que fuera más equitativa con el deporte femenino”, resume el argentino, que hará de voluntario FIFA durante el Mundial.

"Después de entrenar, rezan"

El choque cultural es grande. “Llegué siendo muy respetuoso, porque trabajar con mujeres en un país musulmán es delicado. Cada jugadora escoge si se tapa o no. Yo tengo un par que se tapan y otras que lo hacen a medias o que no lo hacen. Hay tres tipos de hijab; uno que las tapa hasta los ojos, el burka, que les tapa la cara, y un tercero. Hay jugadoras que se tapan los brazos, las piernas o media cabeza. Soy el entrenador, pero en Catar no me está permitido el contacto físico con las jugadoras, y esto, cuando tienes que enseñar un bloqueo o un rebote, lo complica. Tengo que pedir permiso. Cuando acaban de entrenar se ponen a rezar. Con el saludo nunca doy el primer paso de dar la mano. Si lo hace la otra persona, respondo, pero no tomo la iniciativa”, argumenta.

Guerrero vive en La Perla, un barrio muy europeo de Doha donde el nivel de inglés es muy alto y donde incluso aceptan dólares como moneda de pago. Preguntado por las denuncias internacionales por la vulneración de derechos humanos, el entrenador dice lo siguiente: “Este es un país musulmán, con todo lo que esto conlleva. La cultura es muy diferente, pero nunca me he sentido incómodo. He visto alguna situación puntual en la que alguien iba con poca ropa y alguien se ha quejado, pero creo que tenemos demasiados prejuicios. Hay cosas que a nosotros nos parecen extrañas, pero este país está lleno de inmigrantes. A nosotros también nos toca adaptarnos, es un aprendizaje mutuo”.

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