Baloncesto

El neerlandés que convirtió a Badalona en su casa con sólo dieciséis años

Yannick Kraag, jugador de la Penya, explica al ARA cómo Catalunya le ha hecho madurar dentro y fuera de la pista

Yannick Kraag en el Olímpico de Badalona
Marc Lozano
06/12/2025
3 min

BarcelonaDejó atrás las calles de Ámsterdam cuando tenía sólo dieciséis años. Era verano y se marchaba por primera vez de casa. El destino: Badalona. "Estaba muy emocionado porque era un paso enorme para mí, pero también tenía miedo. Me dolía dejar a los amigos. Aún hoy, a veces, les añoro mucho", recuerda con una sonrisa tímida. La oferta llegó de repente, sin apenas tiempo para pensárselo. "Llegué por la mañana, hice un entrenamiento, y el mismo día me ofrecieron un contrato de cinco años. Dije que debía pensarlo, pero en realidad ya sabía que firmaría", dice. Yannick lo explica con naturalidad, como si el recuerdo de esa decisión adolescente aún le pareciera sencillo.

Los primeros días en Badalona, ​​sin embargo, fueron un golpe de realidad. "Recuerdo que en el coche, de camino, me sentía fatal. Estaba solo, mis amigos todavía estaban de vacaciones y yo comenzaba una vida nueva. Pero cuando llegué a la residencia y conocí a los otros chicos, todo cambió. Éramos todos jóvenes, todos con el mismo sueño. Enseguida vi que no sería tan duro".

Una nueva vida en Badalona

En Cataluña ha madurado. "He pasado toda mi vida adulta aquí. Hay muchas cosas que he aprendido por primera vez en Badalona". Cuando habla de la ciudad, lo hace con cariño: "No diría que soy catalán, pero sí me siento un poco de Barcelona. Es mi casa, también". Una parte de su familia se quedó en los Países Bajos y otra le acompañó. "Mi madre vive aquí desde que vine. Mi padre y mi hermano pequeño todavía están en Holanda". No habla catalán, aunque se defiende con el castellano: "Catalán no, pero algo de español, sí", dice en inglés.

Yannick Kraag en el Olímpic de Badalona.

Lo que más le sorprendió de Catalunya es la gente. "Aquí todo el mundo está muy abierto. Puedes entrar en un café y hablar con quien sea. En Holanda la gente es más fría. Aquí es todo más cálido", asegura. Y pese a la distancia, mantiene un vínculo constante con Ámsterdam. "Mis amigos son mi familia", dice sin dudar. "Hablo cada día... Más de cinco horas diarias. Intento que vengan a verme, pero todos tienen sus vidas. A menudo llevo a alguien cada mes, pero no es fácil", relata.

El Yannick de hoy no es lo mismo que llegó con tan sólo dieciséis años. "En Holanda aprendí a divertirme con el baloncesto, pero aquí aprendí todos los cimientos, todo lo que significa ser un profesional. No sabía nada de eso antes de venir. Todo lo he aprendido aquí", dice. El día de partido es sagrado: "Hago exactamente lo mismo siempre. Como lo mismo, duermo a la misma hora, e incluso durante el calentamiento tengo mi rutina. Si me pusieras una cámara un día de partido, sería la película más aburrida del mundo."

Recuerda los momentos más especiales: "La primera vez que jugué contra el Barça, con el Olímpic pleno, fue increíble. También la Copa del Rey en Málaga. Uno de los recuerdos más bonitos que tengo". Y cuando habla de sus referentes, los nombres se multiplican: "He tenido muchos veteranos que me han ayudado mucho. Ante [Tomić] me ha enseñado mucho sobre cómo moverme sin pelota. Y Sam [Dekker], sobre el juego en general. Todos me han aportado mucho". También recuerda con gratitud a los entrenadores que le marcaron. "En Amsterdam tuve dos técnicos que me entrenaban gratis cada verano. Luego, en el ámbito profesional, Dani [Miret] ha sido clave. Confió mucho en mí", declara.

Mirada al futuro

El jugador mira adelante con serenidad, pero con cierta nostalgia. "Después de mi carrera, seguro que volveré a casa. Amo a mi país, quiero a mi ciudad. Ámsterdam es la ciudad más bonita del mundo. Pero seguramente mantendré una casa aquí, porque me gusta mucho. Fuera de Ámsterdam, éste es uno de los mejores lugares donde vivir", explica. En la pista juega con energía; fuera, con calma y sinceridad. Sabe que el camino hasta aquí no ha sido fácil, pero cuando se le pregunta si ha merecido la pena, no duda ni un segundo.

stats